Reflexión Maryknoll: Nuestro planeta Tierra

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Oficina de Asuntos Globales
Fecha de Publicación: Ago 14, 2025

Por Mary Ellen Manz, M.M.

XX Domingo Ordinario
Agosto 17 del 2025
Jer 38, 4-6. 8-10 | Heb 12, 1-4 | Lk 12,49-53

Cuando leí las lecturas de las Escrituras de esta semana, las encontré un poco sombrías, pero no me tomó mucho tiempo darme cuenta de lo apropiadas que son para nuestro mundo de hoy en día.

En la primera lectura, Jeremías, una persona ordinaria como cualquiera de nosotros, pero lleno de fe en Dios, fue elegido por Dios para hablar de las tribus de Israel, advirtiéndoles del desastre y la destrucción que vendría si no se arrepentían de sus pecados. Al principio, él protestó diciendo que solo era un muchacho y que no podría cumplir con el mandato. La fe de Jeremías le permitió confiar en que Dios estaba a su lado. Así que Jeremías dio el mensaje de Dios a la gente de Judea, con la consecuencia de que incluso los oficiales, temiéndole, planearon y pidieron su Muerte.

San Pablo en su Carta a los Hebreos insta a la comunidad cristiana a no desencantarse, sino a mirar a Jesús para fortalecer su fe mientras se enfrentaban a la hostilidad, la persecución y posiblemente la muerte.

¿Y así, no es inquietante escuchar estas palabras de Jesús en el Evangelio de San Lucas?

“He venido a traer fuego a la tierra, ¡Y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! … ¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres.”

Ese “fuego” del que habla Jesús no es destructivo, sino que es el fuego del Pentecostés que es la misma vida del Espíritu Santo que habita en nosotros si lo dejamos, una fuerza que arde en nuestro interior. Es el fuego del amor de Dios, empoderándonos para seguir a Jesús sin importar que tan difícil sea el viaje.

El Papa Francisco hizo un llamado a todas las personas del mundo en su encíclica Laudato Si’: Sobre el cuidado de la casa común. Así como Jeremías advirtió a los israelitas que a menos que cambiaran su manera de actuar, destrucción y calamidades caerían sobre ellos, el Papa Francisco lamentó la pobreza extrema de vastas áreas del mundo y nos advirtió que el uso desaforado, ilimitado de los recursos de la Tierra y el estilo de vida de consumo y desperdicio de esos recursos por unas cuantas naciones ricas puede llevar a la destrucción de nuestra casa común, el planeta Tierra.

Han pasado 10 años desde que el Papa Francisco hizo este llamado urgente para cambiar nuestro estilo de vida, no solo como individuos, sino comunidades y naciones enteras, si es que queremos salvar nuestro planeta. Obviamente, cambiar es muy difícil. A pesar de las urgentes advertencias de científicos y los aterradores desastres del cambio climático que ya estamos experimentando en el mundo, aún hay aquellos que no muestran ninguna preocupación por el medio ambiente y la seguridad de las vidas de futuras generaciones.

Para tener en cuenta estas advertencias y prevenir el rumbo hacia la colisión en el que estamos, requiere que el fuego del Espíritu Santo arda en nuestro interior. Un espíritu ardiente y generoso que ama al prójimo y tiene fe en el amor permanente de Dios para toda la creación. Implica hacer un cambio drástico en la manera en la que vivimos y utilizamos los bienes de esta Tierra. Implica estar dispuestos a usar menos cosas para poder compartir más con los demás.

No encontraremos consuelo en la mofa o los oídos sordos de familia y amigos si hablamos sobre esta crisis que está pisándonos los talones, pero hablar y actuar es justamente lo que tenemos que hacer. Dios te está hablando a ti y a mí en las Escrituras de esta semana, así como le habló a Jeremías y a los mártires y santos de todos los tiempos. ¿Estamos dispuestos a escuchar?

La Hermana Mary Ellen Manz se unió a las Hermanas Maryknoll en 1950. Sirvió por 20 años en Chile como maestra y por 24 años en lo que entonces era el sur de Sudán en proyectos de escolarización. En el 2007 la Hermana Manz regresó a Maryknoll, Nueva York. Contribuyó y coordinó artículos para la revista Maryknoll y Misioneros.

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Imagen destacada: Representación en 3D de una imagen del planeta Tierra desde el espacio. (Carl Wang/Unsplash)

 

Sobre la autora/or

Oficina de Asuntos Globales

La Oficina de Asuntos Globales de Maryknoll expresa la posición de Maryknoll en debates sobre políticas públicas en Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y ante los gobiernos de Estados Unidos y otros países, con el propósito de ofrecer educación en temas de paz y justicia social, la integridad de la creación y abogar por la justicia social, económica y del medio ambiente.

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