Mark J. Seitz, Obispo de El Paso, Texas, reflexiona sobre la misión y la actualidad de la migración en Estados Unidos
El Obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, reconoce a un sacerdote Maryknoll oriundo de su pueblo natal en Wisconsin como una de las inspiraciones para su vocación sacerdotal. Así también a la revista Maryknoll que sus abuelos recibían y que él ya hojeaba incluso antes de saber leer.
El Obispo Seitz ordenó a dos nuevos sacerdotes para los Padres y Hermanos Maryknoll en junio. En una entrevista después, denunció las redadas indiscriminadas de la administración Trump en Estados Unidos —tanto de indocumentados como de personas con visa, asilados vetados y residentes permanentes— y el sufrimiento que está causando a ellos y a sus familias.
“Nunca pensé que nuestro país pudiera mostrar un corazón tan insensible a personas que sencillamente buscan un refugio”, dijo el Obispo Seitz, quien es presidente del Comité de Migración para la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. “Y que incluso aun considerándonos cristianos, pudiéramos ver todo el sufrimiento que estamos causando sin ningún remordimiento”.
El obispo dijo que los inmigrantes en Estados Unidos “siempre han atravesado un camino arduo” a pesar de nuestra historia como un país de inmigrantes. Recordó las palabras en el pedestal de la Estatua de la Libertad dándoles la bienvenida a “masas apiñadas… que anhelan respirar libres” y se refirió a la migración como una fuente de orgullo nacional.
Desafortunadamente, dijo, nuestro país a veces ha fallado en llegar a esa aspiración. Cada nueva ola de inmigrantes se enfrenta al rechazo y el prejuicio.
“Pero no creí que tendríamos un retroceso al punto que los inmigrantes no serían vistos como merecedores de la dignidad humana, ni dignos de nuestro cuidado o amor”, dijo.
“Ni en mis peores pesadillas hubiera pensado que nos encontraríamos en el lugar en el que estamos ahora”, dijo, “en que un grupo entero que tiene la mala fortuna de nacer en un lugar en el que no puede vivir sea tratado como criminal”.
Él dijo que el país ha adoptado una “narrativa falsa” que pinta a todos los inmigrantes como criminales, a pesar de numerosos estudios que demuestran que las comunidades inmigrantes son más seguras y tienen una tasa de crimen más baja que las de nacidos estadounidenses.
Como joven que contemplaba el sacerdocio, el Obispo Seitz dijo que sintió el deseo de unirse a una orden misionera. Sin embargo, como estudiante de la Universidad de Dallas —de donde se tituló y completó dos maestrías— se enamoró de la cultura latina de Texas, que en ese entonces recibía un flujo migrante de México en la primera mitad de los años setenta.
“Nunca perdí el amor por la misión”, dijo. Ordenado a la Diócesis de Dallas en 1980, él recibió el pedido de su obispo de empezar la primera Misa en español en la parroquia Good Shepherd en Garland, Texas. Esto lo motivó a aprender español. Más tarde, ya como párroco en varias iglesias, también estableció parroquias hermanas en México y Honduras.
“Eso tuvo un tremendo impacto en mi visión de la vida y mi alegría con las misiones que he llevado a cabo”, dijo.
“El 99% de inmigrantes son buenos, gente profundamente devota que simplemente quiere proveer a sus hijos un lugar seguro para vivir, solventar sus necesidades básicas y hacer de su país adoptivo un mejor país”, dijo.
“Los he conocido, así que no hablo desde la ignorancia” dijo, refiriéndose a los miles de personas a quienes ha servido personalmente. “He trabajado con ellos”.
La ciudad de El Paso, donde ha servido desde el 2013, también ha sido “difamada con estas narrativas falsas”, dijo, llamando a la ciudad fronteriza “un lugar dinámico de encuentro”, donde mucha gente vive en un lado de la frontera y trabaja en el otro.
“Hay un dinamismo allí que lo hace un entorno creativo y fructífero con una gran alegría al darles la bienvenida a los demás”, dijo el Obispo Seitz. “No les tememos a los inmigrantes. Los vemos como nuestros hermanos y hermanas”.
En años recientes, sin embargo, políticas gubernamentales y la militarización de la frontera han dificultado la colaboración interfronteriza, dijo.
“Si quieres llamar el nivel de inmigración una crisis, llámalo entonces una crisis humanitaria”, dijo. “Porque hay una crisis que está forzando a la gente a abandonar sus hogares”.
La Iglesia Católica no propone eliminar los procesos de evaluación para aquellos que deseen cruzar, sino reformar las políticas migratorias y prácticas. “Creemos que debería haber un proceso ordenado, tanto para cruzar por razones económicas como para solicitar asilo”, dijo.
Él notó que la tasa de natalidad de Estados Unidos no es suficiente para reproducir la población que sostendría una economía próspera y el país necesita inmigrantes para llenar trabajos de nivel básico.
“No veas a los inmigrantes como la crisis y no los veas como si fueran una amenaza”, dijo. “Porque, de hecho, son la mayor esperanza de nuestra nación y siempre lo han sido”.