Entrega final de una serie de cuatro partes que reflexiona sobre la importancia del Concilio Vaticano II
Nuestro amado Papa Francisco guio a la Iglesia por cerca de 12 años (2013-2025) llenos de actividad intensa. Como el papa número 266, Francisco fue el primer papa en tomar el nombre Francisco, el primer jesuita y el primer papa del continente americano.
El Papa Francisco, indudablemente un “papa misionero”, visitó al menos 60 estados y territorios en sus viajes internacionales y fue el primer papa en visitar la Península arábica, cuna del islam. Él canonizó cerca de 900 santos, incluyendo a la Madre Teresa de Calcuta y al mártir salvadoreño Arzobispo Óscar Romero, además de tres papas: Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Es significativo que estos tres “papas santos” fueron participantes activos en el Vaticano II. Así, uno podría decir que el Papa Francisco no sólo canonizó a tres papas del Vaticano II, él ha canonizado también el legado del Segundo Concilio Vaticano.
Notablemente el Papa Francisco es el primer papa en seis décadas que no participó en persona en el Vaticano II. Él estaba completando su formación durante el Concilio, incorporándose a los Jesuitas en 1958 — el mismo año que el Papa Juan XXIII, “padre del Vaticano II”, fue elegido por el cónclave.
El Papa Francisco fue ordenado en 1969, poco después de concluido el Concilio, y asimiló el ethos y visión de este maravilloso evento inspirado por el Espíritu.
Sucediendo el papado de Francisco, el Concilio sigue tan vivo como cuando concluyó en 1965, hace 60 años. El sucesor del Papa Francisco, el Papa León XIV, hizo evidente su deseo de continuidad al afirmar “nuestra plena adhesión a ese camino, a la vía que desde hace ya decenios la Iglesia universal está recorriendo tras las huellas del Concilio Vaticano II”.
Uno puede identificar varios temas centrales del Concilio evidentemente reflejados en la vida y enseñanzas del Papa Francisco y, más recientemente, en el Papa León XIV.
Primero, el Vaticano II le prestó atención a la colegialidad, el principio de que todos los obispos junto al papa tienen responsabilidad por la Iglesia. Esta pauta se propone promover una Iglesia participativa, un involucramiento con el Pueblo de Dios. El Papa Francisco además expande esta visión con su énfasis en la sinodalidad, que significa una disposición para entrar en un intercambio de escucha y diálogo de manera dinámica, respetuosa y de discernimiento, guiada por el Espíritu Santo. Él concluyó con éxito dos encuentros sinodales en el 2023 y 2024, donde involucró a todos los miembros de la Iglesia.
Uno de los enfoques del segundo Concilio es la iglesia local. El documento del Concilio para la actividad misionera Ad Gentes (A las gentes) enfatiza esto. En breve, el “centro de acción” es la iglesia local; este principio se extiende a la liturgia, evangelización, conferencias episcopales y liderazgo, así como a otras áreas de la vida cristiana.
La participación plena, activa y consciente en la vida de la Iglesia misionera es tanto un derecho como un deber de todos los bautizados, y el Papa Francisco se propuso establecer esta visión en todas las iglesias locales alrededor del mundo.
El Vaticano II enfatizó la importancia del diálogo. Pablo VI, otro “papa santo”, presentó esta palabra en el Concilio en su encíclica de 1964 Ecclesiam Suam (Su iglesia). Este amplio principio hace hincapié en que la Iglesia es una comunidad de diálogo, no monólogo, una iglesia que escucha de verdad las voces dentro de la Iglesia, de otros cristianos, de gente de otra fe y del mundo en su totalidad. ¡El Papa Francisco demostró ser un ejemplo espléndido de escuchar con el corazón abierto!

El Reverendísimo Jorge Mario Bergoglio, quien se convertiría en el Papa Francisco, celebra una Misa al aire libre como arzobispo de Buenos Aires, Argentina, en la Villa 21-24 en 1998. (CNS/Parroquia Virgen de Caacupé, Reuters/Argentina).
Un cuarto principio se captura en la expresión “liderazgo de servicio”. De nuevo, esta visión se acopla a todos los cristianos que buscan ayudar a los demás con diversas necesidades. Incluso si la ayuda en sí es mínima, la actitud de compasión sensible es la que remueve el corazón del otro. Realmente, el Papa Francisco encarnó el lema episcopal del Cardenal Newman: Cor ad cor loquitur, el corazón le habla al corazón. El Papa León sigue el mismo camino.
Nuestro nuevo Santo Padre ha dicho: “Construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad”.
Claramente y en maneras sustanciales, el Papa Francisco y ahora el Papa León son verdaderamente papas del Vaticano II. ¡Nos regocijamos en gratitud desde el fondo de nuestros corazones por los regalos maravillosos de Franciscus y Leo!
Imagen destacada: El Papa Francisco saluda al entonces cardenal Robert F. Prevost, ahora Papa León XIV, en la Plaza de San Pedro durante un consistorio en el Vaticano el 30 de septiembre del 2023. (CNS/Vatican Media/Ciudad del Vaticano)
