Dando la bienvenida a “héroes” migrantes

Tiempo de lectura: 7 minutos
Por: Giovana Soria
Fecha de Publicación: Sep 2, 2025

Ministerio migrante dirigido por Afiliados Maryknoll asiste a recién llegados en Illinois

Los corazones de Yahelis y José Flores se llenaron de regocijo cuando sus hijos fueron seleccionados como estudiantes del mes. Alfonso de 7 años y Sarita de 5 años fueron condecorados en un colegio público en Chicago el pasado abril.

La familia había llegado hace dos años luego de un viaje desgarrador desde su natal Venezuela, que los llevó a través de la selva del Tapón del Darién cruzando montañas, desiertos y ríos en su camino hacia la frontera entre México y Estados Unidos.

Durante el viaje, los coyotes pidieron a los padres que pagaran por cada niño antes de cruzar la frontera entre Guatemala y México. Yahelis, de 24 años, y su esposo no tenían dinero y temían que los coyotes se llevaran a sus hijos. “En ese momento, simplemente encomendé a mi familia a Dios”, dice. Un buen samaritano, un compañero migrante, pagó a los coyotes para que dejaran ir a los niños con sus papás.

Actualmente, al ver a sus hijos prosperar, Yahelis siente que esos esfuerzos valieron la pena. Además, agradece el apoyo del Ministerio Migrante de las parroquias católicas de Oak Park, Illinois. El ministerio está dirigido por un equipo de voluntarios interreligiosos, entre ellos Celine y Don Woznica, exmisioneros laicos Maryknoll y ahora afiliados Maryknoll.

El proyecto comenzó en mayo del 2023 como respuesta a la crisis humanitaria generada el año anterior, cuando el gobernador de Texas, Greg Abbott, decidió enviar autobuses llenos de migrantes desde la frontera hasta Chicago. A medida que los albergues de la ciudad se llenaban, los autobuses empezaron a dejar a los migrantes en la estación de policía del Distrito 15, cerca de Oak Park, un suburbio adyacente a Chicago.

Celine Woznica da la bienvenida a los visitantes al Centro San Edmundo. El proyecto ha recibido 19.000 visitas de migrantes. (Octavio Durán, OFM/EE. UU.)

Celine Woznica da la bienvenida a visitantes en Centro San Edmundo. El proyecto ha recibido 19.000 visitas de migrantes. (Octavio Durán, OFM/EE. UU.)

Un grupo de voluntarios llamado Equipos de Respuesta de Comisarías, creado a través de la aplicación WhatsApp, comenzó a recolectar tiendas de campaña, ropa, bolsas de dormir y comida para los recién llegados. “Recibíamos hasta 40 personas por semana”, recuerda Don. “Les dábamos una maleta con artículos de aseo básicos y una colcha. Se llamaba el kit de bienvenida”.

Celine cuenta que una de las primeras preocupaciones de los migrantes era dónde ducharse. La rectoría vacía de Santa Catalina de Siena-Santa Lucía abrió sus puertas para ese fin.

En enero del 2024, el Ministerio Migrante se trasladó a una exescuela primaria, que se convirtió en el Centro San Edmundo.

En el centro, decorado con banderas de los diversos países de origen de los migrantes, los voluntarios les dan la bienvenida con un desayuno caliente y ropa donada en buenas condiciones, mientras que a los niños se les ofrece un salón donde pueden jugar. El centro cuenta con decenas de voluntarios.

“El Espíritu Santo conecta a todas estas personas”, dice Celine, quien es directora de desarrollo del programa.

Margaret Burk fue invitada a ser voluntaria por un vecino. “Sentí que era una oportunidad para ayudar a personas con necesidad”, dice. Burk, una exmaestra, ayuda en el área de ropa donde dos veces por semana los migrantes pueden escoger prendas.

Voluntarios sirven un desayuno caliente. (Octavio Durán, OFM/EE. UU.)

Voluntarios les sirven un desayuno caliente a migrantes que visitan el centro en búsqueda de ayuda. (Octavio Durán, OFM/EE. UU.)

Los voluntarios del Centro San Edmundo conectan a los migrantes con proveedores médicos, servicios de ayuda de inmigración, clases de ESL, apoyo espiritual y vivienda o refugio temporal.

“Los mentores ayudan a los migrantes con lo que necesitan”, dice Margaret Rudnik, quien, como directora de vivienda y servicios al migrante, busca apartamentos para los recién llegados. El centro ha pagado hasta un año de alquiler y recibos de servicios a 23 familias e individuos, asignando hasta $20.000 por caso. El alquiler está financiado por Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Chicago y donaciones.

Manuel Pérez, 36, es un migrante que fue trasladado en autobús de Texas a Chicago. “Creo en los milagros, porque el centro me proporcionó un apartamento”, dice. Tras establecerse, Pérez se ofreció como voluntario en el centro.

“Ver cómo separan a las familias me parte el corazón”, dice Rudnik. “Ayudamos a mantener unidas a las familias y les damos una mano para que puedan valerse por sí mismas dentro de un año”.

Don Woznica (izq.), médico de familia que sirvió como misionero laico Maryknoll antes de unirse a los Afiliados Maryknoll, y la voluntaria Maria Cardona sirven en el Centro San Edmundo.(Octavio Durán, OFM/EE. UU.)

Don Woznica (izq.), médico de familia que sirvió como misionero laico Maryknoll antes de unirse a los Afiliados Maryknoll, y la voluntaria Maria Cardona sirven en el Centro San Edmundo. (Octavio Durán, OFM/EE. UU.)

La familia Flores tenía dificultades para pagar la renta de su apartamento. José, de 27 años, solía esperar trabajo como jornalero en la tienda The Home Depot. Pero a partir de enero, empezó a tener miedo de hacerlo, temeroso de ser perseguido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Yahelis contactó a Celine y le pidió ayuda. El ministerio pagó $1.300 para cubrir el alquiler.

Ante la amenaza de deportaciones masivas para los migrantes, el centro ha ampliado el alcance de sus programas de apoyo, educación y acompañamiento al migrante. Celine creó un Plan de Acción Familiar de 24 páginas para ayudar a los migrantes a prepararse en caso de detención o deportación.

El plan incluye una carta del párroco de las parroquias católicas de Oak Park, el Padre Carl Morello. “Nos encontramos en tiempos difíciles, pero tengan la seguridad de que siguen siendo bienvenidos en nuestra comunidad”, dice la carta. “No pierdan la esperanza, porque nuestro Dios amoroso, que los ha acompañado desde sus países de origen en sus largos viajes, es el mismo Dios amoroso que los acompañará ahora”.

“Tienen miedo de salir”, dice Celine sobre las personas a las que asisten. Los voluntarios reparten tarjetas rojas tamaño billetera que informan a las personas sobre sus derechos durante los encuentros con ICE.

“Tuvimos un caso de un migrante que fue detenido por ICE y les mostró la tarjeta roja que le dimos”, dice Don. “ICE lo dejó ir”.

Don, codirector de servicios a corto plazo, afirma que es importante que las personas se sientan seguras en el centro. Nadie puede entrar hasta que se les revise su identificación afuera. “Nunca habíamos pensado hacer esto”, dice Don, “pero si las puertas están abiertas, cualquiera puede entrar”.

El equipo de apoyo al migrante continúa ayudando con solicitudes de asilo y otros documentos. Si bien el número de migrantes ha disminuido desde enero, el centro ha ayudado a más de 140 solicitantes de asilo con sus aplicaciones. Desde que se inició el Ministerio Migrante, el centro ha recibido alrededor de 19.000 visitas que se han beneficiado de servicios.

El centro ofrece servicios de asistencia, gracias a la generosidad de sus donantes y a la dedicación de sus voluntarios, como Gary Jacobs que ayuda a una madre e hijo a seleccionar ropa. (Octavio Durán, OFM/EE. UU.)

El centro ofrece servicios de asistencia, gracias a la generosidad de sus donantes y a la dedicación de voluntarios como Gary Jacobs que ayuda a una madre e hijo a seleccionar ropa. (Octavio Durán, OFM/EE. UU.)

Don, médico de familia, y Celine, con el grado de doctora en Salud Pública, se unieron a los Misioneros Laicos Maryknoll en 1981 con su primer bebé de tres meses. Tras estudiar español en Bolivia, sirvieron en Nicaragua durante tres años. Don trabajó en un centro de salud mientras Celine era promotora de salud.

Luego sirvieron en Oaxaca, México, por seis años, trabajando con comunidades eclesiales de base, conocidas como pequeñas comunidades cristianas, y en un proyecto para niñas huérfanas. Don fue voluntario en una clínica parroquial. Tras nueve años de misión en el extranjero, la pareja regresó con cuatro hijos a Estados Unidos, donde tuvieron a su quinto hijo.

Ahora los Woznica se encuentran de nuevo en misión, en Illinois. Recientemente, Celine recibió una llamada de Yahelis, quien quería devolver los $1.300 que les dieron de alquiler. “¿No es increíble?”, dice Celine. “Yahelis también trae arepas venezolanas al centro”.

“Celine nos ha ayudado en momentos difíciles”, dice Yahelis. “Le doy gracias a Dios por ponerla en mi camino”. En caso de que ella y José sean detenidos, han designado a Don y Celine para que se encarguen temporalmente de la custodia de Alfonso y Sarita. Considerados parte de la familia Flores, los misioneros asistieron a la ceremonia de los estudiantes del mes.

Para Don y Celine, los migrantes son una inspiración. “Son mis héroes, por lo que han pasado”, dice Celine. “Lo único que quieren es trabajar y empezar una nueva vida”.

Los nombres de los migrantes han sido cambiados para proteger sus identidades. 

Imagen destacada: Los migrantes recién llegados reciben asistencia en el Centro San Edmundo en Oak Park, Illinois. El proyecto está dirigido por los Afiliados Maryknoll Celine y Don Woznica. (Octavio Durán, OFM/EE. UU.)

Sobre la autora/or

Giovana Soria

Giovana Soria nació y creció en Lima, Perú. Completó una licenciatura en Ciencias de la Comunicación/Periodismo en la Universidad de San Martín de Porres de Lima. Como redactora, ella escribe y traduce artículos para la revista Misioneros y Maryknoll magazine, nuestra publicación en Inglés. Sus artículos también han sido publicados en la revista bilingüe ¡OYE! para jóvenes católicos hispanos. Su trabajo ha sido premiado por la Asociación de Prensa Católica de Estados Unidos y Canadá. Vive en el condado de Rockland, Nueva York.

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