En su trabajo en la diócesis de Fresno, Noriega participó en una Misa el 11 de septiembre, 2015, en la Catedral del Santo Nombre en Chicago. (CNS/Chicago)
LÍDER LAICA HISPANA EN CALIFORNIA OFRECE SU TRABAJO Y VIDA AL SERVICIO DE LA IGLESIA
Brenda Noriega, 30, no olvida dos momentos jubilosos de su vida, cuando habló, miró a los ojos y tocó las manos del Papa Francisco. Primero en un almuerzo privado en la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá y luego en una audiencia en el Vaticano, después del Sínodo de Obispos sobre los jóvenes.
No olvida estas palabras del papa a los jóvenes: “¡Siempre apurados, nunca ocupados! Apurados siempre al encuentro del necesitado pero nunca lo suficientemente ocupados para ayudar y salir al encuentro de nuestros hermanos”.
La joven, recientemente se unió a Maryknoll como promotora misionera en Los Ángeles, California, donde ha servido como líder laica por más de una década. Debido a esa trayectoria, ha sido invitada a participar en comités en Estados Unidos y el extranjero.
Probablemente a consecuencia de esa relación nociva, Noriega y unas amigas empezaron a practicar el ocultismo. “Mis amistades venían de familias disfuncionales y no sabíamos lo que hacíamos”, dice ella. “Estaba deprimida y tan confundida con mi vida que traté de suicidarme dos veces”.
Noriega ocultó su sufrimiento, dice, por miedo a que sus padres se decepcionaran de ella. “Fui criada con amor, pero a esa edad no tenía consciencia”, dice ella. Su familia asistía a una iglesia evangélica, aunque Brenda fue bautizada y confirmada en la Iglesia Católica.
Cuando los padres de Noriega se percataron de los cambios en su personalidad y del abuso que sufría, le aconsejaron terminar esa relación, pero ella no lo hizo. Entonces, decidieron enviarla a California. “Era la oveja negra de mi familia, me convertí en una niña muy rebelde y esa fue la única forma que mis padres encontraron para salvarme de mi misma”, dice Noriega.
Viaje a Estados Unidos
A los 17 años de edad Noriega llegó a Fresno, California, para vivir con su hermano. Sintió desolación, resentimiento con sus padres, y le resultó difícil aprender un nuevo idioma y estudiar en la escuela secundaria.
Momentos Difíciles
Pero antes de esas oportunidades, dice Noriega, ella pasó adversidades en su adolescencia “y épocas de mucha oscuridad espiritual”.
Ella conoció a su primer enamorado a los 15 años de edad en su natal Guanajuato, México. “Inició como una relación normal y luego él empezó a controlar mis decisiones: la forma que vestía, como me peinaba, los amigos que tenía y actividades que acudía”, dice. Luego, ella padeció maltrato físico, emocional y sexual de su novio.
En una conferencia de prensa, Noriega (tercera de la dcha.) con otros jóvenes que participaron en un almuerzo privado con el Santo Padre en la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá. (CNS/Panamá)
El verdadero amor espera
Un día, una compañera de escuela la invitó al retiro espiritual de fin de semana: “El verdadero amor espera”. En el retiro, durante una dinámica grupal, sintió un llamado que no entendía. Fue a la capilla hacia el Santísimo y de rodillas empezó a rezar, lágrimas cayeron sobre sus mejillas. Cerró sus ojos, dice, y vio una luz resplandeciente en un jardín hermoso y escuchó una voz que le decía: “‘No tengas miedo yo estoy aquí. No tengas miedo, ya estás aquí’. Sentí un amor abundante y una paz en mi corazón”, dice Noriega. “Esa fue mi conversión. Desde ese momento decidí entregarme a Dios. Me aferré a Él como un náufrago se aferra a una balsa en medio del océano”.
Al terminar la secundaria fue a California State University. En unas vacaciones, fue a Colombia a discernir su ingreso a la vida consagrada con los Misioneros Predicadores de Jesús y María. “Sentía un llamado fuerte de Dios, pero no entendía que me pedía”, dice. Al año siguiente, regresó en un viaje misionero de tres meses para evangelizar, orar por los pobres e indigentes y organizar retiros en el departamento de Cauca.
Allí, le conmovió la fe de Felipe, hombre desahuciado con cáncer. Viajaba dos horas a una aldea pobre para orar con él. “Él decía que su cuerpo sanaba y el dolor se iba cuando orábamos; yo sabía que la fe de ese hombre era más grande que la mía”, dice ella.
Tras ese viaje, Noriega tomó consciencia que, como en Colombia, en Fresno también había gente que sufría y necesitaba oración. Decidió servir a su comunidad siendo laica.
Discernimiento vocacional
Antes de terminar la universidad en el 2012, Noriega inició una pasantía en la Diócesis de Fresno y la organización Fe en Comunidad, ahora Fe en Fresno, donde aprendió organización comunitaria basada en la fe. Fue algo enriquecedor, dice, porque leyó los documentos de Puebla, Medellín y Aparecida, y aprendió la metodología “Ver, Juzgar y Actuar”, que aplicaría en su ministerio con los jóvenes.
En el 2014, Noriega comenzó a trabajar para la Diócesis de Fresno como coordinadora del ministerio hispano, por tres años, y en la Diócesis de San Bernandino, dos años, como coordinadora de los programas de jóvenes. Esos trabajos le abrieron las puertas para colaborar en múltiples comités representando a los jóvenes.
“Para que hoy yo pueda servir a Cristo, han sido necesarios guías espirituales, mentores, profesores, familia y amigos”, dice ella. “Desde que llegué de México, nunca he estado sola. La forma más clara de sentir a Cristo es, a veces, a través de aquellos que se toman un café con nosotros”.
V Encuentro
Participó en el V Encuentro, a nivel parroquial, diocesano, regional y nacional. En 2018, fue invitada como panelista en el V Encuentro Nacional y como maestra de ceremonia en la cena de los obispos con los jóvenes. “Uno de los frutos del V Encuentro es la invitación a los hispanos a tomar un rol de liderazgo, no solo entre hispanos sino en toda la Iglesia”, dice ella.
Brenda Noriega con Brian Rhude durante una conferencia de prensa en la asamblea de la Conferencia Católica de los Estados Unidos. (CNS/Baltimore)
Papa Francisco
Noriega recalca que haber conocido al papa fue una gran bendición. Ella, en representación de Estados Unidos, y otros nueve jóvenes de otros países, tuvieron un almuerzo privado con el papa en la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá en enero, 2019. El papa les habló sobre la importancia del cuidado de la casa común y pidió que oraran por la Iglesia. Ella además valora la oportunidad de haber conocido a jóvenes de otros países. “Ser bilingüe me ayudó a ser un puente entre diferentes comunidades”, dice ella. “Me impactó muchísimo convivir con los jóvenes y conocer sus historias”.
El pasado junio, ella acudió a la audiencia de la exhortación postsinodal del Papa Francisco junto a 250 jóvenes de diferentes partes del mundo y saludó nuevamente al papa. “El papa recalcó que los jóvenes son el hoy de Dios, no solo el futuro”, dice ella. “Me conmovió escuchar las realidades de otros países. A veces vivimos en nuestra propia burbuja en Estados Unidos y olvidamos a nuestros hermanos”.
En noviembre, Noriega recibió una invitación del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida del Vaticano para ser parte del comité de asesores para jóvenes católicos líderes por un termino de tres años. “El papa quiere continuar el dialogo con la juventud”, dice Noriega, quien es una de los 20 jóvenes que participarán. “Es una gran responsabilidad saber que represento a Estados Unidos y a los jóvenes. Tengo que escucharlos y transmitir su mensaje, ser accesible para que se abran a mí. No solo hispanos, sino afroamericanos, nativos y americanos”.
Discípulos Misioneros Maryknoll
En su trabajo con Maryknoll que inició en febrero, Noriega está feliz de ser parte del equipo de Discípulos Misioneros Maryknoll y apoya la importancia de hacer misión fuera del país y servir en comunidades a nivel local.
Noriega se graduó con un título en literatura hispanoamericana y administración de organizaciones sin fines de lucro, y obtuvo una maestría en ministerios de teología pastoral.
Noriega quien continuará sirviendo a la Iglesia Católica como hija de Dios, sueña con una iglesia que está en constante escucha y dispuesta a encontrar nuevas formas de hacer iglesia sin cambiar quienes somos. Ella se siente inspirada por los jóvenes. “Cuando veo a jóvenes que tienen un gran deseo de encontrar a Dios y están dispuestos a cambiar su vida, veo en ellos la cara de Cristo. Ellos me siguen recordando por qué me levanto cada día diciéndole a Dios: ‘Sí, Señor, voy a ser ministro de tu iglesia’”.