Una misionera laica Maryknoll en Tanzania cuenta la historia de éxito de Samwel Chacha.
La otra noche, recibí una llamada de Samwel Chacha, un huérfano con el que trabajé en Tanzania, donde sirvo como misionera laica Maryknoll. Criado por su tía, Samwel se unió a nuestro programa en Uzima Center en la ciudad de Mwanza en 2003, cuando estaba en tercer grado. Cuando estuvo en la escuela secundaria, fue el líder de nuestro grupo de adolescentes. Siendo un joven activo en los scouts quien además sobresalía académicamente, esperaba continuar sus estudios.
Desafortunadamente, en 2011 reprobó el examen nacional requerido para ir más allá del nivel secundario dentro del sistema de escuelas públicas. Vemos casos como este de vez en cuando, donde los resultados de las pruebas de un estudiante no reflejan su capacidad. Hay varias razones, incluida la corrupción y el soborno generalizados.
Pero Dios tenía planes para Samwel. Su hermana mayor se había casado recientemente, y como él es su pariente masculino más cercano, el precio que el novio pagó por la novia fue para Samwel. Este mahari (dote) fue pagado en la forma tradicional, en vacas.
Decidido a seguir un curso de enfermería-obstetricia de dos años, Samwel se postuló para una escuela de enfermería privada en Dar es Salaam. Vendió suficientes vacas para pagar su primer año. Como esperábamos, lo hizo muy bien. Sin embargo, las vacas restantes no fueron suficientes para pasar su segundo año, así que decidimos ayudar.
Le aconsejé a Samwel: “Termina, consigue un trabajo y ahorra para volver a la escuela. Ve tan lejos como puedas”.
Samwel trabaja como enfermero de primera línea en el pabellón para pacientes con COVID-19 (Foto cortesía de Maryknoll Lay Missioners)
Bueno, aparentemente se tomó en serio esas palabras. Me llamó para informarme que había completado más estudios para obtener un diploma de enfermería y que acababa de comenzar un programa de la escuela de medicina de cuatro años para ¡convertirse en anestesiólogo! Ahora, él se encuentra en el hospital más grande del país, donde ha sido un trabajador de primera línea en la sala de COVID.
Samwel siempre ha sido un joven excepcional, pero todo esto fue más allá de lo que yo pude haber imaginado. Me aseguró que los casos de COVID-19 han bajado, con solo dos o tres nuevos casos por día y muy pocas muertes (en comparación con principios de este año, cuando la situación era terrible).
Le pedí algunas fotos y me envió más de 20. Me agradeció por ayudarlo a completar ese primer curso de enfermería, sin el cual nunca hubiera llegado a donde está hoy.
No podría haberme sentido más orgullosa aunque Samwel fuera mi propio hijo.
Esta historia fue publicada originalmente por Maryknoll Lay Missioners.
Imagen destacada: Samwel Chacha trabaja duro para hacer realidad sus sueños. Está estudiando en la escuela de medicina para convertirse en anestesiólogo. (Cortesía de Maryknoll Lay Missioners)