Jesús afirmó repetidas veces que vino a hacer la obra de Dios y que estaba facultado por el Espíritu para salvar al pueblo compartiendo el amor de Dios con ellos. Vivió su misión llevando la Buena Nueva a los pobres; liberando a los oprimidos; y curando a los enfermos; lo que muchas veces fue algo más que sanaciones físicas. En su época, la lepra, por ejemplo, no sólo causaba sufrimiento físico sino que condenaba a las personas al ostracismo. Cuando Jesús curaba a los leprosos de su enfermedad, también los reconectaba con sus comunidades.
La Iglesia primitiva continuó esa misión. Energizados por el Espíritu Santo, los apóstoles proclamaron la Buena Nueva en palabra y acción. Como leemos en Hechos de los Apóstoles, hay un sentido de urgencia e incluso de obligación, entre los primeros seguidores, de compartir el amor de Dios debido a lo que vieron y vivieron con Jesús. En una ocasión, enfrentando una oposición Pedro dijo: “Debemos obedecer a Dios. ¡Nosotros somos testigos de estas cosas! (Hechos 5:32)”.
En esta edición veremos a los “testigos” de la Buena Nueva de nuestros tiempos. El Padre Kevin Conroy, sacerdote asociado a Maryknoll, continúa el ministerio de sanación de Jesús en Camboya, ayudando a que las personas con enfermedades mentales encuentren tratamiento y comprensión en sus comunidades. En ese mismo país, la Hermana Maryknoll Mary Little y su equipo llevan a través de la educación las buenas nuevas de un futuro brillante a niños pobres. En Brasil, el trabajo de la Misionera Laica Maryknoll Joanne Blaney ayuda a restaurar las relaciones entre víctimas de crímenes y sus asaltantes.
Como los apóstoles, estos misioneros tienen un sentido de urgencia de proclamar la Buena Nueva a través de sus vidas de servicio.
En el bautizo, nosotros también nos volvemos discípulos misioneros y “testigos” de las cosas que Jesús dijo e hizo. Como tales, estamos llamados no sólo a proclamar la fidelidad a Dios en nuestras vidas, sino también a denunciar las injusticias de nuestro mundo y trabajar para restaurar la integridad. Comisionados por Dios y empoderados por el Espíritu, estamos invitados a llevar la Buena Nueva a los pobres, liberar a los cautivos y sanar a los enfermos. Al tomar estos riesgos, se nos asegura que Jesús nos acompaña y que el Espíritu de Dios nos dará lo que necesitamos para ser fieles. ¿Cómo responderás?