El mundo de un padre Maryknoll se expande
al servir en cultura China
Mi misión es una aventura con Dios en un mundo nuevo. Estoy empezando mi recorrido como sacerdote Maryknoll en China, donde estudio chino en una universidad y ayudo en diferentes parroquias. Una gran parte de nuestra misión aquí es apoyar a la Iglesia local a través de nuestra presencia.
A menudo tengo que confiar en el camino de Dios porque mi modo de hacer las cosas no siempre funciona en la cultura china, la cual es muy diferente de mi cultura. Siendo de Minnesota, me gusta ser independiente; me gusta mi propio espacio. En China el grupo es más importante que el individuo.
Tener mi espacio personal es improbable, especialmente cuando entro en un autobús ya lleno. Hacer cosas a solas no es la norma. La gente hace cosas en grupos y la familia es extremadamente importante. La gente me está enseñando que tener una buena relación con alguien tiene prioridad sobre las necesidades individuales.
Simplemente caminar por la calle en China es una aventura. Muchas personas se sorprenden al ver a un extranjero porque pocos extranjeros viven en China. Muchas ciudades tienen poblaciones más grandes que el estado entero de Minnesota. Allí, a veces no me encontraba a nadie al pasear por la calle, pero en China hay gente en todas partes. Cuando manejo bicicleta, tengo que mirar 360 grados alrededor para no chocarme con alguien o ser golpeado por un auto.
La gente tiene curiosidad cuando ve a un extranjero. Extraños se acercan y me preguntan: “¿De dónde eres?” “¿Qué estás haciendo aquí?” “¿Qué edad tienes?” “¿Estás casado?” “¿Cuánto dinero ganas?” La lista continúa. De hecho, algunas personas quieren tomarse una foto conmigo y añadirme a su WeChat, que es el equivalente chino de Facebook.
A menudo tengo que confiar en el camino de Dios porque mi modo de hacer las cosas no siempre funciona
La mayoría de la gente aquí no tiene idea de lo que es un sacerdote, así que les digo que soy un maestro. Estoy ayudando a dictar clases de inglés en uno de los seminarios y el próximo año enseñaré inglés en una universidad. Jesús enseñó con el ejemplo. Siento a Jesús presente en la gente y en mis interacciones con ellos. Cuando aprendemos unos de otros, compartimos más que culturas e ideas; estamos compartiendo el amor de Dios.
Como extranjero en China, estoy limitado en lo que puedo hacer, pero esto es una bendición porque debo confiar en la ayuda de la gente. La primera vez que entré en una estación de tren aquí, me sentí como un pequeño bote siendo llevado por el mar de gente entrando y saliendo. No sabía a dónde ir. En ese entonces, sólo sabía unas cuantos letras chinas para encontrar el nombre de la ciudad a la que quería ir, lo que era casi imposible. En medio de la gran multitud, dos universitarios vinieron a mi rescate. A través de una combinación de chino e inglés pudimos comunicarnos. Me ayudaron a comprar un billete de tren y me señalaron la dirección de mi tren.
Cristo camina conmigo en esta aventura misionera y provee a personas a lo largo del camino que actúan como Cristo al prestar una mano. Estoy asombrado de cómo el Espíritu Santo siempre provee a alguien para ayudar y nos permite comunicarnos a pesar de que no podamos hablar el mismo idioma.
Entrar en lo desconocido puede ser aterrador, pero si aceptamos la invitación a la misión y confiamos en Dios, Dios nos llevará a una aventura más allá de nuestra imaginación.
Foto principal: El Padre Shaun Crumb en el Palacio Imperial Shenyang, Manchuria, China.