Pareja de esposos de Estados Unidos trae a casa los frutos y enseñanzas de su experiencia misionera en Tanzania
Hace doce años si alguien nos hubiera dicho que venderíamos casi todas nuestras posesiones, nos mudaríamos a 8.000 millas de distancia a Tanzania y regresaríamos a Estados Unidos más ricos de lo que éramos, nuestros cerebros no hubieran podido procesar la locura de vivir el Evangelio de ese modo. Pero como los primeros discípulos, quienes debieron estar un poco locos para dejar sus redes y seguir a Jesús, nos sentimos llamados hacia Jesús en los márgenes de la sociedad en Tanzania. Ahora, al terminar nuestra misión en el extranjero, compartimos lo aprendido y esperamos con ansias el continuar nuestra vocación.
Nuestro sendero particular como pareja empezó cuando nos conocimos como estudiantes de primer año en Boston College, una universidad jesuita y católica en Chestnut Hill, Massachusetts.
El participar en viajes de inmersión a corto plazo, por separado, durante nuestros años de pregrado plantó en nosotros las semillas para la misión, regadas por la formación jesuita para vivir como “hombres y mujeres para los demás”. Cada uno de nosotros comenzó a sentir un llamado por la misión a largo plazo, lo que dio inicio a un proceso de discernimiento de seis años mientras afinábamos nuestras habilidades profesionales.
Michael obtuvo una maestría en administración de negocios y desarrolló estrategias de comercialización para una compañía de bebidas en Dallas, Texas. Ashley, con un bachiller en relaciones internacionales, trabajó para el Departamento de Justicia en Boston, Massachusetts antes de trasladarse a Dallas para empezar su vida matrimonial con Michael. Fue en este momento que el llamado a la misión se puso en marcha.
Deseando aprovechar nuestras habilidades profesionales para contribuir al alivio de la pobreza, lograr un mundo más justo y compasivo, y vivir los valores del Evangelio de una manera tangible, nos sentimos llamados a ser Misioneros Laicos Maryknoll. Durante los últimos tres años y medio, tuvimos el privilegio de servir en un barrio pobre de Mwanza, en Tanzania. Esta etapa resultaría ser la más formativa de nuestras vidas. Mwanza es un asentamiento humano sobrepoblado que carece de viviendas adecuadas así como de eficientes sistemas de electricidad, sanidad y agua potable.
Michael fundó y administró un ministerio en asociación con Education for Better Living Organization, una organización no gubernamental local, que promueve la inclusión social y financiera de jóvenes marginados y capacita a las mujeres tanzanas para que consigan empleo y dirijan empresas exitosas. Él dirigió la facilitación de entrenamientos de liderazgo y emprendimiento, condujo tutorías de desarrollo de negocios e inició cooperativas de ahorro y micropréstamos, dotando a 500 tanzanos de habilidades empresariales.
Ashley estaba igualmente comprometida con su ministerio, actuando como co-directora de Lulu Project, una organización comunitaria que ayuda a las niñas vulnerables de Tanzania a descubrir sus talentos, planificar su futuro y comenzar pequeñas empresas. A través de reuniones semanales de clubes de vecindario y un plan de lecciones de un año, Ashley trabajó para empoderar a las mujeres jóvenes con un enfoque en cooperación, valentía y creatividad. Más de 600 mujeres fueron capacitadas para facilitación entre compañeros y habilidades artesanales para ayudar a allanar el camino para futuros más saludables.
El nacimiento de nuestra hija, Fiona, en enero del 2017, avivó nuestros ministerios. Los niños son un regalo precioso para cualquier comunidad, y nos sentimos abrumados por la felicidad que Fiona trajo a aquellos en nuestro vecindario y ministerios. En la cultura tanzana, la familia es de importancia crítica, y las parejas que son padres por primera vez incluso reciben una nueva identidad. Siempre seremos conocidos como Baba Fiona y Mama Fiona, títulos que estamos muy orgullosos de llevar.
Fuimos a Tanzania reconociendo que las personas a quienes encontraríamos tienen recursos y fortalezas inherentes—nadie es un recipiente vacío que necesita ser llenado.
Como es a menudo el caso, dejamos el país habiendo recibido tanto como hemos dado. En particular, los tanzanos nos enseñaron a practicar la hospitalidad desenfrenada. Una y otra vez, fuimos los humildes receptores de la generosidad y la calidez increíble del tipo que sólo puede venir de los que dan de su pobreza, y no de lo que les sobra.
Además, los tanzanos nos enseñaron a tener una fe completa y absoluta. Conversaciones con vecinos, compañeros de trabajo, y personas de nuestros ministerios nos revelaron constantemente su profundidad de fe. “Dios está conmigo”. “Dios nos protegerá y velará por nosotros”. “Dios me está ayudando”. “Si Dios quiere, se hará”. Estos son los mensajes de fe, esperanza y optimismo que surgen de las voces de aquellos que tienen toda la razón en el mundo para estar desesperados, pero no lo están. La resiliencia y la alegría del pueblo tanzano seguirán para siempre con nosotros.
¿Y ahora qué? Después de mudarnos a Washington, D.C., Michael comenzó a trabajar con una organización comprometida en aliviar la pobreza creando justicia económica e inclusión financiera para todos. Ashley está estudiando abogacía, para abogar por los derechos de los miembros más vulnerables de la sociedad. ¿Y nuestra hija, Fiona? Bueno, nuestra pequeña bebé nos está manteniendo muy felizmente ocupados.
Pero, por supuesto, este no es el final de nuestra “misión”. Seguimos adelante abrazando el carisma de Maryknoll, siempre buscando vivir una vida de misión. Esto significa salir intencionalmente a los bordes de la sociedad, a los más vulnerables y marginados entre nosotros. Los Evangelios ponen de relieve la compasión que Jesús tuvo por el sufrimiento, y como señala el Papa Francisco: “La compasión conduce a Jesús a la acción concreta: ¡restablece a los marginados!”
Cada comunidad tiene su centro y sus aristas. Como escuchamos por primera vez del Padre Maryknoll Jim Eble, cada comunidad tiene sus centros y bordes. Los Maryknoll existen para salir a los bordes, hacia los que viven en los márgenes. Volvemos al centro para compartir nuestras experiencias, pero en última instancia volvemos a los bordes, porque ahí es donde estamos llamados.
Somos gente de los márgenes. Animamos a otras parejas y familias a abrazar la locura necesaria para salir a los bordes y sumergirse en la realidad de la vida tal como lo hizo Jesús.
Foto principal: Misioneros Laicos Maryknoll Michael y Ashley Leen y su hija Fiona durante su misión en Mwanza, Tanzania.