Desde El Bronx a Maryknoll

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: John Blazo, M.M.
Fecha de Publicación: Dic 1, 2022

Después de 34 años como editora de la revista Maryknoll, Margaret Gaughan se jubiló recientemente. “Ha sido una bendición trabajar en Maryknoll, donde compartir la fe es la razón de ser”, dice Marge, como la conocen sus colegas y amigos.

Marge, la mayor de cuatro hijas y dos hijos de Agnes y James Gaughan, dice que la fe fue la base de su familia mientras crecía en el Bronx, Nueva York. Asistió a la escuela primaria de su parroquia, St. Frances de Chantal, y a Preston High School, ambas administradas por las Hermanas de la Divina Compasión. “Me atrajo su carisma”, dice Marge, quien se unió a esa comunidad religiosa en 1966.

Con una licenciatura en inglés y una maestría en estudios religiosos, ella enseñó inglés en la escuela secundaria y luego se desempeñó como directora parroquial de educación religiosa. En 1981, dejó su comunidad religiosa y consiguió un trabajo en la ciudad de Nueva York como correctora y editora de publicaciones comerciales. Pero ella comenzó a extrañar el ministerio.

Casualmente, en 1985, Marge asistió a la primera Misa de un vecino que fue ordenado sacerdote Maryknoll. En la fiesta, en el patio de la familia, Marge conoció a varios miembros de Maryknoll y del personal de la revista Maryknoll, incluido el entonces director editorial Frank Maurovich. “Le dije a Frank que la revista Maryknoll me había inspirado desde que era niña y que leía la copia de mi abuela”, dice Marge. “¡Incluso consideré ser una hermana Maryknoll, pero tenía miedo de los lugares remotos con animales salvajes y serpientes!”

Maurovich dijo que la revista no tenía vacantes de trabajo, pero animó a Marge a enviarle su currículum. Tres años más tarde, la invitó a unirse al equipo de la revista Maryknoll, ahí es cuando comenzó su larga relación con Maryknoll.

Comenzó como correctora y editora, y pronto empezó a realizar entrevistas y a escribir artículos. “Siempre estaré agradecida con Frank por confiar en mí y ayudarme a crecer como editora”, dice.

“Mi trabajo principal”, explica Marge, “fue ayudar a los misioneros a contar sus historias, haciéndolas más accesibles al lector”. Eso significaba aclarar ambigüedades, comprobar hechos y sacar a la luz detalles ocultos que harían la historia más interesante. “Es como enderezar cuadros en una pared”, dice Marge. “Si la imagen está torcida o al revés, el espectador no puede disfrutar plenamente de su belleza”.

La habilidad de Marge para “enderezar imágenes” ayudó a la revista Maryknoll a ganar numerosos premios a lo largo de los años. Y trabajar para Maryknoll pasó de ser un trabajo a convertirse en una vocación. Marge dice que su vida se enriqueció con las historias de los misioneros de Maryknoll. “Me conmovió lo mucho que amaban a las personas con las que trabajaban en el extranjero”, dice.

Ella experimentó la misión en el extranjero en un viaje de reportaje a El Salvador en el 2001. “Estuve allí el 11 de septiembre entrevistando a sobrevivientes de dos terremotos severos cuando los terroristas atacaron las Torres Gemelas en Nueva York, a solo 40 minutos de mi casa”, recuerda Marge. Le impresionó que en medio de su propio sufrimiento el pueblo salvadoreño expresara una profunda solidaridad con el pueblo de Estados Unidos.

Editando cada número de Maryknoll durante más de tres décadas, desde su escritorio en Nueva York, Marge se familiarizó con los sitios misioneros de Maryknoll en todo el mundo. Su entusiasmo por la misión, y su notable don para recordar nombres y fechas, la han convertido en una verdadera historiadora de las narrativas de Maryknoll.

“Marge es simplemente una de los mejores editores que he conocido”, dice Lynn F. Monahan, director editorial ejecutivo de la revista Maryknoll. “Ha sido una inspiración trabajar con ella”. Señala que Marge obtuvo el reconocimiento no solo de sus colegas en Maryknoll, sino a nivel nacional, siendo honrada en el 2017 como Editora del Año por la entonces Asociación de la Prensa Católica, la cual citó su maestría en “reenfocar y reescribir historias para que artículos regulares sean buenos y para que buenos artículos sean geniales”.

En su jubilación, ella continúa ofreciendo Misa y oración diaria por las misiones de Maryknoll.

Marge dice: “La mano de Dios siempre me ha guiado en cada encrucijada. Espero con ansias la siguiente dirección”.  

Imagen destacada: Marge Gaughan y el Padre Maryknoll John Moran (dcha.), al lado del Padre Maryknoll Raymond Finch, reciben los premios Padre Thomas F. Price del 2019, que lleva el nombre de uno de los fundadores de Maryknoll, por ejemplificar el espíritu misionero. 

 

Sobre la autora/or

John Blazo, M.M.

El Hermano Maryknoll John Blazo, de Hempstead, Nueva York, trabaja como promotor misionero en EE.UU.

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