Reflexión Maryknoll: La lección de las semillas

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Jul 14, 2023

Por Stephen Veryser, MKLM.

Decimoquinto domingo ordinario
Domingo, 16 de julio, 2023
Is 55:10-11 | Rom 8:18-23 | Mt 13:1-23

He estado desempleado de verdad solo una vez en mi carrera. Ahora recuerdo con gratitud esos ocho meses en el 2011 que estuve sin trabajo, pero en ese entonces fue difícil con una nueva familia. En este tiempo estéril de mi vida, se plantaron las semillas de humildad genuina que continúan edificándome hoy. Aunque ya había trabajado y vivido en Tanzania unos cuantos años con la presunción de que tenía mucho que ofrecerle a la sociedad, el no tener empleo me forzó a admitir que poco me diferenciaba de tantísimos profesionales tanzanos que también buscaban trabajo.

Poco importaba que yo tuviera una licenciatura de una prestigiosa universidad en Estados Unidos, que hubiera hecho trabajo voluntario enseñado matemáticas por muchos años de mi vida, que hablara suajili bien, o que hubiera administrado la construcción de una gran escuela. Tuve que encarar el hecho de que estaba desempleado en un país con muchos desempleados. Tuve que sincerarme con quién era yo como ser humano, a diferencia de la experiencia que mejor conocía: la un ser “que hace”.

Pensar en la humildad como un valor, o incluso como una habilidad, parece un concepto extraño en la cultura estadounidense. Sin embargo, la humildad, la paciencia, la comprensión, la amabilidad – los frutos y dones del Espíritu Santo – son el tipo de cosecha al que refieren las lecturas de hoy. Cuando San Pablo escribió en su carta a los romanos que “la creación está ahora sometida al desorden”, él reconoce que los seres humanos somos débiles. Estamos supuestos a ser débiles, de hecho, para que busquemos a nuestro creador.

He aprendido mucho acerca de mi relación con Dios a través de la relación de 16 años con mi esposa. Mientras yo tenía problemas encontrando un trabajo lucrativo durante esos meses, mi esposa nos sostuvo y se mantuvo a mi lado. En una sociedad dominada por los hombres, eso tuvo que ser una lección de humildad tanto para ella como lo fue para mí. Esa experiencia fortaleció nuestro matrimonio como nada más lo hubiera hecho.

Si alguna vez has cosechado algo, sin duda puedes apreciar tanto el milagro de la experiencia como el esfuerzo que requiere. Aunque hay algo mágico cuando una semilla germina y nace una planta que ojalá florezca y dé frutos, hay también mucho esfuerzo humano dirigido a proveer suficiente – mas no excesiva – agua y luz solar, así como a arrancar la mala hierba. Es ahí que, esperemos, se pueda cosechar algo para comer, un “pan diario”.

Recientemente sembramos verduras en nuestro jardín aquí en Mwanza. Curiosamente, cuando las plantamos en la temporada de lluvias, no les fue bien. El agua arrasó las semillas de amaranto, a la espinaca la invadió un hongo y las plagas destruyeron las verduras. Solo cuando las lluvias mermaron y volvimos a sembrar fue que empezamos a ver nuestro jardín florecer. Aunque exigió algo más de esfuerzo y agua, el clima seco fue más propicio para el crecimiento de las plantas. Seis semanas después de sembrar, estamos comiendo una variedad de verduras en cada comida.

Los escritores de diferentes libros de la Biblia usan imágenes de la agricultura para enfatizar la naturaleza y la gracia de la fe. Aunque somos débiles, tenemos que esforzarnos y a la par que reconocemos nuestra debilidad, también reconocer la gracia de Dios.

A veces nos decepciona que los triunfos de Dios no sean iguales a nuestras nociones mundanas. Esperamos crecer como valiosa madera de teca, mientras Dios necesita que seamos verduras frondosas. El chiste se cuenta solo. Fue Dios quien creó las semillas, la tierra, el sol y el agua. Por su gracia y nuestro consentimiento, nuestros triunfos se convierten en sus triunfos, aprendemos a ser más cariñosos, abnegados, alegres y amables. Puede que no sea un triunfo en el sentido mundano de la palabra, pero es cosecha rica para compartir el amor de Dios.

Steve Veryser, misionero laico Maryknoll desde 2018, es director de área de misioneros en Tanzania, Kenia, Sudán del Sur y Cambodia. Actualmente vive en Tanzania con su esposa, la misionera laica Maryknoll  Loyce Veryser, y sus tres hijos.

Para leer otras reflexiones bíblicas publicadas por la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll, haga clic aquí.

Foto destacada: Las semillas en el huerto de la familia Veryser en Tanzania han dado fruto. (Cortesía de Stephen Veryser)

Sobre la autora/or

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll (MOGC por sus siglas en inglés) expresa la posición de Maryknoll en debates sobre políticas públicas, con el propósito de ofrecer educación en temas de paz y justicia social, defender la integridad de la creación y abogar por la justicia social, económica y del medio ambiente. Visita maryknollogc.org

Ediciones Archivadas