Por Cindy Wooden, Catholic News Service
ULÁN BATOR, Mongolia (CNS) — El Papa Francisco concluyó su visita de cuatro días a Mongolia como comenzaron los misioneros católicos: con caridad.
Al bendecir la nueva Casa de la Misericordia en Ulán Bator el 4 de septiembre, el Papa enfatizó que aunque las actividades católicas de caridad y servicio social han atraído a los mongoles a la Iglesia, el servicio está motivado únicamente por el amor.
El hermano salesiano Andrew Tran Le Phuong, director de la Casa de la Misericordia, dijo al Papa que las instalaciones ofrecerán un refugio para personas vulnerables, especialmente mujeres y niños; un centro de primeros auxilios para personas sin hogar; lavandería y duchas gratuitas; un lugar donde emigrantes retornados y otras personas necesitadas podrán acudir en busca de ayuda para conectarse con servicios; y un lugar de encuentro para coordinar la variedad de organizaciones caritativas católicas que operan en la ciudad.
Naidansuren Otgongerel, que adoptó el nombre de “Lucia” cuando fue bautizada, utiliza prótesis en brazos y piernas. Pero dijo al Papa, “soy la persona más afortunada del mundo, porque tomé la decisión de aceptar plenamente el amor de Dios, el amor de Jesús“.
El Papa Francisco aprovechó su discurso a trabajadores y voluntarios de la caridad “para refutar algunos mitos”, incluido uno sobre la razón por la que los católicos ofrecen educación y atención médica, alimentan a los hambrientos, dan cobijo a las personas sin techo y cuidan de las viudas y los huérfanos.
Un gran mito, dijo, es que “la Iglesia católica, que se distingue en el mundo por su gran compromiso en obras de promoción social, hace todo esto por proselitismo, como si ocuparse de los otros fuera una forma de convencerlos y ponerlos ‘de su lado’. ¡No!”
“Los cristianos hacen lo posible para aliviar el sufrimiento de los necesitados porque en el pobre ellos reconocen a Jesús, el Hijo de Dios, y en él la dignidad de toda persona, llamada a ser hijo o hija de Dios”, insistió el Papa.
La Casa de la Misericordia, dijo, debe ser un lugar “donde personas de credos diferentes, y también los no creyentes, unen sus propios esfuerzos a los de los católicos locales para socorrer con compasión a tantos hermanos y hermanas en humanidad”.
A lo largo de su estancia en Mongolia, el Papa Francisco trató garantizarle al gobierno y a aquellos mongoles que desconfían que los cristianos están allí para ayudar y no para colonizar o socavar la cultura tradicional mongola.
Las obras de caridad que involucran a personas de diferentes religiones o sin religión en absoluto, dijo, ayudan a las personas a verse como hermanos y hermanas, dándoles un sentido de compasión “que el Estado sabrá custodiar y promover”.
“Para que se realice este sueño”, continuó el Papa Francisco, “es indispensable, aquí y en cualquier otro sitio, que quien posee la responsabilidad pública favorezca tales iniciativas humanitarias, reforzando una sinergia virtuosa para el bien común”.
El Papa también rechazó la idea de que “sólo las personas pudientes pueden comprometerse en el voluntariado” porque “la realidad dice lo contrario: no es necesario ser ricos para hacer el bien, es más, casi siempre son las personas comunes las que dedican tiempo, conocimientos y corazón para ocuparse de los demás”.
Otro mito, dijo, es “aquel según el cual lo que cuenta es el dinero, como si el único modo para cuidar de los demás fuera la contratación de personal asalariado y la inversión en grandes estructuras”.
“Ciertamente, la caridad requiere profesionalismo, pero las iniciativas benéficas no deben convertirse en empresas”, dijo el Papa, “sino conservar la frescura de las obras de caridad, donde quien pasa necesidad encuentra personas capaces de escucharlos compasivamente, más allá de cualquier tipo de retribución”.
Imagen destacada: Miembros de la honorable guardia montada, vestidos con armadura, desfilan a caballo frente al Papa Francisco y el presidente de Mongolia Ukhnaagiin Khürelsükh durante la ceremonia de bienvenida al Papa en la ciudad de la plaza de Sükhbaatar en Ulán Bator, Mongolia, Septiembre 2, 2023. (CNS/Vatican Media)