Sacerdote Maryknoll promueve el agua limpia y la agricultura orgánica en Petén
El Padre Maryknoll Edward Custer conduce en su camioneta pick-up a un grupo de jóvenes de la parroquia San Juan Apóstol en El Remate, Petén, Guatemala, hacia el lago Macanche. Alejandro Córdova, un feligrés, conduce a otro grupo de voluntarios. Su misión: limpiar la basura del lago que está sufriendo los efectos del abandono humano de las aldeas circundantes.
El esfuerzo es parte de un proyecto de Maryknoll que apoya al Vicariato de El Remate para alentar a las familias locales a cambiar sus hábitos para lograr un manejo más sostenible del ecosistema natural de la zona. Eso incluye la disminución de la producción de desechos sólidos, la reducción de la acumulación de basura en los lagos Macanche y Petén Itzá, así como la canalización de las aguas residuales domésticas a las fosas sépticas en las comunidades locales.
No es una tarea fácil. En el Lago Macanche, Córdova muestra su desaliento al ver a unos hombres lavando una camioneta en el lago. La grasa y el aceite del vehículo son una amenaza para los peces, pero no hay control para evitar tales prácticas.
Cerca de allí, unas mujeres lavan la ropa con detergente en el lago. “Esperamos instalar puestos de lavado, de concreto, cerca pero no en el lago”, dice Córdova. “El agua de enjuague sería absorbida por el suelo y no iría directamente en el lago”.
Los voluntarios del padre Custer recogen botellas, paquetes de detergente, latas de aceite, contenedores de plaguicidas vacíos, teléfonos celulares inservibles, baterías y otros artículos nocivos que encuentran en la orilla. Más tarde llevarán los desechos a un centro de reciclaje, dejando el lago un poco más saludable.
Cuando el misionero llegó a Guatemala en 2008, dice que la primera señal de peligro ecológico que notó fue que los árboles en la selva estaban siendo talados para dejar espacio para la ganadería. “Empecé a hacer ruido en las reuniones del vicariato en El Petén, pero no hubo mucho interés en el tema, incluso ahora, a pesar del llamado del Papa Francisco para el cuidado de la creación”, dice.
Él comenzó a concientizar a la población estudiantil y al público sobre cómo reducir el desperdicio y cómo deshacerse de él; a hablar con las autoridades locales para promover el cambio; y a proporcionar basureros cerca de las orillas de los lagos y lagunas.
El proyecto del padre Custer es una de varias iniciativas que buscan evitar una crisis del agua en el país. Un informe reciente en el periódico Prensa Libre cita a expertos ambientales que dicen que sin un plan integrado y una política sobre el manejo del agua, en unos 10 años el 100% de las fuentes de agua del país estarán contaminadas. Estudios recientes revelan que el 95% de los ríos ya están contaminados.
“Tengo esperanzas de que la gente despierte, pero es un proceso lento”, dice el misionero. “Existe cierta preocupación porque si nuestros lagos están contaminados, el turismo se verá afectado. Las escuelas, municipios y la iglesia local se están involucrando. Al menos algo se está haciendo”.
El misionero de South Bend, Indiana, ordenado sacerdote en 1972, pasó la mayor parte de sus años de misión en Nicaragua, donde tuvo un gran impacto en los jóvenes, especialmente los que aman el béisbol—ayudó a la construcción de un estadio, que lleva su nombre. Pero él afirma que su mayor logro fue en el campo de la protección del medio ambiente.
En Nicaragua sirvió en un área rural llamada Rancho Grande, donde, recuerda, el agua y el aire eran puros, la gente sana y aún montaba a caballo. Luego, dice, llegó una compañía minera que estuvo a punto de contaminar el agua subterránea con cianuro para extraer oro. El padre inició un movimiento de resistencia que eventualmente resultó en una prohibición gubernamental de la minería en Rancho Grande. “¡Creo que fue lo mejor que hice en mi vida!”, dice Custer.
Ahora en Guatemala, Escolástico y Bertha Pérez, una pareja de agricultores, están viendo los resultados de otro esfuerzo ambiental liderado por el padre Custer y la Comisión de Tierras Ecológicas de la Iglesia Católica: la agricultura orgánica.
La pareja, que dejó las montañas para establecerse en las húmedas tierras bajas tropicales de El Petén, hace 25 años, tiene una parcela de seis acres cerca a un arroyo. “¡Es nuestro paraíso!”, dice Escolástico.
La pareja se niega a usar fertilizantes o insecticidas artificiales. En su parcela cubierta de árboles frutales que dan sombra y que plantan con amor, se ven pilas de compost. “Tengo 27 variedades de frutas, algunas de las cuales no son originarias de este continente”, dice Escolástico.
Deseosos de compartir su éxito y conocimiento, la pareja organiza talleres patrocinados por la iglesia local y supervisados por el padre Custer. Recientemente, Custer y una docena de agricultores se sentaron bajo la sombra de los árboles de Escolástico, mientras Cesar Cacao, un experto local en agricultura orgánica, demostró cómo injertar árboles de aguacate.
“Hay tantas ventajas para la agricultura orgánica”, dice Cacao, que trabaja para el municipio. “No sólo el rendimiento puede ser mayor, sino que la fruta es mucho más sabrosa y saludable, y las plantas son más felices, tienen una mayor resistencia natural a las plagas, la sequía o la lluvia, y no es necesario gastar dinero en costosos productos químicos”.
Los participantes del taller, a su vez, llegarán a sus propias comunidades para difundir las ideas y técnicas que han aprendido. Norilda Marina, recibe un pequeño salario para coordinar tales actividades. Expresando preocupación por la tendencia de los agricultores durante los últimos 70 años de usar semillas comerciales que necesitan productos químicos para crecer, dice: “Queremos que tengan acceso a las semillas tradicionales que siempre han utilizado desde el tiempo de los Mayas, y para este fin queremos comenzar un banco de semillas. De lo contrario, algunas variedades desaparecerán para siempre”.
Con el banco, los agricultores podrán, tomar prestadas las semillas y devolver una cantidad similar después de la cosecha. De ese modo, regresarán a los principios básicos libres de químicos, pero con la ciencia y la tecnología apropiadas de su lado.
Gracias a los expertos y al apoyo de la Sociedad Maryknoll a través del padre Custer, es posible restaurar la región paradisíaca de Petén.
Foto Principal: Jóvenes lavan un camión de basura en el borde del Lago Macanche, provocando contaminación en las fuentes de aguas. (Sean Sprague/Guatemala)