Reflexión Maryknoll: Ver como Dios ve

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: Oficina de Asuntos Globales
Fecha de Publicación: Ene 17, 2025

Por Arlene Trant, M.M.

Domingo 19 de enero del 2025
Isaías 62,1-5 | 1 Corintios 12,4-11 | Juan 2,1-11

Nuestra primera lectura describe el convenio de Dios con su pueblo a través de una metáfora matrimonial, en la que Dios es el novio y el pueblo es la novia. Isaías dice: “Ya no te llamarán ‘Abandonada’, ni a tu tierra ‘Desolada’; a ti te llamarán ‘Mi complacencia’”.

¡Qué asombrosa manera de pensar! Nuestro creador, el que construyó el cosmos, el que nos formó a cada uno de nosotros, quiere entrar en la relación más amorosa e íntima con nosotros. Isaías dice que así como un novio se regocija por su novia, ¡Dios se regocija por nosotros! ¿Nosotros? Con todos nuestros defectos e imperfecciones, nuestro creador quiere unirse a nosotros, casarse con nosotros, tal como somos. Incluso cuando nos sentimos desolados y abandonados, Dios promete unirse a nosotros como una novia y un novio se unen y se convierten en uno.

El Evangelio de esta semana es la historia de las bodas de Caná. En esta boda todo parecía ir bien, hasta que María notó que pronto se quedarían sin vino. Quedarse sin vino no era un problema insignificante. En aquellos días, los banquetes de boda duraban días enteros, y el vino era la clave para levantar el ánimo de la gente. El vino simboliza la gracia y la alegría que Dios nos da y nos eleva a nosotros y a nuestros espíritus.

Quedarse sin vino es como quedarse sin gracia o sin alegría. María se acerca silenciosamente a Jesús y le dice: “Ya no tienen vino”. Al decir esto, María expresa el santo anhelo de los hombres por la Vida Divina. Luego se dirige a los sirvientes y dice las últimas palabras que pronuncia en las Escrituras: “Hagan lo que él les diga”. Esta es la clave para entregarnos a la Vida Divina.

Jesús les dijo a los sirvientes que llenaran las tinajas hasta el borde con agua, ¡no hasta la mitad, sino llenas! Jesús quiere nuestra plena cooperación y quiere que traigamos todo lo que somos y tenemos y se lo entreguemos a él. Cuando hacemos esto, Dios toma todo lo que ofrecemos y transforma nuestra agua en el vino de Dios (la gracia) que es la Vida Divina.

Mi ministerio ha sido principalmente con los discapacitados. En Macao, creé un taller donde las personas sordas o con discapacidades físicas podían capacitarse para trabajar en nuestro taller o en una industria. Al pensar en Jesús transformando el agua en vino, me acuerdo de A-Mui, una de las trabajadoras de nuestro taller.

Llegó a nuestro centro como una joven tímida, físicamente discapacitada y con una muy baja autoestima. Ella, como la mayoría de las personas en nuestro centro, había sido considerada “inútil” por el mundo exterior, porque lo único que la gente veía en ella era su discapacidad. A-Mui se dedicó por completo al programa de capacitación y con el tiempo se convirtió en una hábil costurera. Pero lo más importante es que durante su tiempo con nosotros, aprendió acerca de Jesús y experimentó Su amor por ella tal como era.

El Padre Greg Boyle dice: “Cuando recibes la tierna mirada del Amor de Dios, entonces eliges ser la tierna mirada del Amor de Dios en el mundo”. A medida que la fe de A-Mui crecía, ella descubría que cuando se ofrecía a Dios —Dios que transformó el agua en vino— Dios la transformó en una joven encantadora y segura de sí misma, una trabajadora dedicada que se enorgullecía de su trabajo y que irradiaba una alegría que nunca creyó posible. El gozo que ves en su rostro ahora está presente porque ella sabe que Dios la ama totalmente, tal como es. Cuando decidió bautizarse, eligió “Fátima” como su nombre de bautismo.

Las últimas palabras que María dijo en el Evangelio fueron: ” Hagan lo que él les diga”. Para Fátima, hacer lo que Jesús diga significa ver como Dios ve y amar como Dios ama. Ver con ojos de Amor la transformó en una persona alegre. Este es el gozo que anhela despertar dentro de nuestros corazones mientras “hacemos lo que Jesús nos dice”, y vemos como Dios ve con ojos de Amor. Esto nos abre a nosotros y, en última instancia, a nuestro mundo, a la reconciliación y la paz.

La Hermana Maryknoll Arlene Trant, originaria de Indiana, se unió a las Hermanas Maryknoll en 1972. Sirvió durante una década en Hong Kong y luego se fue a Macao, donde estableció servicios para personas sordas, incluido un centro para personas con discapacidades, y fundó proyectos pastorales para servir a los sordos. También ha servido en Guatemala y Estados Unidos.

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Imagen destacada: La Hermana Maryknoll Arlene Trant (derecha) y la Hermana Maryknoll Susan Glass pasean en Santo António, Macao, cerca de las Ruinas de San Pablo en el centro histórico de la ciudad, donde ambas sirvieron. (Sean Sprague/Macao)

 

Sobre la autora/or

Oficina de Asuntos Globales

La Oficina de Asuntos Globales de Maryknoll expresa la posición de Maryknoll en debates sobre políticas públicas en Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y ante los gobiernos de Estados Unidos y otros países, con el propósito de ofrecer educación en temas de paz y justicia social, la integridad de la creación y abogar por la justicia social, económica y del medio ambiente.

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