La ayuda de emergencia tras el terremoto en Myanmar es lenta debido a la destrucción y la desconfianza.
Más de dos semanas después de que un terremoto de magnitud 7.7 sacudiera Myanmar, dejando más de 3.500 muertos y un número indeterminado de heridos, las labores de rescate se han convertido en esfuerzos para recuperar los cuerpos que han quedado atrapados bajo los escombros de los edificios que han colapsado tras el terremoto.
Según un informe de la Agencia de la ONU para los Refugiados, publicado en su página web, el epicentro del terremoto del 28 de marzo, cerca de Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, causó gran cantidad de muertes, heridos y destrucción. Según la agencia, se estima que 15 millones de personas se han visto afectadas en todo Myanmar. En las zonas más afectadas ya residían alrededor de 1.6 millones de desplazados internos que huyeron durante los últimos cuatro que ha durado la guerra civil, recrudeciendo así una crisis humanitaria que ya era grave.
El Padre Maryknoll John Barth, quien sirve en Tailandia, país vecino de Myanmar, afirma que es extremadamente difícil viajar a Myanmar, y mucho menos a Mandalay. “El aeropuerto de Mandalay está cerrado debido a los daños causados por el terremoto. Las carreteras que conducen a Mandalay están destrozadas en algunos lugares”, dice. “Es difícil enviar artículos de ayuda allí. La junta militar no quiere extranjeros en el país debido a la guerra”.
Myanmar regida por una brutal junta militar
El ejército de Myanmar tomó el poder en el país tras un golpe de Estado en 2021 que, según Amnistía Internacional, “ha matado a más de 6.000 personas, detenido arbitrariamente a más de 20.000 y reanudado las ejecuciones judiciales”. Esta organización internacional también informó que “grupos de derechos humanos han documentado torturas y otros malos tratos de los militares a los detenidos, ataques indiscriminados y la denegación de ayuda humanitaria, lo que puede constituir crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra”.
Como parte de su trabajo en Tailandia, el Padre Barth ayuda a personas desplazadas de Myanmar, coordinando la ayuda humanitaria para los desplazados internos, principalmente al otro lado de la frontera de Myanmar, proporcionándoles alimentos, medicinas y otros artículos esenciales.
El Padre Maryknoll John Barth (izq.) charla con el Padre Joseph Su Reh, un sacerdote católico de Myanmar, mientras caminan en el campo de refugiados de Ban Mai Nai en Tailandia. El Padre Joseph sirve como capellán en el campamento que hospeda a miles de refugiados. (Paul Jeffrey/Myanmar)
Organizaciones que “hacen todo lo posible” para enviar ayuda
Desde Bangkok, el Padre Barth dice que ha realizado depósitos bancarios para ayudar a la Iglesia en la vecina Myanmar. La ayuda enviada por Maryknoll en Nueva York va directamente a la arquidiócesis de Mandalay para comprar suministros de emergencia para donarlos a los damnificados del terremoto.
“No enviamos artículos de ayuda ni alimentos al país; el gobierno no lo permite”, dice el Padre Barth. “Por eso enviamos ayuda a la arquidiócesis de Mandalay, donde pueden organizar la distribución de artículos de emergencia: agua embotellada, arroz, alimentos secos, artículos de higiene, medicinas, tiendas de campaña, etcétera”.
“Ahora mismo, lo necesitan todo”, afirma. “Muchas personas, incluso el arzobispo en Mandalay, duermen en la calle, afuera de lo que queda del centro arquidiocesano, dado que réplicas pueden producirse en cualquier momento y derribar edificios dañado que aún siga en pie”.
El Padre Barth afirma que la junta militar “ha atado las manos a la ONU y a las ONG que desean trabajar en el país”, ya que las considera una amenaza, y añade que Myanmar es un país predominantemente budista donde los militares “no ven con buenos ojos a los cristianos, católicos y musulmanes”.
El misionero dice que los voluntarios y trabajadores humanitarios de otras organizaciones están haciendo todo lo posible para ayudar a los damnificados de esta tragedia, a pesar de las restricciones y la presión de la junta militar.
“Catholic Relief Services tiene una oficina en Yangon, la capital —Rangún, forma tradicional— pero moverse por el país es casi imposible”, dice. “Hay controles militares en todas las carreteras principales”.
Cardenal católico hace un llamamiento internacional urgente
El Padre Barth dijo que el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon, había hecho un llamamiento para recaudar fondos para ayudar a la población con las necesidades más urgentes. “Ya hay más de 3.5 millones de personas desplazadas en el país debido a los agresivos bombardeos militares previos de la junta, la pérdida de sus tierras y la quema de sus hogares”, dice el misionero. “Ahora, el número de desplazados internos aumentará aún más rápido debido al terremoto”.
En una entrevista con Vatican News, el cardenal Bo anunció la creación de MERCI (Myanmar Earthquake Response Church Initiative), una campaña para “recibir ayuda y crear una respuesta de emergencia”.
El Padre Barth dice que la población está “sufriendo mucho” y que “al gobierno militar no le importa la mayoría de la gente, a la que está combatiendo en una guerra de guerrillas”.
“El gobierno ve a la gente común como el enemigo”, dice. “El país tiene muchas tribus que nunca han trabajado juntas con el gobierno ni con otras tribus”.
Servicio a los más desfavorecidos y vulnerables
El Padre Barth, oriundo de Buffalo, Nueva York, ha pasado gran parte de su vida misionera sirviendo a refugiados y personas desplazadas por conflictos en países como Camboya, Uganda, Sudán del Sur y Tailandia.
Tras el golpe de Estado en Myanmar en febrero del 2021, él regresó a Tailandia para ayudar en la Diócesis de Chiang Mai a responder a la crisis de desplazamiento masivo a causa de la toma del poder por parte de los militares en la frontera.
“Hay nueve campos de refugiados justo dentro de la frontera tailandesa que albergan a más de 100.000 personas”, dice el Padre Barth. “Estas personas ya no reciben alimentos ni atención médica debido a los recortes insensatos del presidente Trump al presupuesto de USAID el mes pasado. Es un desastre humanitario”.
El misionero dice, ‘Hace años, las autoridades tailandesas se negaron a aceptar nuevos refugiados en Tailandia, lo que significó que las familias desplazadas por la violencia tuvieron que permanecer en Myanmar. Muchos no tienen dónde esconderse salvo la selva”.
Además de dar alimento para el cuerpo, el Padre Barth también ofrece alimento para el espíritu, ya que a través de su ejemplo y servicio muchos han sido testigos de la fe en acción.
Imagen destacada: Un equipo de rescatistas de la Cruz Roja de China trabaja removiendo escombros de un edificio residencial que se derrumbó en Mandalay, Myanmar, el 2 de abril del 2025, después de que un terremoto de 7.7 de magnitud azotara el país el 28 de marzo. Se espera que el número de muertes supere las 3.000 personas mientras que organizaciones humanitarias en la región como Catholic Relief Services trabaja contrarreloj para hacer llegar artículos esenciales a los damnificados. (OSV News photo/China Daily via Reuters)