Por Thomas Tiscornia
Tercer Domingo de Pascua
4 de mayo del 2025
Hch 5, 27-32. 40b-41 | Ap 5, 11-14 | Jn 21, 1-19
¿Con qué frecuencia respondemos la pregunta que Jesús hizo a Pedro, “¿Me amas?”, y a la cual Pedro le respondió, “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Si nos detuviéramos a pensar, también podríamos sentirnos como Pedro y entristecernos de que Jesús tenga que preguntarnos. Creo que preferiríamos asumir que Jesús ya lo sabe sin tener que preguntar. Pues bien, el amor a menudo se ve desafiado en momentos y de maneras inesperadas.
Los discípulos, en las lecturas del Evangelio de esta semana, se dedicaban a la pesca después de pasar años siguiendo a Jesús. Ahora que Jesús ya no estaba con ellos, ellos deben haber compartido sus pensamientos y experiencias sobre él. En esta lectura, vemos que él no los abandonó. Otra vez se reunió con ellos junto a un lago y comió con ellos. Imaginemos qué pensaron los discípulos: ¿Cómo fue su conversación? ¿A cuántos desafíos se enfrentaron después al comenzar su misión de difundir la buena nueva y su alegría?
Simplemente, Jesús le pregunta a Pedro si lo ama, y Pedro responde “sí” en cada ocasión. Esta es una pregunta que algunos de nosotros, o quizás todos, enfrentamos a diario. ¿Cómo vivimos nuestra respuesta a esa pregunta?
Mi experiencia sirviendo en Sudán me brindó un testimonio único de personas que fueron desafiadas a vivir su fe. A finales de los años 90, dos misioneros Maryknoll nos encontrábamos en una situación en la que se nos prohibían orar públicamente con la gente. Sucedió en Babanusa, un pueblo del oeste de Sudán. Nos habían dicho que “no había una iglesia en Babanusa”. Sin embargo la Iglesia y la gente de fe estaban allí. Compartimos tiempo con la gente, los visitamos y comimos con ellos; no pescado ni pan, sino asida y frijoles. Su fe —su “sí”— a la pregunta de Jesús, nos brindó apoyo. Al hablar de estas restricciones, los fieles simplemente dijeron: “Estamos acostumbrados a esto”.
Allí estaba María Stefano, del sur, con su hijo Juma en el ejército. No tenía miedo de demostrar su fe luciendo un vestido blanco con una gran cruz roja el día de Navidad. Una fe tan grande y sencilla daba testimonio de Cristo resucitado.
Muchas personas han respondido, incluso hoy, con el “sí” de Pedro a pesar de las consecuencias. El obispo Macram Max Gassis testificó varias veces sobre el genocidio perpetrado contra el pueblo nuba ante el Congreso. Con razón, el gobierno sudanés lo declaró persona no grata en su propio país.
¿Qué desafíos enfrentas en tu vida espiritual? ¿Cómo vives tu respuesta a la pregunta de Jesús: “¿Me amas?”
El Padre Tom Tiscornia, quien se unió a la Sociedad Maryknoll en 1968, ha servido en misión en África Oriental por más de 40 años.
Para leer otras reflexiones bíblicas publicadas por la Oficina Maryknoll para Asuntos Globales, haga clic aquí.
Imagen destacada: Una mujer sudanesa prepara comida en Takaya, un restaurante benéfico y comedor comunitario, durante el mes sagrado del Ramadán en el estado de Jartum, Sudán, el 14 de marzo del 2025. El comedor provee alimentación a los sudaneses desplazados en la zona de Omdurman, recientemente controlada por el ejército durante el conflicto en curso. (OSV News/El Tayeb Siddig, Reuters)