Un seminarista Maryknoll reflexiona sobre su visita al Vaticano con motivo del Jubileo de los Seminaristas
Estoy agradecido por haber podido asistir al Jubileo de los Seminaristas con mi compañero seminarista Maryknoll Samuel Mutuku, el 23 y 24 del pasado mes de junio. El calor del verano en Roma fue implacable, pero afortunadamente la mayoría de los eventos se celebraron dentro de los recintos. La reunión principal fue la meditación dirigida por el Papa León XIV en la Basílica de San Pedro, que es lo suficientemente espaciosa como para acoger a los 4.000 participantes.
En su meditación, el Santo Padre exhortó a los seminaristas a comprometerse a un examen de conciencia sincero y continuo. “Recuerden bien la invitación de san Agustín a volver al corazón, porque allí encontramos las huellas de Dios”.
En mi discernimiento vocacional me han dicho que, por muchas sesiones de dirección espiritual que tengamos, debemos recurrir a la oración en silencio para saber verdaderamente lo que Dios nos pide. En el silencio podemos volver a nuestro corazón y escuchar la voz de Dios. Ningún director espiritual puede sustituir a Dios. Dios es como un Padre íntimo que desea hablar directamente a nuestro corazón.
Como dijo San Agustín: “El Señor está más cerca de nosotros que nosotros mismos”.
En su mensaje del Jubileo de los Seminaristas, el Papa León dijo: “Sin el encuentro con Él, ni siquiera podemos conocernos verdaderamente a nosotros mismos”. Creo que la oración frecuente y escuchar a Dios desde el silencio de nuestros corazones nos ayuda a conocernos más profundamente.
Como seminarista Maryknoll, estoy agradecido de que Maryknoll me dé la libertad y el espacio para cultivar mi propia vida interior. En nuestra formación, se nos recuerda que, más allá de nuestras oraciones comunitarias diarias y de la Misa, también debemos dedicar tiempo a la oración personal para recibir la fuerza y la guía de Dios. Cultivar este hábito es esencial para un misionero extranjero, ya que hay momentos en los que debemos llevar a cabo nuestro trabajo sin el apoyo inmediato de una comunidad. Sin el hábito de la oración personal, sería muy difícil mantener la misión.
Espero que el consejo del Papa León nos ayude a mí y a otros seminaristas a caminar fielmente en nuestro camino vocacional. Considero a Nuestra Señora un modelo perfecto para cualquiera que esté discerniendo su vocación. Ella meditaba constantemente la palabra de Dios en su corazón y la atesoraba en su interior.
¡Nuestra Señora de Maryknoll, ruega por nosotros!
Imagen destacada: Los seminaristas Maryknoll Samuel Mutuku y Raymond Lee (de izq. a dcha.) viajaron a Roma en junio para participar en el Jubileo de los Seminaristas. (Cortesía de Raymond Lee/Ciudad del Vaticano)