Una doctora de Dinamarca comparte sus dones como afiliada Maryknoll en África
Como doctora voluntaria en el Hospicio Rayos de Esperanza en Jinja, Uganda, me encontré en un dilema un reciente lunes por la mañana. Tuvimos seis pacientes con cáncer que necesitaban tratamiento médico en el hospital nacional en la capital de Kampala, pero no teníamos los medios para enviarlos allí. Entonces, milagrosamente, llegó una donación. Una de los pacientes, Beatrice, lloró de alegría cuando nos dijeron que ella y los otros cinco podrían ir a Kampala.
No pasó mucho tiempo para darme cuenta que la donación anónima fue del Padre Maryknoll John Barth. Él y otros misioneros Maryknoll que conocí en Camboya han sido verdaderos regalos para mí de un modo que va más allá de las donaciones. Ellos me han enseñado a ver el rostro de Cristo en las personas que sufren en frente de mí y me inspiró a utilizar mis propios dones donde quiera que esté como un afiliada Maryknoll.
Era 1996, cuando mi esposo, Ken Davies, y yo nos mudamos a Phnom Penh, Camboya, con nuestros cuatro hijos, y el quinto en el camino. Como director del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, Ken había sido asignado a esta nación asiática, que lucha por salir de años de guerra y genocidio bajo el régimen de Pol Pot de finales de 1970.
Desde la primera Misa que asistí con la comunidad de Maryknoll, supe que ser parte de ella iba a ser algo especial. El Padre Barth junto con los Padres Jim Noonan y Charlie Dittmeier, las Hermanas Luise Ahrens, Regina Pellicore y Joyce Quinn lideraban una congregación verdaderamente ecuménica de católicos y otras personas que apreciaban celebrar juntos la Eucaristía y recibir inspiración para vivir, amar y servir a Dios y al prójimo.
No sólo fue la Misa que da vida misa lo que me atrajo de esta comunidad, sino también formar parte de su ministerio. Como doctora, he trabajado con el Padre Noonan en Semillas de Esperanza, un programa de Maryknoll que él comenzó para las personas que viven con el VIH / SIDA. Eso fue antes de que hubiera tratamiento para el VIH / SIDA, por lo que sólo podíamos tratar las enfermedades anexas. Pero el Padre Jim me mostró cómo el amor y el respeto por cada vida también pueden sanar. Algunos pacientes en realidad aumentaron de peso y recuperaron fuerzas por el amor y cuidado que pudimos ofrecerles. Aún así muchos fallecieron, pero murieron sabiendo que eran amados.
Entre nuestros clientes se encontraban los más pobres de Phnom Penh, quienes necesitabas una manera de ganar ingresos. Así empezamos Parches de Esperanza a través del cual enseñamos a nuestros clientes más fuertes a hacer edredones utilizando los retazos disponibles de las fábricas textiles locales. La orden del Padre Barth de las primeras 50 colchas para sus pacientes del Hospital de Ojos Takeo en Phnom Penh le dieron un buen inicio al proyecto. Más tarde se organizó el transporte y la venta de los edredones en los Estados Unidos, con la ayuda de algunos dedicados afiliados Maryknoll.
Después de cuatro años en Camboya, quedé devastada cuando mi esposo fue transferido a Uganda. La idea de dejar mis amigos, apoyo y trabajo con Maryknoll no fue fácil. El Padre Barth me animó, diciendo que Dios tenía algo especial en mente para mí y que iba a estar lista para asumir la tarea. Él tuvo razón.
Pude iniciar programas para personas con VIH / SIDA que se basan en el mismo amor y respeto por el cliente que los Padres Noonan y Barth me enseñaron. En Uganda, la iniciativa fue Reach Out Mbuya Parish VIH / SIDA, un programa comunitario integral, , que ahora sirve a más de 6,000 clientes. Más tarde, en Mozambique, empecé Pinta Vida, un taller de costura de generación de ingresos para las mujeres pobres que viven con el VIH / SIDA.
El año pasado mi esposo se retiró del Programa Mundial de Alimentos. Me pareció lo más natural para nosotros mudarnos de nuevo a Uganda, donde tanta gente pobre todavía necesita ayuda. Con el proyecto Reach Out Mbuya, ahora en manos locales, decidí utilizar mis conocimientos médicos como voluntaria en el Hospicio Rayos de Esperanza en Jinja. Aquí tenemos más de 400 clientes, que están sufriendo de cáncer y / o SIDA y otras enfermedades dolorosas. Muchos tienen problemas tratables, como Leyah Kiwala, 29, que sufría de un tumor que desfiguraba su boca. Después de una exitosa cirugía en el hospital nacional en Kampala, ella es ahora capaz de reanudar una vida normal.
En el hospital nacional, tenemos la suerte de tener a Zaina, un voluntario que trabajó conmigo en Reach Out, quien ayuda a los pacientes a navegar el laberinto de papeleos del hospital. Zaina es como un ángel de la guarda para nuestros clientes.
Mi trabajo presenta una maravillosa oportunidad de ayudar a los necesitados, una persona a la vez. La pobreza absoluta y el aislamiento de nuestros clientes significa que Hospice Jinja es a menudo la única esperanza para su tratamiento y atención, por lo que nuestro trabajo es un reto inmenso y fundamentaly pero ver la salud restaurada de personas como Leyah hace que todo valga la pena.
Hace 20 años desde que supe por primera vez de Maryknoll en Phnom Penh. Cada misionero Maryknoll ha sido como una piedra que ha creado muchas ondas en el agua de mi vida. Estoy feliz y agradecida de considerarme una de ellos.
La afiliada Maryknoll Margrethe Juncker-Davies nació en Dinamarca.
Foto principal: La Dra. Margrethe Juncker-Davies realiza una consulta clínica como parte del programa Reach Out que ella empezó en Uganda. Cortesía de Margrethe Juncker-Davies.