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BY JOSEPH R. VENEROSO, M.M.
No corremos la carrera solos
ni vamos solos al exilio
porque viajamos a lo largo del camino
suavizado por aquellos que se han ido antes.
Y aunque invisible a la vista,
ellos todavía están con nosotros, antepasados de la fe,
cuyo ejemplo, sabiduría y, sí, oraciones,
nos inspiran, alientan y guían
a través de los valles y las montañas de la vida.
Y en el silencio de la noche
escuchamos el suave susurro de
los antepasados, parientes y amigos,
quienes, aunque ya se fueron, desde los lados del camino
todavía nos animan, y
cuyo amor e incontables bondades
nos han traído hasta el día de hoy.
Ya no solos (como si alguna vez lo estuviéramos),
somos parte de una vasta e interminable
procesión de amor y vida,
pasado, presente y por venir,
donde la memoria y su significado se mezclan
para crear una eterna, dinámica
comunidad de almas y
comunión de santos.