Siguiendo al Espíritu Santo

Tiempo de lectura: 5 minutos
Por: Maria-Pia Negro Chin
Fecha de Publicación: May 1, 2017

Seminarista espera continuar con los legados de Maryknoll y de su madre

 

El Espíritu Santo guía a las personas a vivir vidas fructíferas y a ayudar a otros a hacer lo mismo, dice Daniel Siwoo Kim. En el umbral de su ordenación como sacerdote Maryknoll, junto con el Diácono Peter Latouf, en mayo, el Diácono Kim dice que ahora puede ver cómo el Espíritu Santo lo estaba llevando a Maryknoll, incluso antes de que se diera cuenta.

Después de cambiar su carrera universitaria tres veces mientras iba a California State University en Long Beach, el joven estudiante universitario estaba buscando una dirección concreta para su vida. Así que, en 2005, pospuso sus estudios por un semestre y se fue a una peregrinación a Europa. Luego, dice, una tragedia violenta cambió su visión del mundo.

En un servicio de oración en un monasterio ecuménico de Francia, Kim fue testigo, junto con cientos de otros peregrinos, de cómo una mujer con problemas mentales asesinó al Hermano Roger Schutz, el fundador de la comunidad monástica ecuménica de Taizé. “Todo el incidente ocurrió a unos 30 pies de donde yo estaba sentado … (Nosotros) estábamos muy horrorizados”, recuerda el Diácono Kim. “Ese momento impactante realmente me hizo actuar, para descubrir, o tratar de explorar, mi vocación de una manera más profunda”.

Kim sonríe con Hermanas de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro frente a su parroquia.

Después de obtener su licenciatura en filosofía, Daniel Kim se unió a Maryknoll como seminarista en 2009. “Sentí que era lo correcto”, dice. “No quería vivir la vida sólo para poder obtener las comodidades (de este mundo), sino vivir la vida de una manera que no sólo honre el llamado de Dios para mí, sino que también ayude a otros a hacer lo mismo”.

El profundizar más en sus raíces católicas también ayudó a su proceso de discernimiento, dice, recordando que su fe fue nutrida por sus padres a una temprana edad y fue fortalecida en su parroquia, el St. Thomas Korean Catholic Center en la Diócesis de Orange, California.

El Diácono Daniel Kim posa con su familia después de su ordenación al diaconado en St. Thomas Korean Catholic Center en Anaheim.

El seminarista heredó su devoción a Santa Thérèse de Lisieux, patrona de los misioneros, de su madre, Eunmi Kim, cuya muerte en un accidente de autos cuando sus dos hijos estaban en la universidad, destrozó la vida de Daniel, pero le dejó un legado.

“Las pequeñas formas de Santa Thérèse de glorificar a Dios eran básicamente cómo mi mamá vivió su vida”, dice el Diácono Kim. Ahora quiere llevar esta perspectiva de vida a la misión y glorificar a Dios como un misionero Maryknoll.

Durante su formación de ocho años como seminarista, el diácono americano de ascendencia coreana aprendió otra lección. “Cada uno de nosotros tiene una vocación especial y nos necesitamos mutuamente para descubrir eso”, dice. Kim se siente llamado a ser sacerdote misionero.

Kim y su madre Eunmi, quien falleció cuando el seminarista estaba en la universidad.

“Un sacerdote misionero es alguien que refleja el amor de Dios a través del servicio y (a través) de esforzarse por ser la mejor versión de él mismo, inspirando a otros a ser la mejor versión de ellos mismos sin importar raza, género, religión o credo”, dice el Diácono Kim, de 34 años de edad, quien ganó ese conocimiento viendo a misioneros en acción cuando visitó África Oriental como seminarista y durante sus dos años de formación en el extranjero en Taiwán y China continental.

Algo que impresionó al seminarista fue la capacidad de Maryknoll para adaptarse, escuchar y responder a las necesidades de la gente, ya sea trabajando con los pobres y marginados, ministrando en las parroquias y caminando al lado del pueblo.

“Yo estaba muy conmovido y emocionado por la auténtica pasión y amor que los Maryknoll tienen por su trabajo y por la profundidad con que difunden el poder sanador del amor de Dios a las personas a quienes sirven, especialmente al pueblo de Dios que la sociedad cataloga como inadaptados y marginados,” dice.

 

“Un sacerdote misionero es alguien que refleja el amor de Dios a través del servicio…

inspirando a otros a ser la mejor versión de si mismos”.

 

El Diácono Kim dice que trabajar en actividades pastorales en la parroquia y ayudando al Padre Maryknoll Cuong Nguyen en su ministerio para los trabajadores inmigrantes vietnamitas en Taiwán le hizo comprender que la necesidad humana de ser amado y de amar trasciende idiomas.

Mientras terminaba sus estudios en Catholic Theological Union en Chicago este año, el Diácono Kim ha profundizado su deseo de compartir el amor de Dios sirviendo en una parroquia católica china donde oficia bautismos, lleva la Comunión a los enfermos y trabaja con los adultos jóvenes de la parroquia para fortalecer su comunidad.

“Aunque es un desafío, definitivamente me encanta”, dice el diácono.

Su pasión por conectarse con la gente a veces sorprende a sus amigos en California, quienes recuerdan que él fue elegido como el más tímido en la escuela secundaria.

“Naturalmente soy muy introvertido”, admite, pero dice que sus experiencias ministeriales han encendido su deseo de aventurarse a lo desconocido y salir al servicio de los demás. Él ve al Espíritu Santo en estas oportunidades de “ir más allá de nuestras zonas de confort y de nuestras barreras preconcebidas” y crecer para así hacer la voluntad de Dios.

A través de la oración contemplativa, él sigue estando en sintonía con las inspiraciones del Espíritu Santo.

A pesar de que no sabe dónde el Espíritu lo enviará después de su ordenación como sacerdote, el Diácono Daniel Kim espera ser un representante del amor de Dios en tierras lejanas.

Foto principal: El seminarista Daniel Kim sonríe con niños en una guardería de una de las organizaciones apoyadas por los Padres y Hermanos Maryknoll en Katmandú, Nepal.

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Sobre la autora/or

Maria-Pia Negro Chin

María-Pía Negro Chin nació y creció en Lima, Perú. Completó una maestría en periodismo con especialización en multimedia en la Universidad de Maryland y una licenciatura en comunicaciones en La Universidad de Loyola en Maryland. Como directora asociada, ella escribe, edita y traduce artículos para las revistas MISIONEROS y MARYKNOLL de los Padres y Hermanos Maryknoll. Su trabajo ha sido premiado por la Asociación de Prensa Católica de Estados Unidos y Canadá. Vive en Nueva York, Estados Unidos, con su esposo e hijo.

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