Brasil
Como extranjera en un país misionero, me siento privilegiada por la oportunidad de aprender nuevas formas de hacer las cosas en un nuevo lugar que me libera del aspecto cultural de hacer las cosas como siempre se han hecho en mi cultura. Cuando hice mis votos finales como Hermana Maryknoll, invité a muchas personas con las que trabajé en mi misión en Brasil. La mayoría de mis invitados no eran católicos y por eso organicé la celebración para que todos se sientan bienvenidos. Después, muchos brasileños dijeron que les gustó la celebración al estilo “tanzano”. “¡Nos sentimos bienvenidos e incluidos!”, dijeron. Mi propio hermano, de Tanzania, dijo que le gustó la celebración porque incorporé un estilo “brasileño”. No dije a nadie que el propósito de la celebración era incluir a todos, pero dentro de mí, me regocijé que ya no era una típica tanzana ni tampoco soy completamente brasileña. Soy una misionera que pide bendiciones para llevar las Buenas Nuevas de vida, amor e inclusión a todos.
Efu Nyaki, M.M
Brasil
(Sean Sprague/Brasil)
Entre mis recuerdos más preciados en mis 24 años de misión con los Misioneros Laicos Maryknoll están las mujeres valientes que he encontrado en mi ministerio con grupos de mujeres que trabajan para mejorar sus vidas y comunidades frente a situaciones difíciles. Una de ellas es Mariana, quien compartió su testimonio en la última reunión de un grupo de apoyo de sobrevivientes de violencia doméstica que facilité en São Paulo, Brasil: “Violencia crea violencia. Mi segundo esposo creció siendo golpeado por su papá. En mi familia cuando había un problema o situación estresante, todo lo que él hacía era golpear. Quiero romper ese círculo. Cuando me molesto con mi hijo, le hablo, lo envío a su habitación, o le quito privilegios. Necesito ser un ejemplo para él de alguien fuerte pero que no golpea”. Es un honor caminar con muchas “Marianas” en Brasil.
Kathleen Bond, MKLM
Tanzania
(Nile Sprague/Tanzania)
Un domingo después de celebrar tres Misas en tres lugares de la Diócesis de Musoma, Tanzania, estuve feliz de estacionar mi motocicleta. Al poco rato alguien vino a contarme que una anciana estaba gravemente enferma en su aldea y me preguntó si podía ir a darle los santos óleos. Recogí mis recipientes para la unción de los enfermos y la Eucaristía y volví a mi motocicleta. Encontré a la mujer acostada en un tapete afuera de una choza que se había convertido en un local para beber cerveza, y había mucho ruido. Después de unos minutos le pregunté si estaba bautizada. Ella murmuró: “sí”. Le ofrecí el sacramento de los enfermos. Luego, le pregunté si había recibido la Primera Comunión. Ella juntó fuerzas y me dijo: “no”. Me senté en cuclillas y renegué por ese descuido de mis predecesores en la parroquia. Me incliné hacía ella y pregunté a la agotada mujer: “¿Quién la bautizó?”. Muy, débilmente ella respondió: “Usted lo hizo”.
John Conway, M.M
Haití
(Dennis Moorman, M.M./Haití)
En la edición de marzo/abril de MISIONEROS incluyeron un relato que fue un fragmento de un artículo que escribí hace unos años acerca de un grupo de mujeres con quienes trabajé en Haití. El grupo pudo comprar un terreno para plantar vegetales por medio de donaciones de amigos y benefactores de Estados Unidos, pero las mujeres seguían soñando con excavar un pozo para tener agua fácilmente disponible. Estoy feliz de informarles que debido a la continua generosidad de contribuyentes de Estados Unidos, hemos excavado no sólo un pozo sino cinco. Nosotras las Hermanas Maryknoll estamos muy agradecidas con todas las personas que nos dieron los fondos para cumplir el sueño de las mujeres que servimos en la aldea Cuvier y también en otras cuatro aldeas.
Susan Nchubiri, M.M.
Foto principal: (Nile Sprague/Tanzania)
