Ish y Maryann Martínez quienes fueron a una misión de corto tiempo a Bolivia, visitan el Museo de la Misión de Maryknoll en Nueva York. (Andrew Marsolek, M.M./Nueva York)
Una pareja de Nueva York participa en el programa de voluntarios a corto plazo de Maryknoll
Los misioneros Maryknoll son constructores de puentes que conectan a personas de diferentes culturas. Maryann e Ish Martínez de Fishkill, Nueva York, construyen puentes apoyando a los Padres y Hermanos Maryknoll en su labor misionera.
Ish y Maryann, ambos nacidos en Nueva York, cruzaron un puente intercultural cuando se casaron hace 48 años. Maryann trajo su herencia italiana a Ish (un apodo derivado del nombre bíblico Ishmael), y él compartió su herencia puertorriqueña con ella. Recientemente, ellos cruzaron un puente geográfico y cultural cuando fueron a Cochabamba, Bolivia, donde sirvieron seis semanas como voluntarios con Maryknoll.
“Hemos estado asistiendo a programas en Maryknoll por casi ocho años”, dice Ish. Uno de esos programas son las películas mensuales que proyectamos para el público en el centro de la Sociedad Maryknoll. Allí, ellos vieron un folleto sobre nuestros programas de voluntariado a corto tiempo en el extranjero.
Ish, un ingeniero de sistemas informáticos jubilado, y Maryann, una psicóloga escolar jubilada, quienes tienen dos hijos adultos, pensaron que sus experiencias profesionales y de vida serían buenos para la misión. Se inscribieron para servir en Cochabamba.
Ish y Maryann Martínez visitan el Museo de la Misión de Maryknoll en NuevaYork después de una de las películas mensuales. (Andrew Marsolek, M.M./Nueva York)
“Nos sentimos bienvenidos por la gente y los misioneros Maryknoll tan pronto como llegamos”, dice Ish. “Recibimos tanto de ellos como ellos lo hicieron de nosotros”.
Una de las misiones en las que Ish y Maryann sirvieron fue un centro para personas con discapacidades físicas y mentales. “Cinco hermanas franciscanas de Centroamérica dirige el centro de manera muy eficiente y con gran compasión”, dice Ish.
Maryann notó que el edificio estaba “impecable” y que los residentes eran cuidados con gran devoción. Recuerda en particular a un fisioterapeuta que, según ella, “conocía a cada residente por su nombre, los abrazó y pasó horas con ellos”.
“Algunos de los residentes no podían hablar”, dice Maryann. “Les leímos, bailamos con ellos. Solo tratamos de estar presentes”.
Ella aprendió una lección importante que está compartiendo con los demás. “Nadie debe desanimarse o tener miedo de ir a una misión si no domina el idioma”, dice. “Hay muchos casos en que las palabras no son necesarias”.
Maryann e Ish también ayudaron en un programa para mujeres que han salido de la prisión llamado Manos con Libertad. El programa, fundado por Suzanne Windsor, incluye un restaurante que proporciona trabajos para las mujeres y les permite contribuir a la sociedad y apoyar a sus familias.
Maryann dice que los misioneros Maryknoll en Bolivia ofrecen programas semanales que permite a los voluntarios de corto tiempo reflexionar sobre los problemas que han observado a través de los ojos de la fe católica.
Al regresar a su hogar, ella e Ish se volvieron voluntarios con las Hermanas Franciscanas de la Expiación en Graymoor. Ellos siguen construyendo puentes; Maryann, compartiendo sus habilidades en comunicación compasiva e Ish su experiencia en informática.
Y están disfrutando de su nuevo papel como abuelos de su nietos Mila y Liam.
En Maryknoll estamos agradecidos por Ish y Maryann Martínez y esperamos verlos en nuestras películas mensuales, donde siempre somos enriquecidos por su presencia y participación.