La Presencia de Dios y la Mariposa Monarca

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Sarahi Unzueta
Fecha de Publicación: Ene 1, 2020
Nely, una niña que va al Centro de Apoyo escolar en Bolivia, dibujó una mariposa después de hablar con Unzueta, quien visitó el centro durante un viaje de inmersión.

La mariposa monarca siempre ha captado mi atención. No solo por su belleza, sino porque me sorprende saber que solo es su cuarta generación migra por el continente, sobreviviendo el frío invierno, para reproducir a la siguiente generación. Cada vez que veo una monarca, me pregunto a qué generación pertenece. Mi viaje a Bolivia con Maryknoll fue largo, como el de las monarcas, y no sabía cuál podría ser el propósito de Dios para este viaje.

Un día visitamos a niños indígenas en Apoyo Escolar, un centro infantil en un barrio de Cochabamba donde reciben comida y ayuda escolar. Yo vestía una camiseta con una mariposa monarca impresa. De camino al centro, el guía nos contó que muchas personas del barrio Nueva Veracruz han emigrado a España en busca de trabajo. Algunos envían dinero a sus familiares. Es probable que algunos de los padres de los niños del Apoyo Escolar estén en España.

“A los niños les encanta cuando tenemos visitas”, dijo una maestra cuando llegamos. Fue evidente. La primera niña que nos vio exclamó: “¡Los visitantes están aquí!”

Su felicidad era contagiosa. Mi niño interior salió mientras compartíamos un plato de comida, conversación, canto y baile. Luego, cada niño fue a su clase. Me senté junto a Nely, quien tenía que hacer un dibujo para su clase de arte. Le preguntó al padre Vito, un sacerdote de nuestro grupo, qué podría dibujar. Él miró mi camiseta y dijo: “Una mariposa”. Inmediatamente, la niña intentó copiar cada detalle de la mariposa mientras otro niño miraba con asombro el talento de su amiga.

Recuerdos de infancia

En ese momento, mi mente regresó a mi infancia. Mi abuela y mi madre compartían historias de pobreza extrema en México, donde religiosas misioneras visitaban el pequeño rancho donde vivían, llevando alegría a los pobladores, a pesar de sus luchas y sacrificios diarios. Un día, mis abuelos tuvieron que dejar a mi madre y mi tía para migrar a Estados Unidos para poner comida en la mesa. Trabajaban y enviaban dinero a casa. Después de casi diez años, mi madre y mi tía se unieron a mis abuelos en los Estados Unidos.

No fue fácil porque ya eran extraños entre sí. Aún hoy, hay algunas heridas abiertas en la familia por las ausencias y los cambios repentinos en sus vidas.

Sin embargo, la migración realizada por mis abuelos y padres, como la de la mariposa monarca, fue necesaria para la supervivencia. Sin ella, solo Dios sabe si el hambre hubiera tomado una dirección equivocada para mi familia.

Mi experiencia con los niños en Apoyo Escolar me hizo pensar en mi abuela porque me recordó a nosotros, nuestra historia familiar y la importancia de que la iglesia comparta momentos con quienes sufren.

De regreso a Chicago

Por eso, cuando regresé a Chicago, lo primero que hice fue visitar a mi abuela. Ella escuchó con asombro cuando le conté del centro y la alegría de los niños. Su voz se quebró cuando dijo: “¿Puedes creerlo? Yo era esa niña llena de alegría cuando las misioneras venían a visitarnos. Nunca hubiera imaginado que mi nieta podría hacer lo mismo. ¡Bendito sea Dios!”

Mi viaje a Bolivia fue necesario para mi supervivencia espiritual. Aprendí mucho, pero ese día, después que Nely terminó su dibujo, supe que, aunque solo era una peregrina que pronto se iría, pude participar en un momento de alegría: primero con Nely y sus amigos, y luego en casa con mi abuela. Yo no les traje alegría. La formamos juntos valorando la presencia del otro. Dios estuvo presente debido a nuestra disposición y abertura para compartir una mesa con una persona diferente a nosotros.

En ese momento, la mariposa monarca para mí se convirtió en un símbolo de solidaridad con Bolivia, un país tan lejos y tan diferente, pero en el que me sentí como en casa.

Estando tan lejos de mi familia, encontré la presencia de Dios a través de la historia de mis antepasados y al compartir una comida y dibujar una mariposa con una extraña. Los sacrificios de mi familia ahora estaban dando frutos de una manera que nunca pude haber imaginado antes de este viaje de inmersión.

Antes de partir, cada niño nos dio un regalito y colocó una mariposa de hilo hecha a mano con los colores de Bolivia en nuestras camisetas. Dios tiene sus formas de comunicar su presencia.

Para saber más detalles sobre próximo viaje de inmersión a Bolivia, vaya a: https://mission.maryknoll.us/bolivia-immersion-trip-2019-0

Sobre la autora/or

Sarahi Unzueta

Sarahi Unzueta es una estudiante en Catholic Theological Union in Chicago.

Ediciones Archivadas