Afiliados Maryknoll de Guatemala, Rosa María de León y Rosa Beatriz Castañeda de Larios, se reúnen con los afiliados de Albany: Denise Lessard, Santa Orlando y Richard Lessard. (Cortesía de Santa Orlando/Guatemala)
Los afiliados Maryknoll trabajan global y localmente para hacer del mundo un lugar mejor
El Papa Francisco nos dice que todos estamos llamados a la misión. Ser afiliada Maryknoll me ayuda a responder a este llamado.
Le digo a la gente que me uní a los Afiliados Maryknoll porque me da la oportunidad de vincularme con quienes ven la luz de lo divino en todas las personas. En mi capítulo de afiliados, soy aceptada por lo que soy, mi voz se escucha y mi opinión es importante. He tenido el privilegio de asistir a otras reuniones de otros capítulos y parece que este mismo sentimiento es lo que mantiene unidos a los Afiliados Maryknoll. Los miembros se comprometen conscientemente entre ellos, nos alimentamos espiritualmente y nos desafiamos mutuamente a seguir cruzando fronteras de todo tipo.
Los afiliados Maryknoll somos laicos cuyas vidas se centran en cuatro pilares: espiritualidad, visión global, comunidad y acción. En pocas palabras, los miembros trabajan de forma individual y comunitaria para lograr un cambio positivo. Cada capítulo decide cómo organizar sus reuniones y cada individuo decide qué tan involucrado estará. Los capítulos han evolucionado durante los últimos 25 años. He sido miembro del capítulo de Albany, Nueva York, desde su comienzo en 2007.
Mi parroquia ha tenido una conexión de mucho tiempo con Guatemala. Un viaje parroquial a ese país en 2009 me llevó a conocer a las Hermanas Maryknoll Connie Pospisil y Helen Werner en Lemoa. Qué maravilloso fue unirme a ellas para rezar a las 5:30 cada mañana.
Las hermanas me inspiraron no solo con su vida de oración sino también con su disponibilidad constante para la gente. Me enseñaron lo que significa ser contemplativo en acción. Mi vida cambió. Despertó un lugar desconocido en mi corazón. Encontré mi pasión. Así fue el comienzo de una hermosa relación que floreció y permitió que nuestro capítulo de Albany apoyara directamente a misioneros Maryknoll activos en la misión. Mi comunicación con las hermanas Maryknoll aumentó. Nos alegramos mucho cuando vinieron a visitarnos a Albany. Qué tristes quedamos cuando la hermana Connie falleció recientemente. Pero continuaremos siguiendo su ejemplo.
He viajado a Guatemala cinco veces. También he visitado a las Hermanas Maryknoll en Panamá y a los Misioneros Laicos Maryknoll en El Salvador. Fui a Bolivia en un viaje de inmersión de Friends Across Borders. Cada viaje me permitió conocer a la gente de la región y disfrutar de su hospitalidad. Eran personas como Isabel en El Salvador, que me invitaron a cenar. Su familia estaba comiendo pescado pero ella me preparó pollo. “No sabía si querrías el pescado”, dijo. Ella quedó encantada cuando le dije que comería lo que sea que estaban comiendo.
Como muchos afiliados, hago mi parte en la comunidad local. Para mí, enseñar inglés como segunda lengua me permite tener interacciones uno a uno. Otros afiliados trabajan en comedores populares, promueven la justicia ecológica, ayudan a los refugiados y trabajan por la reforma migratoria. La lista varía de un capítulo a otro.
Creo que las personas cambian cuando tienen experiencias con otras culturas, razón por la cual participo activamente en el programa Quo Vadis de los Afiliados Maryknoll que proporciona un foro para que los personas que regresan de viajes interculturales puedan reflexionar sobre cómo se han visto afectados.
Abrazo el carisma Maryknoll, que se centra en las relaciones y nos llama a tratar a todas las personas con dignidad, igualdad y respeto.