Iglesia ayuda a migrantes que cruzan peligroso Tapón del Darién

Tiempo de lectura: 5 minutos
Por: Servicio Católico de Noticias (CNS)
Fecha de Publicación: Ago 17, 2021

Por Manuel Rueda, Catholic News Service

NECOCLÍ, Colombia (CNS) — En una pequeña iglesia, Docasse Montry recogió un paquete gratis de alimentos que tenía arroz, aceite y atún.

Era básico, pero el paquete fue útil para Montry, quien ha estado atrapada en Necoclí con su hija de 2 años y su marido por más de una semana.

“Solo pensábamos estar acá un par de días”, dijo la migrante haitiana, que viajaba a Estados Unidos. “Cuando te quedas atrapado en un lugar como éste, se te empieza a acabar el dinero”.

Miles de migrantes en camino a Estados Unidos están actualmente varados en el puerto colombiano de Necoclí, a medida que crece el tráfico en una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo.

La mayoría de los migrantes son haitianos y cubanos que habían estado viviendo en países sudamericanos como Brasil y Chile, pero se están desplazando porque la pandemia les ha dejado sin trabajo o les ha dificultado la obtención de visas de residencia en esos países.

Para ayudar a los emigrantes que viajan de Sudamérica a Estados Unidos, la única parroquia de Necoclí está haciendo paquetes de comida para las familias de emigrantes varadas en la pequeña ciudad.

La carretera que sale de Colombia termina en Necoclí, y para llegar a Panamá –el siguiente país en la larga ruta hacia Estados Unidos– los migrantes deben tomar embarcaciones para cruzar el Golfo de Urabá, y luego hacer una caminata de una semana a través de la selva del Darién, hasta llegar a un pueblo donde se reanuda el camino hacia Norteamérica.

Pero actualmente la flota de barcos de Necoclí sólo puede transportar a unas 700 personas cada día, lo que significa que los migrantes como Montry pueden quedarse atrapados en el pueblo hasta por dos semanas, mientras esperan su turno para embarcar.

After World Mission Sunday Mass at St. Ferdinand Church, pastor Father Jason Torba and Cardinal Blase Cupich greet the congregation, including all those who do mission in Chicago. (Julie Jaidinger, Chicago Catholic/U.S.)

El padre Henry Lopera habla con una migrante haitiana y reparte paquetes de alimentos en Necoclí, Colombia, el 5 de agosto de 2021. Su parroquia ha reunido hasta ahora más de 300 paquetes de alimentos para los migrantes varados en la ciudad. (Foto CNS / Manuel Rueda)

El padre Henry Lopera, de Necoclí, dijo que los migrantes llegaban constantemente a la parroquia en julio en busca de ayuda. Eso le inspiró a preparar los paquetes de alimentos.

“Hicimos unos papelitos y los metimos en un recipiente con los nombres de diferentes alimentos”, explicó. “Después de misa, los parroquianos sacaban un papelito que decía el tipo de comida que iban a traer”.

Hasta ahora, con la ayuda de un grupo de monjas franciscanas, la parroquia ha reunido 300 paquetes de alimentos para familias migrantes. Según el alcalde de Necoclí, unos 10,000 migrantes estaban atrapados en la ciudad a finales de julio.

Una vez que los migrantes pueden salir de Necoclí, se enfrentan a una serie de peligros. El principal de ellos es cruzar el Tapón del Darién, un tramo de 80 kilómetros de selva tropical donde no hay carreteras.

La travesía a pie dura al menos una semana y comienza en el pueblo colombiano de Compurgan, donde los emigrantes pagan a los lugareños hasta 400 dólares para que les guíen a través de la selva. Los que no tienen fondos se reúnen en grupos e intentan hacer la travesía por su cuenta.

“Es terrible”, dice Danay Valdez, un emigrante cubano que ha intentado cruzar el Tapón de Darién tres veces este año y ha fracasado. “Tienes que cruzar ríos profundos y partes en la montaña en las que el camino es tan empinado que tienes que subir con tus manos como un alpinista”.

Valdez, que viaja con su hijo de 17 años, dijo que, durante su primer intento, se cayó y se fracturó el coxis, a los dos días de la caminata. No pudo moverse durante varias horas y tuvo que ser abandonada por el resto de su grupo.

After World Mission Sunday Mass at St. Ferdinand Church, pastor Father Jason Torba and Cardinal Blase Cupich greet the congregation, including all those who do mission in Chicago. (Julie Jaidinger, Chicago Catholic/U.S.)

La tumba de un haitiano de 19 años que murió al intentar cruzar la selva tropical de tapón de Darién se muestra en Capurganá, Colombia, el 7 de agosto de 2021, cerca de la frontera con Panamá. Decenas de migrantes han muerto al intentar cruzar la jungla. (Foto CNS / Manuel Rueda)

“Pudiera haber perdido la vida allá adentro en la selva”, dijo. “Tuve que juntar todas mis fuerzas para poder regresar”.

Ahora permanece en Capurganá con Rosa Espinoza, una emigrante cubana de 52 años que también intentó cruzar el Tapón de Darién y fracasó.

Espinoza sufre de hipoglucemia y dijo que se desmayó durante su primer intento de cruzar la selva. Durante su segundo intento, se resbaló con una rama y sufrió una profunda herida en la pierna izquierda, lo que la obligó a dar marcha atrás.

“Mi hijo está en Kentucky y tuvo un accidente de tránsito que lo dejo en silla de ruedas”, dijo Espinoza entre lágrimas. “Sólo quiero estar allá para cuidarlo”.

A pesar de los peligros de la travesía, el número de migrantes que pasan por el Tapón del Darién va en aumento. Según el Servicio Nacional de Migración de Panamá, más de 49,000 migrantes han cruzado el Darién este año y se han registrado en albergues, donde reciben servicios sanitarios.

El número de cruces registrados en lo que va de año es mayor que los cruces de 2018, 2019 y 2020 juntos.

Los que cruzan también se enfrentan al riesgo de ser robados por los grupos armados que controlan las rutas del narcotráfico en la selva. Según Médicos Sin Fronteras, que dirige tres puestos de salud en el lado panameño del Tapón del Darién, algunas mujeres han sido violadas.

El obispo Hugo Torres, de Apartadó, una diócesis colombiana en la frontera con Panamá, dijo que es urgente que las autoridades de ambos países encuentren un paso más seguro para los migrantes. Eso podría incluir la obtención de visados para que viajen en avión o la búsqueda de una manera de llevar a los migrantes en barcos a Panamá, para que no tengan que cruzar la selva a pie.

“Si estas personas ya llegaron a este país es la responsabilidad del gobierno protegerlas”, dijo el obispo Torres. “Tenemos que generar una cultura que respete al migrante que quiere pasar por este pueblo rumbo a la tierra prometida”.

Imagen destacada: La migrante cubana Danay Valdez y su hijo Raisel, que han intentado cruzar el tapón de Darién pero fallaron, aparecen en la foto el 7 de agosto de 2021. Ahora se encuentran en Capurganá, Colombia, donde comienza el sendero a través de la selva. (Foto CNS / Manuel Rueda)

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