Un ex-misionero laico Maryknoll utiliza las habilidades que obtuvo en experiencias pasadas para trabajar con refugiados de Afganistán en Estados Unidos.
Para el ex-Misionero Laico Maryknoll Merwyn De Mello, quien está de regreso en este país, ver el impacto de la cascada de eventos violentos durante el último año, incluyendo la retirada de las fuerzas militares de los Estados Unidos de Afganistán, y sus caóticas consecuencias, ha sido doloroso. Sin embargo, la llegada de decenas de miles de refugiados que huyen de ese país también ha significado reconectarse con un pueblo que él considera uno de los más hospitalarios en base a su experiencia de haber vivido en diferentes partes del mundo.
El verano pasado, el mundo fue testigo del caos de multitudes de afganos que invadían el aeropuerto de Kabul, desesperados por escapar de la toma del control del país por parte de los talibanes. Después de haber trabajado con su esposa, Kirstin, en un proyecto de consolidación de la paz en Afganistán de 2014 a 2017, De Mello sintió “mucha tristeza, ansiedad y preocupación” por las personas que conoce allá.
“La situación de mis ex compañeros es precaria”, dice, recordando a los afganos con los que trabajó. También le preocupan muchos sus amigos, el pueblo afgano en general y cómo será la vida de aquellos que no pudieron salir del país.
“Mi temor, por mis compañeros y amigos hasta la gente común como los que venden verduras en carretas, es ¿cómo van a vivir con esto?” se pregunta. La difícil situación de las personas que conoció y de las que se hizo amigo mientras vivía en Kabul lo atormenta.
De Mello—quien habla dari, que conjuntamente con el pashto es uno de los dos idiomas oficiales en Afganistán—encuentra cierto consuelo en el conocimiento que tiene de su experiencia personal con el pueblo y la cultura afgana. “Hay una gran cantidad de resiliencia en la gente de Afganistán”, dice. “Así que encontrarán una manera. Han sobrevivido décadas de guerra y conflicto y continúan encontrando una manera de existir y vivir”. “Pero”, agrega, “este podría ser uno de los momentos más desafiantes hasta ahora en su turbulenta historia”.
Merwyn y Kirstin De Mello reciben una clase de lenguaje shona de una profesora de idiomas en una comunidad parroquial jesuita en las afueras de Harare, la capital del país. (Cortesía de Merwyn De Mello/Zimbabwe)
En Japón, Merwyn De Mello visita a unos amigos indigentes que vivían en cajas de cartón en un camino pavimentado a lo largo del río Sumida de Tokio. Cada semana, De Mello les llevaba bolas de arroz hechas por un grupo al que pertenecía, compuesto principalmente por ancianas japonesas y un sacerdote franciscano. (Cortesía de Merwyn De Mello/Japón)
Regresó a Estados Unidos en 2003 para obtener una maestría en transformación de conflictos y consolidación de la paz en el Centro para la Justicia y la Consolidación de la Paz (CJP) de la Universidad Menonita del Este en Virginia. Él y su esposa se conocieron durante sus estudios en CJP. Se casaron en 2006 y sirvieron junto con los Misioneros Laicos Maryknoll (MKLM) en Zimbabwe hasta 2008. Después de una estadía de un año en Mumbai, India, regresaron a Estados Unidos, donde Merwyn trabajó en Ossining para MKLM en reclutamiento y orientación. Luego, la pareja se mudó a Chicago, donde sirvieron junto con Community Peacemakers Teams (anteriormente Christian Peacemaker Teams) y participaron en procesos de justicia restaurativa basados en la comunidad. Después de un par de años, decidieron seguir su deseo de servir en el extranjero nuevamente.
“Sentimos que nuestra pasión por el servicio en el extranjero aún no había terminado”, dice De Mello. “Cuando Afganistán surgió como una posibilidad, nos atrajo”.
De Mello había vivido en países donde los musulmanes son una minoría, en Kenya, India, Tanzania, y él y Kirstin se sintieron atraídos por la posibilidad de servir buscando la consolidación de la paz en un país de mayoría musulmana. Anteriormente, De Mello había trabajado para Kuwait Airways en el Golfo Pérsico, donde viajó mucho. Las interacciones con colegas del mundo de habla árabe le abrieron los ojos a los conflictos complejos y de larga data en el Medio Oriente.
La pareja llegó a Kabul en 2014 como voluntarios del Comité Central Menonita (MCC) asignados como asesores de paz en un proyecto con un asociado del MCC. Trabajaron allí hasta 2017, y luego se trasladaron a Bangladesh, donde sirvieron hasta 2020, también como asesores de paz para proyectos de MCC.
“Mientras viví en Afganistán, interactué con todo tipo de personas en una variedad de entornos, tanto como pude dadas las estrictas medidas de seguridad”, dice. Su nacionalidad india, su voluntad de usar el atuendo masculino afgano (la camisa perahan y los pantalones tunban) y su creciente destreza para hablar dari le sirvieron como puentes con la población local. Incluso en medio de los numerosos desafíos de seguridad, ir de compras a los mercados locales eran, para él, eventos sociales y vías para construir círculos de amistad. La pareja se propuso conocer a sus vecinos afganos. Una vez más, el espíritu de hospitalidad afgano o mehman nawazi facilitó la viabilidad de sus visitas con sus vecinos, no solo en celebraciones religiosas y nacionales especiales, sino también para tomar el té los fines de semana.
Además, señala De Mello, los lazos culturales de siglos de duración entre India y Afganistán, y el compromiso de India con la inversión económica y de desarrollo en el país, jugaron a su favor.
Kirstin y Merwyn De Mello sentados en la entrada de una antigua mezquita en Herat, la tercera ciudad más grande de Afganistán y un sitio histórico que alguna vez fue parte de la Ruta de la Seda entre el Medio Oriente y Asia Central. (Cortesía de Merwyn De Mello/Afganistán)
“La música y las canciones de Bollywood son como una subcultura en Afganistán”, dice. La gente le decía que veía películas de Bollywood en los rincones privados de sus hogares, incluso bajo el intenso régimen de escrutinio instituido por el primer gobierno talibán de 1996 a 2001. “Cuando decía que soy de India, la conversación cambiaba a hablar sobre canciones, estrellas de cine y, por supuesto, el cricket, ¡otra pasión compartida por nuestras dos naciones!”
De Mello dice que las relaciones con sus vecinos y los vendedores locales también protegieron a la pareja, porque la gente los cuidaba. “A veces, estaba caminando por la calle y el dueño de una tienda o un vendedor en un carrito me apartaba y me decía: ‘Por favor, ven a tomar el té conmigo… es mejor que te sientes en mi casa y tomes una taza de té porque vemos algunos extraños deambulando. No es seguro en la calle para ti. ¿Okay?’”
Eso era parte del código de honor afgano: proteger al huésped, al extranjero, dice él. “La hospitalidad y protección que se ofrece a un huésped trasciende las diferencias de raza, religión y situación económica”, dice De Mello. “Ser huésped en un hogar afgano es una bendición de Alá para la familia; proteger al huésped es como un juramento de honor”.
Mientras De Mello trabajaba con los recién llegados de Afganistán en el proyecto del condado de Montgomery, volvió a experimentar la hospitalidad afgana que había conocido en Kabul.
Aunque su trabajo en Maryland era brindar orientación cultural, apoyar el aprendizaje del inglés y ayudar con orientación legal, De Mello siente que él también sirvió como puente entre los afganos y muchos otros miembros del personal de apoyo que los atienden.
“Debido a mi sensibilidad cultural y mi capacidad para conversar en dari, recibía solicitudes, tanto de los afganos como del personal de apoyo, de personas que buscaban aclarar cosas entre ellos o que necesitaban más información”, dice él.
Merwyn De Mello facilita una sesión de enseñanza-aprendizaje en Kabul, Afganistán. De Mello trabajó en Afganistán en un proyecto de consolidación de la paz con su esposa, Kirstin. (Cortesía de Merwyn De Mello/Afganistán)
“Muchos afganos tenían una conexión natural conmigo porque trabajé y viví en Afganistán y, en segundo lugar, por la estrecha relación cultural entre indios y afganos”, dice. “Entonces, esa relación especial, ese vínculo, que tuve durante mis tres años en Afganistán, se transfirió a este entorno”.
Una parte integral del equipo del proyecto Operation Allies Welcome de la USCCB es un grupo de intérpretes nacidos en Afganistán. Trabajar junto a ellos reavivó los recuerdos del tiempo y las relaciones de De Mello en Afganistán. Este grupo lo recibió como a un hermano, feliz de conversar en dari. Lo invitaron a compartir comidas con ellos. “Me invitaron a estar entre ellos, me senté con ellos y comí la deliciosa comida casera afgana. Una vez más disfruté de esa hospitalidad afgana especial, esta vez en este país, tanto de los refugiados con los que tuve una conexión de corazón, como de este cálido y maravilloso grupo de intérpretes”.
Al reflexionar sobre lo angustiosos que han sido los últimos meses para la comunidad afgana en el proyecto, desde soportar el miedo, el dolor y el caos del clamor por salir de Kabul a sus estadías iniciales en bases militares en Estados Unidos y luego a un hotel en un ambiente estadounidense, ellos todavía enfrentan un futuro incierto: los desafíos del reasentamiento, dice De Mello.
“Creo que les viene una fase intimidante para ellos, cuando realmente estén en su entorno de reasentamiento, en sus hogares, y tengan que acostumbrarse al sistema de vivienda, empleo, administración del dinero, educación, salud, transporte, inmigración”, dice él. Entonces, mientras los afganos se mudan a sus nuevos hogares y la USCCB termine su trabajo en el sitio, De Mello promete: “Seguiré acompañando al menos a aquellos a los que llegué a conocer bien, con quienes he forjado una relación”.
“Mi esposa, Kirstin, y yo éramos nuevos en Afganistán”, dice. “Nosotros fuimos los forasteros, ya conoces esa escritura bíblica, ‘extranjeros en tierra extraña’. En todos los lugares donde hemos vivido, hemos recibido una cálida y generosa bienvenida, pero nunca hemos experimentado en ningún otro lugar el tipo de hospitalidad que experimentamos en Afganistán”.
Imagen destacada: Merwyn y Kirstin De Mello en un retiro en Nepal con las montañas del Himalaya al fondo. La pareja sirvió en el Comité Central Menonita en Afganistán de 2014 a 2017, y luego en Bangladesh hasta 2020. (Cortesía de Merwyn De Mello/Nepal)