Misionero en Bolivia ayuda a personas a llevar una vida más feliz y a reconciliarse el uno con el otro.
Rosario Miranda enfrentó mucho dolor y sufrimiento luego que su esposo abandonara su familia hace 10 años. Miranda tuvo que trabajar en varios oficios para sacar adelante a sus dos hijas Sarita y Gabriela en Cochabamba, Bolivia.
Separada de su esposo después de vivir juntos 23 años, Miranda sentía ira y resentimiento hacia él. Ella también se culpaba. “Seguro que debido a mi personalidad, he deshecho mi matrimonio”, decía. “No he sabido comprenderlo”.
Luego Miranda supo del programa de las ESPERE (Escuelas del Perdón y la Reconciliación). El programa es dirigido por el Padre Maryknoll Juan Zúñiga y otros cinco facilitadores.
ESPERE es un programa de la Fundación para la Reconciliación, una entidad sin fines de lucro con sede en Bogotá, Colombia, liderado por Leonel Narváez Gómez, sacerdote y sociólogo de los Misioneros de la Consolata. Para hacer del perdón y la reconciliación un elemento esencial en la solución de conflictos y el logro de la paz, la fundación basó sus modelos en investigaciones de las universidades de Wisconsin, Harvard y Cambridge. El padre Narváez había adquirido experiencia como facilitador en las negociaciones entre el gobierno colombiano y las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El modelo de las ESPERE se ha expandido a 21 países y ha entrenado a más de 2 millones de personas desde el 2003.
Rosario Miranda (suéter color crema con bordados), otros participantes y el Padre Zúñiga se unieron a un taller ESPERE en 2018, en el Centro Misionero Maryknoll en Cochabamba, Bolivia. (Cortesía de Juan Zúñiga/Bolivia)
En Bolivia, el programa fue presentado por el Misionero Laico Maryknoll Joseph Loney, quien invitó a un par de religiosas de Brasil para ofrecer un taller intensivo a un grupo el 2015. Desde entonces, el padre Zúñiga, con Jason Obergfell, un ex misionero laico Maryknoll y ahora afiliado Maryknoll, y cuatro voluntarias de Bolivia, organizan y presentan los talleres de las ESPERE.
El taller completo está compuesto por 12 módulos y requiere aproximadamente 40 horas de clase. Los participantes comparten una oración, reflexiones bíblicas, actividades como escribir una carta a la persona que les lastimó y juegos y diálogo en pequeños grupos. El primer taller en Bolivia se presentó en una prisión. Luego se ofreció en el Centro Misionero Maryknoll en Cochabamba, en parroquias y otras comunidades. Actualmente, debido a las restricciones del COVID-19, el programa solo se ofrece virtualmente una vez al mes con participantes antiguos, pero espera reiniciarse de manera presencial este año.
Miranda, quien continúa participando en las reuniones mensuales de las ESPERE, dice que el programa le ha ayudado a perdonar a su esposo y a ella misma. Ahora ella puede lidiar con las situaciones adversas, y aceptar a las personas con las decisiones que tomen. “Con las reflexiones que nos han dado hemos podido aprender de las lecturas del día, basadas en la iluminación de la Biblia, siempre de la mano de Dios”, dice.
Jason Obergfell (centro), afiliado Maryknoll, presenta una sesión ESPERE sobre mediación para salvar diferencias y construir reconciliación. (Nile Sprague/Bolivia)
Después de perdonar a su esposo, Miranda dice que su vida familiar se volvió más armoniosa. El pasado junio, su esposo, quien tenía otra familia en otra ciudad de Bolivia, se reunió con Miranda y sus hijas y les pidió que lo perdonaran por haberlas abandonado. Tristemente, un mes después, él murió a causa de las complicaciones del COVID-19.
“Me uno a las reuniones para restaurarme, porque siempre cargamos un dolor y hay muchas situaciones que enmendar y arreglar en mi vida”, dice Miranda. “Esta pandemia nos ha devastado. Siento de corazón el sufrimiento de mis hijas por haber perdido a su papá para siempre. Las cosas no siempre tienen que estar quebrantadas. Tiene que haber una manera de poder adaptarnos y resignarnos a las pruebas de la vida”.
Joven es parte de la dinámica del “Árbol de los Principios”. En cada hoja está escrito un principio que servirá de guía en la vida de las personas, durante un taller ESPERE en Oruro, Bolivia. (Nile Sprague/Bolivia)
Para el padre Zúñiga, asignado a servir en misión en Bolivia desde el 2011, apoyar este programa es importante.
“El programa de las ESPERE nos enseña a reconocer los sentimientos negativos que podríamos estar cargando por algo que sucedió en el pasado, y esos sentimientos negativos eventualmente afectan nuestras relaciones con otras personas y la relación con uno mismo”, dice el misionero de San Antonio, Texas. “Nos invita a reconocer esos sentimientos negativos y descubrir cómo están afectando a nuestras vidas; la necesidad de liberarnos de esos sentimientos negativos es la clave. Tú no quieres llevar eso contigo, así que decides perdonar a la persona. Ese perdón es realmente para ti, no para la otra persona”.
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El Padre Maryknoll Juan Zúñiga dirige una oración al inicio del taller de las Escuelas para el Perdón y la Reconciliación (ESPERE) en una casa parroquial jesuita en Oruru, Bolivia. Los participantes desarrollan actividades que incluye oración, presentaciones, reflexión sobre dinámicas como mantener globos a flote para practicar el cuidado de uno mismo y de los demás, cuidar las plantas como muestra de preocupación por el medio ambiente y comidas compartidas. Última foto: De izq. a dcha.: Presentadores de ESPERE Mabel Ramírez, psicóloga, Jinky Irusta, abogada, Padre Zúñiga y Jason Obergfell. (Fotos por Nile Sprague/Bolivia)
Katherine Olguín Rodríguez, una agente pastoral de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario en Oruro, dice que el programa ha sido muy dinámico y le ha permitido interactuar mejor con otros miembros de la parroquia. “Profundizar en nuestras vidas marca una relación más asentada con estas personas. Se han generado lazos y eso hace fortalecer más a una comunidad cristiana”, dice Olguín. “En mi trabajo con los proyectos de la pastoral de jóvenes, desarrollamos temas de la vida y les presentamos talleres. (Las ESPERE) son recursos importantes para aprender algo nuevo y para innovar nuestro trabajo”.
Además, para Olguín el programa de las ESPERE fue una oportunidad para reconocer sentimientos negativos y restaurar relaciones personales. Olguín, quien es educadora y psicóloga, dice que la relación con su mamá no ha sido la más fácil. “Mi mamá hubiera sido feliz que yo fuera ama de casa”, dice ella.
“Soy mamá de tres niños y siento que necesito restaurar esta relación para ejercer mi maternidad con más libertad y confianza”, dice ella. Al trabajar con otras madres en los talleres, dice Olguín, fue conmovedor escuchar sus perspectivas, y cómo ellas han actuado como hijas o hermanas. Escuchar otras historias la hizo comprender por qué muchas personas lastiman o cometen errores por repetición o sin saberlo.
El psicólogo Everett Worthington, un presentador en el VI Encuentro Internacional de las ESPERE el pasado noviembre, resumió cinco pasos para alcanzar el perdón. Primero, dice, recuerde el dolor: para sanar, debe enfrentar el hecho de que ha sido lastimado. El siguiente paso es sentir empatía con la otra persona: ponerte en el lugar de la otra persona. El tercero se llama el don altruista: otorgar perdón como un acto desinteresado. El cuarto es comprometerse: una vez que haya perdonado, escriba una nota para usted mismo, algo tan simple como: “Hoy, perdoné a [nombre de la persona] por lastimarme”. Esto, dice, ayuda a que tu perdón perdure. Finalmente, dice, aférrese al perdón: “Escribimos notas de compromiso, porque casi siempre estaremos tentados a dudar de que realmente perdonamos”.
Miranda, quien sacó adelante a sus hijas, dice orgullosa, “Una es psicóloga y lingüista y la otra está haciendo su residencia para ser doctora”. Además ella aprecia el apoyo del padre Zúñiga. “El padre Juan tiene la sabiduría de Dios y eso nos da confianza para compartir nuestros dolores y abrir nuestros corazones en las reuniones”, añade.
Imagen destacada: En un taller ESPERE en Oruro, Bolivia, el Padre Juan Zúñiga guía la dinámica del “Globo de Vida”, donde participantes escriben en un globo tres cosas que los describen. El propósito es aprender a cuidar sus vidas y de los demás. (Nile Sprague/Bolivia)