Reflexión Bíblica para el Domingo de Pascua

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Abr 15, 2022

Por Frank Breen, M.M.

Domingo, 17 de abril, 2022

Hechos 10,34, 37-43; Salmos 118,1-2, 16-17, 22-23; 1 Corintios 5,6-8; Juan 20, 1-9

El Padre Maryknoll Frank Breen, quien sirvió en misión en Kenya, reflexiona sobre en cómo encontrar la esperanza pascual en medio de los desafíos que enfrenta nuestro mundo.

En la Pascua de la Resurrección celebramos la victoria de la vida sobre la muerte, algo que se evidencia este año, ya que la Semana Santa se celebra a mediados de abril, cuando los capullos y las flores han vuelto a la vida después de un largo invierno. Así, buscamos los signos de la vida que emergen donde creíamos que la muerte había dado su golpe final.

Hay dos ejemplos muy reales de la muerte que ocurren en el mundo de hoy, siendo el primero la destrucción sin sentido de la nación de Ucrania y la terminación casi genocida de su pueblo, que recuerda los relatos bíblicos de la devastación causada por las potencias imperiales, como la destrucción asiria de Samaria, la destrucción babilónica de Jerusalén en 587 a.C. y la destrucción romana de Jerusalén en 70 d.C.

Pero a estos hechos antiguos le siguieron las profecías de resurrección, como la imagen que vio Ezequiel de los huesos secos volviendo a la vida, la sustitución del Templo de Jerusalén por sinagogas dirigidas por rabinos, y la de las comunidades cristianas que se extendieron por todo el Imperio Romano y que creían que Jesús resucitado estaba entre ellos.

¿Revivirá la nación ucraniana? Somos un pueblo que vive en la esperanza, lo que nos permite creer que el mal será vencido y que lo que murió –o casi muere– volverá a la vida. No sabemos qué significará esto concretamente en un futuro cercano o lejano, pero no podemos aceptar que este sea el final. Una fe pascual también debería reforzar nuestro compromiso de transformar las relaciones geopolíticas globales hacia una determinación definitiva para erradicar la guerra de las estrategias que promueven los intereses nacionales en todos los países.

Otro escenario en el que está ocurriendo la muerte es en la gran pérdida de biodiversidad a la que se enfrenta nuestro mundo. Hace dos años, las Naciones Unidas emitió el alarmante informe de que nuestro planeta podría perder un millón de especies de plantas y animales en los próximos 1 a 300 años. Hemos tabulado alrededor de 2,5 millones de especies, pero estimamos que hay entre cinco y diez millones en total. No importa el número, una pérdida de un millón se clasifica como lo que se llama una “extinción masiva”. Muchas de las que se perderán son algunas de las especies más icónicas, como los osos polares; tigres de bengala; especies marinas, incluidas algunas especies de tiburones y ballenas; además de muchas otras. El informe también declaró inequívocamente que las actividades humanas son responsables de esto, como la destrucción de los hábitats de vida silvestre, la caza, la pesca excesiva y el calentamiento global a través del consumo de combustibles fósiles.

Una vez me encontré cara a cara con dos especies en peligro de extinción: un antílope eland y un rinoceronte. Fue en un pequeño zoológico en Nairobi, Kenya, llamado Orfanato Animal, en uno de los cercos que tenía un muro bajo alrededor, donde vivían estos dos enormes animales. Todos los días la gente venía a verlos, los dos animales se acercaban al borde del muro y los visitantes usaban ramas para rascarles la espalda. Mientras estaba parado frente al muro, el rinoceronte se me acercó, deteniéndose a solo dos pies de distancia, y esperó pacientemente a que comenzara a rascarle la espalda. Estar cara a cara con un rinoceronte es sin duda una experiencia surrealista. Esos dos animales creen que los humanos somos magníficos, sin saber que estamos causando la extinción de su especie.

En 2018, una estudiante de Kenya que conozco estaba estudiando para ser guía turística, lo que incluía un viaje de estudios al rancho Ol Pejeta en el centro-norte de Kenya. Por casualidad, ella estuvo allí cuando murió el último rinoceronte blanco norteño macho. Dos hembras todavía están vivas y hay intentos de poner sus huevos en otras especies de rinocerontes para tratar de preservar la especie, pero el éxito a largo plazo es dudoso.

Esta es solo una especie: recuerden que hay un millón en peligro de extinción. Nuestra generación ha sido bendecida de poder compartir este maravilloso planeta con tantas especies y como gente de Pascua aplaudimos los esfuerzos de los funcionarios de la vida silvestre y de muchos gobiernos nacionales en sus esfuerzos de conservación.

Estos ejemplos, la guerra genocida y la extinción de la biodiversidad, plantean preguntas más profundas: ¿Nuestra cultura humana es una cultura de muerte o una cultura de vida? Si es lo último, ¿qué transformaciones se requieren para que cooperemos verdaderamente con las actividades dadoras de vida de Dios en nuestro mundo? ¿Podemos comprometernos esta Pascua de Resurrección a reconocer plenamente la presencia de Jesús resucitado en medio de nosotros y participar de su constante invitación a compartir su vida?

Para leer otras reflexiones bíblicas publicadas por la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll, haga clic aquí.

Imagen destacada: En la foto al atardecer, un árbol en Sergengeti Savanna florece, incluso en un clima árido. El Padre Maryknoll Frank Breen, quien sirvió durante tres décadas en Kenia, reflexiona sobre las Buenas Nuevas de la Pascua a la luz de los desafíos del mundo. (Foto de Hu Chen/Tanzania, UnSplash)

Sobre la autora/or

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll (MOGC por sus siglas en inglés) expresa la posición de Maryknoll en debates sobre políticas públicas, con el propósito de ofrecer educación en temas de paz y justicia social, defender la integridad de la creación y abogar por la justicia social, económica y del medio ambiente. Visita maryknollogc.org

Ediciones Archivadas