Encontrando a Dios en la Misión

Tiempo de lectura: 5 minutos
Por: John Siyumbu
Fecha de Publicación: May 6, 2022

Seminarista keniano reflexiona sobre su trayectoria vocacional y compromiso con la misión.

Siento el acompañamiento de Dios cuando experimento el gozo profundo de ofrecerme al servicio del pueblo de Dios. Como el Papa Francisco nos enseña en su exhortación Christus Vivit, me encuentro conectado con Dios cuando me pongo en pie para el bien del pueblo de Dios y de la Iglesia.

Me ha tomado años llegar a este momento, y mientras espero mi ordenación al sacerdocio el 3 de junio, reflexiono sobre mi trayectoria vocacional y comparto mi entusiasmo por servir en las misiones de Maryknoll.

Pasé los primeros 20 años de mi vida en el oeste de Kenya, en mi diócesis natal de Bungoma. En la escuela primaria Mumias Complex, aprendí la historia de mi país. Las narraciones sobre los primeros misioneros que trajeron el Evangelio me intrigaron, y la historia del explorador y misionero alemán del siglo XIX, Johann Rebmann, me pareció particularmente fascinante.

Durante las vacaciones escolares, mi padre nos llevaba a visitar a nuestra abuela en el campo. Les preguntaba a mis padres y a mi abuela sobre los misioneros. Ellos nos explicaban que los misioneros trajeron la fe católica y construyeron escuelas y dispensarios en nuestra área, viajando largas distancias para establecer misiones. Estas historias también fueron contadas por nuestros parientes maternos, especialmente mi tío John. Bautizado como católico, hasta el día de hoy él cuenta historias de misioneros en la era anterior al Vaticano II y recita el Credo de los Apóstoles en latín.

Recuerdo cuando me interesé por primera vez en el sacerdocio. Era el día de mi confirmación. Nuestro obispo exhortó a los fieles a criar a sus hijos para que sean sacerdotes. Yo volteé para mirar a mi madre, que estaba detrás de mí sosteniendo mis hombros. Le dije que me gustaría ser sacerdote. Me miró y dijo: “Ya veremos”. En el 2000, ingresé a la escuela secundaria St. Peter’s Mumias. Como monaguillo, le pregunté al capellán cómo podía ser misionero. Me dijo que pasara mis exámenes escolares primero y luego continuara mi discernimiento.

En el 2005, me matriculé en la Universidad Kenyatta (KU) en Nairobi, la capital de mi país. Mientras estaba en KU, me convertí en un miembro activo del Teatro Itinerante de la Universidad Kenyatta y del Grupo de Acólitos en la Capellanía Católica de la universidad. La comunidad católica reavivó mis deseos por el sacerdocio. Me atrajo el sacerdocio misionero a través de nuestro capellán universitario, el Padre Lance Nadeau, quien actualmente es el superior general de los Padres y Hermanos Maryknoll.

Hacia el final del programa de cuatro años, le pregunté al padre Nadeau cómo alguien podía unirse a Maryknoll. Él respondió: “Bueno, Maryknoll es una sociedad pequeña y solamente recluta estadounidenses”. Hizo una pausa y luego agregó: “¿Te gustaría que hable con mi superior sobre esto?” Le dije que me gustaría unirme a Maryknoll. Durante cuatro años en el campus, fui testigo de la forma de servicio de Maryknoll.

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1) El joven John Siyumbu está rodeado de su familia el día de su Confirmación. 2) John Siyumbu (segundo desde la izquierda) aparece con otros estudiantes miembros del Consejo Pastoral Parroquial en 2009. (Cortesía de John Siyumbu/Kenya) 3 a 5) El seminarista Maryknoll John Siyumbu sirve en misión durante su Programa de Capacitación en el Extranjero en Cochabamba, Bolivia . (Nile Sprague/Bolivia) 6 a 7) Siyumbu participa en un viaje de inmersión con Maryknoll a la frontera entre Estados Unidos y México (Deirdre Cornell/EE. UU.).

Me gradué de Kenyatta University  en 2009 con un título en educación especial. Luego, el padre Nadeau me informó que sus superiores estaban dispuestos a considerar mi solicitud y me sugirieron que estudiara filosofía mientras la consideraban.

Cada año académico, pasé parte de mis vacaciones en una parroquia administrada por Maryknoll en Buza, Dar es Salaam, Tanzania. Allí conocí a otros misioneros Maryknoll que trabajan en Tanzania. El ahora difunto Padre Maryknoll John Conway me preguntó en una ocasión dónde me gustaría servir como misionero. Respondí que me gustaría servir en América Latina, vivir entre la gente de allí y hablar español.

Al finalizar mi programa de filosofía en el 2012, Maryknoll optó por mantener su política de aceptar solo a personas con residencia legal en Estados Unidos.

Sin dejar de lado mi vocación al sacerdocio, decidí discernir mi vocación con los jesuitas. Enseñé en la escuela secundaria San Aloysius Gonzaga en Nairobi por un año y en el 2013 solicité entrar al noviciado jesuita. Los jesuitas me ayudaron a crecer en el Señor y después de dos años con ellos hice mis primeros votos en la Compañía de Jesús.

Sin embargo, mientras estaba en el noviciado, me enteré que Maryknoll había comenzado a aceptar vocaciones de otros países. Seguí pensando a menudo en Maryknoll y tomé la difícil decisión de dejar a los jesuitas para seguir mi vocación con Maryknoll.

Una vez aceptado en el programa de Formación Inicial de Maryknoll, en el 2016 dejé mi país y viajé a Chicago, donde estudié en la Unión Teológica Católica. Trabajé en el ministerio pastoral en Chicago y aprendí más sobre el carisma de Maryknoll. También me preparé para ir a Bolivia, como parte del programa de capacitación en el extranjero de Maryknoll, que brinda a los seminaristas un nuevo contexto cultural en la misión.

El Padre Maryknoll Paul Masson, tocando la guitarra, y John Siyumbu se reúnen con participantes de una Comunidad Cristiana en la casa del padre Masson en Cochabamba, Bolivia. (Nile Sprague/Bolivia)

El Padre Maryknoll Paul Masson, tocando la guitarra, y John Siyumbu se reúnen con participantes de una Comunidad Cristiana en la casa del padre Masson en Cochabamba, Bolivia. (Nile Sprague/Bolivia)

Los latinoamericanos me enseñaron a servir a Dios. La Iglesia en la Arquidiócesis de Cochabamba, Bolivia, donde fui asignado, confirmó mi deseo de servir al pueblo de Dios. Aprender un nuevo idioma y ministrar en esta nueva lengua me ayudó a experimentar la bondad de Dios en la gente de Cochabamba. Don Ediberto y doña Guillermina de la parroquia San Pío X me recibieron después de mi programa de idiomas y me ‘adoptaron’, llevándome al seno de su familia. Me convertí en un hijo para ellos. El párroco y los miembros de la parroquia San Pío X me ofrecieron excelentes oportunidades para seguir los pasos de Jesús.

Mientras me acerco a mi ordenación al sacerdocio, mis estudios y mi ministerio actual afirman mi deseo de servir al pueblo de Dios. Encuentro una gran alegría en mis ministerios diaconales en la Iglesia Old St. Patrick en Chicago. Veo a lo que Jesús me está invitando. Veo cómo Dios, a través de muchas personas en mi vida, me responde cuando oro diciendo: “Mira, he dejado todo y te he seguido”. El regalo misionero de Dios en Maryknoll ha sido transformador.

Mientras mis superiores de Maryknoll y yo continuamos discerniendo mi primera asignación, no sé qué me depara el futuro. Aún así, sé que, por la gracia de Dios, incluirá ocasiones de amor profundamente vividas en un contexto intercultural. Me encuentro contento en estos días, ofreciendo a Dios todo lo que tengo y todo lo que soy para el bien del pueblo de Dios y las misiones de Maryknoll, y para la mayor gloria de Dios.

Imagen destacada: El seminarista John Siyumbu observa el momento de la Consagración durante una misa dominical en la parroquia San Pío X en Cochabamba, Bolivia. (Nile Sprague/Bolivia)

Sobre la autora/or

John Siyumbu

John Siyumbu, originario de la Diócesis de Bungoma en Kenya, será ordenado como sacerdote el 3 de junio de 2022 como la primera vocación de la Sociedad Maryknoll proveniente de las misiones en el extranjero donde sirven los misioneros Maryknoll.

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