Sally Peake practica una doble vocación: primero, como fisioterapeuta mantiene con movilidad a sacerdotes y hermanos mayores de Maryknoll; y segundo, al ayudar al grupo Ossining para Refugiados a establecer a una familia afgana y a una mujer afgana soltera.
Peake, quien ha trabajado para Maryknoll desde 1997, vive con su esposo en Pleasantville, Nueva York, y allí es una miembro activa de la Iglesia Evangélica Luterana de América.
Su llamada vocacional a la misión se ha estado forjando por años. Mientras estaba en la escuela secundaria, hizo un viaje de intercambio a Nigeria, donde su grupo ayudó a construir una clínica de maternidad. Ella ha donado para ayudar a los refugiados a través de su iglesia. Y, mientras hacía terapia con los misioneros Maryknoll, escuchó muchas descripciones de sus ministerios y los desafíos que enfrentaron.
Peake dice que su preocupación por los refugiados afganos, especialmente aquellos que habían apoyado a los Estados Unidos, surgió al ver las noticias en la televisión durante el caos que ocurrió cuando las tropas estadounidenses se retiraron de Afganistán. “Me sentí obligada a responder al desafío del reasentamiento”, dice.
Se convirtió en una voluntaria en brindar ayuda a la familia Baseer y a una mujer soltera (nombre en reserva para proteger a su familia que aún se encuentra en Afganistán). Peake no solo ofrece su servicio voluntario como conductora a tiempo parcial, sino que también reclutó a otros voluntarios para que los acompañen y localizó a tutores para que les enseñen inglés a los refugiados. Ella también ayudó a la organización misma, encontrando un abogado para constituir el grupo de Ossining como una organización sin fines de lucro.
El grupo Ossining para Refugiados incluye las poblaciones cercanas de Pleasantville, Briarcliff y Croton-on-Hudson, además de
Ossining, donde se encuentra la sede de Maryknoll. Ha habido una gran respuesta de personas de todas las religiones: católicos, anglicanos, luteranos y otras denominaciones protestantes, judíos, musulmanes y budistas, e incluso de personas sin afiliación religiosa.
“Me parece conmovedor que personas de muchas religiones diferentes se hayan involucrado desinteresadamente en esta importante tarea”, dice Peake. “Esto ha profundizado mi aprecio por el mandamiento ‘Ama a tu prójimo’”.
Kathie O’Callaghan de la Iniciativa para Refugiados en Westchester dice que ellos supervisan 15 grupos locales y cuentan con unos 200 voluntarios. Desde octubre de 2021, más de 70 refugiados afganos se han reasentado en los alrededores del condado de Westchester y el número sigue en aumento.
Este desborde de buena voluntad se ha extendido a la membresía misma de Maryknoll. En los últimos seis años, los sacerdotes y hermanos Maryknoll han donado alrededor de $100.000 de sus propios medios personales a una media docena de grupos de reasentamiento de refugiados en Nueva York y Connecticut. Los fondos que originalmente eran para refugiados sirios ahora también se utilizan para ayudar a refugiados afganos en Estados Unidos. La Sociedad Maryknoll misma donó recientemente $10.000 para ayudar a reasentar a los refugiados localmente.
Incluso cuando los refugiados encuentran seguridad en sus nuevas comunidades, llevan consigo el trauma de lo que los hizo huir y las preocupaciones por las personas que dejaron atrás.
“La mujer a la que ayudo dice que está atormentada de preocupación porque sus padres siguen en Afganistán”, dice Peake. “A veces tiene dificultad para dormir por la noche. Sus padres no tienen suficiente dinero ni comida, y como no saben leer ni escribir es difícil comunicarse con ellos, excepto en raras ocasiones que entra una llamada telefónica”.
“Los afganos que trabajaron para Estados Unidos en Afganistán lo hicieron arriesgando sus vidas y sus familias, y quiero retribuirles y ayudarlos lo mejor que pueda”, agrega.
Sally Peake es un gran ejemplo de una persona de fe que cree que Dios la ha invitado a un llamado superior, y Maryknoll cree que hay muchas otras personas de buena voluntad que sienten ese llamado.
Imagen destacada: El Hermano Maryknoll Andrew Marsolek es ayudado por fisioterapeutas Cathy Kane (izq.) y Sally Peake (dcha.), quien también ayuda a reasentar a refugiados afganos en NuevaYork. (Cortesía de Sally Peake/EE.UU)