Entrevista con el Cardenal Tagle

Tiempo de lectura: 21 minutos
Por: Giovana Soria
Fecha de Publicación: Sep 3, 2022

La Revista Misioneros comparte la versión extendida de una entrevista con el Cardenal Luis Antonio Tagle realizada por nuestra redactora Giovana Soria el 2 de junio de 2022.

 

El Cardenal Luis Antonio Tagle, de Filipinas, es prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y presidente de Caritas Internationalis. Un amigo de Maryknoll desde hace mucho tiempo, él visitó la sede de Maryknoll en Ossining, Nueva York, para presidir la ordenación de nuestro nuevo sacerdote Maryknoll el Padre John Siyumbu.

En primer lugar, su Eminencia, ¿Podría contarnos sobre su relación con Maryknoll?
Cardenal Tagle: Hay una historia con esa relación. Debo comenzar con el primer seminarista Maryknoll que conocí, el padre Jim Kroeger. Estábamos en el mismo seminario en Filipinas. Yo estaba estudiando filosofía, él teología. Entonces, Maryknoll dejó de ser solo un nombre, una etiqueta para mí. Se convirtió en una persona en el Padre Jim. Crecimos juntos en el seminario. Estábamos muy contentos de que haya un misionero Maryknoll que estaba siguiendo la formación básica de teología en un seminario diocesano, en una facultad de teología en Filipinas y que se quedará para servir en Filipinas.

Eso, para mí, ya era algo que capturaba la imaginación. No era simplemente alguien del exterior que llegaba como una persona completamente preparada, sino que crecería en su ministerio al estar ya inmerso en el mundo al que estaría sirviendo. Esta visión de un misionero Maryknoll que estaría recibiendo de la gente del país al que servirá. No solo un misionero que dará, sino que recibirá. También tuve contactos cercanos con las Hermanas Maryknoll. Incluso enseñé en la escuela nocturna para estudiantes que tenían que trabajar durante el día y solo tenían tiempo para ir a la escuela por las noches en una universidad dirigida por las Hermanas Maryknoll.

Luego, por supuesto, a través de los años, en mis encuentros fuera de mi diócesis, la misión Maryknoll siempre ha sido un signo potente de la comunión de la Iglesia. Puede que vengamos de diferentes nacionalidades, pero estamos unidos por el mismo amor, por el Evangelio, por Jesús y la Iglesia.

El padre Kroeger mencionó que a ustedes dos les encantaba la música. ¿Podría contarnos una pequeña anécdota sobre lo que sucedió durante esos años que estuvieron estudiando juntos?
Cardenal Tagle: El padre Jim, o “Jim” en ese momento, era el director del coro del seminario. Especialmente durante los grandes eventos en el seminario, los seminaristas de filosofía y de teología se reunían para formar un gran coro. Jim nos enseñaba y dirigía el coro. Era un placer verlo porque no sabíamos si estaba dirigiendo o bailando. Hizo que la práctica musical fuera bastante agradable. Por supuesto que no lo dijimos en ese momento. Fue divertido porque algunos directores de coro que siguieron a Jim fueron bastante severos. Él lo hizo divertido.

En el departamento de filosofía, también teníamos nuestro propio grupo de canto porque vivíamos en un edificio separado que se llamaba el anexo, era un anexo del edificio principal. Llamamos a nuestro grupo “Anexados”, como inesperado en inglés con el acento de Jim. El padre Jim siempre nos decía con su acento tañido americano: “Los Anexados”.

Fue muy divertido. La música, especialmente para los filipinos, es una forma de comunicarse con Dios y con el prójimo. Es nuestra forma de afrontar la vida. Las cosas profundas de la vida se expresan mejor a través de melodías, a través del tarareo en lugar de solo a través de palabras. Cuando nuestras comunidades se reúnen, especialmente durante momentos tristes, se puede ver que la música juega un papel en levantar el ánimo de las personas. Me alegró mucho que en el seminario eso ya se nutriera como herramienta evangelizadora y pastoral.

Usted también trabajó de cerca con el Padre Maryknoll Jim Ferry, quien falleció el año pasado. Él fue vicario de los religiosos en la Archidiócesis de Manila. ¿Podría decirnos cómo los misioneros Maryknoll han influenciado en su camino vocacional?
Cardenal Tagle: Realmente estoy agradecido de haber conocido a algunos grupos de misioneros Maryknoll. Recuerdo al Padre Clyde [Phillips] cuando todavía estaba en Filipinas. Me invitó en la década de 1990, creo que, en 1993, para facilitar un retiro de los Maryknolls en Davao. Temblé en ese momento, yo acababa de regresar de estudiar y aquí estoy frente a estos expertos en misiones. Pero lo aprecié porque era su momento para descansar, pero era descansar a través de la oración y la unión, en una renovación de los lazos y la amistad. Sentí el espíritu de los misioneros. Luego, hubo misioneros individuales con los que me puse en contacto más cercano debido al trabajo, como el Padre Jim Kroeger y el Padre Bill LaRousse, quien más tarde se convirtió en el secretario general de la FABC [siglas en inglés de la Federación de la Conferencia Episcopal Asiática].

En Manila, nuestro querido amigo el padre Ferry era a la vez abuelo, padre e hijo para mí porque siempre venía para recordarme mi necesidad de descansar, reducir la velocidad y no expandirme demasiado. Lo hacía con dulzura, pero también con firmeza. Sabía que tenía que escuchar a un adulto mayor como él. Al mismo tiempo, fue un misionero que no dejó de aprender. Me llamaba, se acercaba a mí y realmente era sincero en el aprendizaje de cosas nuevas. Después de una homilía o después de una charla que daba, él se acercaba y decía: “Esto que dijiste, eso es nuevo para mí. Reflexionaré en eso”.

Una vez más, estos misioneros que tenían tanto que compartir, pero también que estaban muy abiertos a aprender y recibir. No vienen como un tipo de persona sabelotodo, sino humildemente. Cuando falleció el padre Jim [Ferry], yo ya estaba en Roma. Fue muy triste, pero me consoló mucho que los sacerdotes en Manila me enviaran mensajes sobre el fallecimiento del padre Jim y todos ellos dijeron: “Sabemos cuánto te amaba el padre Ferry, así que compartimos tu dolor”.

¿Qué considera lo más importante que aprendió de los misioneros Maryknoll?
Cardenal Tagle: La capacidad de salir de su hogar, pero encontrar un hogar donde estarán radicando, así que nunca se quedan sin hogar. Por un lado, se despiden de sus hogares, que para la mayoría de ellos son Estados Unidos de América y todo lo que eso significa, la cultura e incluso las comodidades de la vida. Pero ya ves, donde quiera que vayan, se sienten como en casa. Ellos permiten que la gente local les brinde un hogar. Para mí, me recuerda lo que dijo Jesús: ” Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Pero eso no significa que no tuviera hogar. Su visión era su hogar. He visto esto en muchos misioneros Maryknoll.

 

El Papa Francisco saluda al cardenal filipino Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, durante una misa por el 500 aniversario del cristianismo en Filipinas, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el 14 de marzo de 2021. (Foto de CNS/ Medios del Vaticano)
El Papa Francisco saluda al cardenal filipino Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, durante una misa por el 500 aniversario del cristianismo en Filipinas, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el 14 de marzo de 2021. (Foto de CNS/ Medios del Vaticano)

¿Qué quisiera compartir sobre sus funciones como presidente de Caritas Internationalis y prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos?
Cardenal Tagle: La misión de evangelización, de compartir la Buena Nueva en la persona de Jesucristo, es constante. Nunca envejecerá. Siempre está vigente; pero también vemos algunos cambios. Porque en el pasado, en los años 1500 y 1600, las actividades misioneras estaban ligadas a los territorios. Tienes algunas naciones, países, territorios que se consideraban ya evangelizados o lo que llamaron “países cristianos”. Entonces, tenían la misión de enviar misioneros a países, lugares o territorios que todavía necesitan escuchar el Evangelio, y eso es válido.

Si miramos el contexto humano, los territorios no parecen rígidos, las distinciones no parecen funcionar ahora. Así que podrías estar en un territorio geográfico [y] debido a la migración y las redes sociales, tendrás en un territorio personas que ya están evangelizadas y personas que necesitan una primera evangelización. … Entonces ahora se invita a la misión a pasar de un pensamiento geográfico territorial a los contextos, los espacios humanos. Eso requerirá mucho coraje y creatividad en los enfoques. ¿Cómo traes el Evangelio? Eso lo veo en mi trabajo en la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Hay algunas diócesis en América del Norte y Europa, los territorios tradicionalmente cristianos, con muchas hermanas, catequistas laicos y sacerdotes de África y Asia.

Mientras tanto, también hay personas que no han escuchado el Evangelio, que han emigrado a territorios tradicionalmente cristianos. En esos territorios, necesitas la evangelización inicial, pero no necesitas ir a África o Asia [para] esta primera evangelización. Podría ser en lo que llamamos territorios tradicionalmente cristianos. Lo mismo con Caritas porque aquí quiero volver a lo que dijo el Papa Benedicto XVI sobre el trípode, los tres pilares de una comunidad cristiana: la Palabra de Dios, el Evangelio; los sacramentos, especialmente la Eucaristía; y el servicio de la caridad. Dijo que esos tres deben estar siempre juntos para que la misión sea completa y para que la identidad de la Iglesia sea completa.

Veo [esto] en mi trabajo con Caritas, [porque] por lo general el trabajo de Caritas está dirigido a las personas más pobres. La mayoría de ellos están en áreas donde los cristianos son una pequeña minoría. La proclamación del Evangelio a través de actos de caridad y también a través del Evangelio, a través de las palabras, podrían coincidir. De hecho, la obra de caridad se convierte, en la mayoría de los casos, en el primer anuncio del Evangelio, en el lenguaje del amor, en el lenguaje de la compasión. A partir de ahí, la gente pregunta: “¿Por qué estás haciendo esto?” Luego, las palabras siguen. Pueden ser dos tareas distintas pero interrelacionadas.

¿Qué podría decir sobre la misión global?
Cardenal Tagle: La misión global, en términos de realidad geográfica, sigue siendo válida y debe continuar. Debemos salir de nuestras casas para ir a otros pueblos, para encontrarnos con otros pueblos. Al mismo tiempo, las realidades globales pueden estar presentes en un escenario local. Lo que sucede en un entorno local podría ser un espejo de lo global. Incluso sin salir de tu territorio, tienes que pensar globalmente y tienes que estar abierto a algunas experiencias globales en un territorio local.

Para la Iglesia en misión, la realidad global no es como una actividad extracurricular, no es un apéndice. Es parte integral de nuestra identidad como Iglesia Católica Universal donde opera el amor universal, donde a través de la presencia de personas de diferentes países, así sabemos que el amor de Dios en Jesús es universal. Tú encuentras a un hermano, una hermana en todos, especialmente en los pobres.

EL mensaje de San Pablo (es) “Ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). Esta comunión de la humanidad, la comunión de la creación en Jesús y la presencia de misioneros de diversas partes del mundo en diferentes territorios, en diferentes contextos y viviendo en comunidad es un Evangelio vivo.

¿Cuáles son algunos de los desafíos que enfrentamos como Iglesia?
Cardenal Tagle: Hay muchos, pero siguiendo con su pregunta sobre las realidades globales. Esto ha sido confirmado por mi trabajo en la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Cuando hablamos de globalización, cuando hablamos de comunión, cuando el Papa Francisco habla sobre la fraternidad universal, Fratelli Tutti y el cuidado de nuestra casa común, vemos mucha división en el mundo. Vemos mucha sospecha entre la gente. Vemos mucho miedo hacia los demás, llegando incluso a actos violentos que nos entristecen, pero al mismo tiempo es una oportunidad de afirmar el Evangelio del amor y la fraternidad universal, la hermandad y la amistad. Para que nosotros en la Iglesia también estemos atentos porque esta división en líneas étnicas, incluso en líneas tribales, lingüísticas, líneas raciales, lo que vemos en el mundo tiene sus consecuencias y tiene una presencia incluso dentro de la Iglesia.

Hay una consecuencia misionera. Si la comunidad cristiana no puede abrazar, los miembros no pueden abrazarse como hermanos y hermanas, los no cristianos al mirarlos dirían: “¿Qué Evangelio es ese?” La comunión dentro de la comunidad de cristianos no es sólo para relaciones fluidas. Tiene un valor misionero. Las personas no cristianas que ven el amor que los cristianos tienen unos por otros, especialmente aquellos que vienen de diferentes países y diferentes grupos étnicos y diferentes tradiciones, se sentirán atraídos. Dirán: “Hay algo allí”. Pero si nos ven también haciendo lo que hacen los demás, entonces dirán: “¿Por qué unirse a ellos? No hay nada diferente”.

El Papa Francisco ha llamado a la Iglesia a practicar la sinodalidad. ¿Podría compartir sus pensamientos acerca de por qué esto es tan importante para la Iglesia y para el futuro?
Cardenal Tagle: Me gustaría pensar que lo que ha estado proponiendo el Papa Francisco ha sido producto de un proceso de maduración. Ya en el Concilio Vaticano II, una de las imágenes primordiales de la Iglesia es la de la comunión, el pueblo de Dios. Somos un solo pueblo. Un fruto del Vaticano II fue la institución del sínodo de obispos por el Papa Pablo VI. Cada tres años más o menos, las diferentes conferencias episcopales envían delegados a Roma a lo que llamamos un sínodo, para que, juntos, las voces de las iglesias locales puedan ser escuchadas. …

Sínodo, que quiere decir que caminamos juntos, somos una comunidad. Eso implica escucharse unos a otros, aprender unos de otros y respetar los diferentes dones y estados de vida en la Iglesia. Abordando las mismas preocupaciones, pero permitiendo la sinfonía de voces y permitiendo que el Espíritu Santo nos lleve a un consenso. No es como un evento cada tres años. No es solo como las etapas de un proceso. El Santo Padre quiere que sea el modo de vida de la Iglesia. Es otra expresión de ser una Iglesia de comunión, una Iglesia como un solo pueblo de Dios.

 

El Cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, comparte un momento con el Padre Maryknoll John Siyumbu después de ordenarlo al sacerdocio en la sede de la Sociedad Maryknoll, en Nueva York, el 3 de junio de 2022. El padre Siyumbu, quien es de Bungoma, Kenya, es el primer seminarista de África Oriental en ser ordenado sacerdote Maryknoll. Servirá en América Latina. (Foto de CNS/Gregory A. Shemitz)

El Cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, comparte un momento con el Padre Maryknoll John Siyumbu después de ordenarlo al sacerdocio en la sede de la Sociedad Maryknoll, en Nueva York, el 3 de junio de 2022. El padre Siyumbu, quien es de Bungoma, Kenya, es el primer seminarista de África Oriental en ser ordenado sacerdote Maryknoll. Servirá en América Latina. (Foto de CNS/Gregory A. Shemitz)

El Papa abrió el proceso de sinodalidad a todos, a cualquier persona de la comunidad y a los jóvenes. ¿Cómo se sientes acerca de eso, que no fue solo para los obispos, sino que estaba abierto a todos?
Cardenal Tagle: En los sínodos pasados, hubo observadores. Si se trataba de un sínodo sobre la familia, entonces algunas familias eran invitadas como observadores. Vi que cuando llegó el Papa Francisco, les dio a los observadores el mismo tiempo para hablar que los obispos. Dado que era el sínodo de los obispos, hubo algunos votos en los que solo los obispos participaron, pero los votos deben tomar en serio también lo que dijeron las personas que no son obispos.

Esta vez, tenemos tres años de preparación para el sínodo y eso requiere círculos de diálogo, de discernimiento y escucha a nivel local, de las parroquias y diócesis. Esperamos que incluso después del sínodo en Roma el próximo año, esto continúe. Puedo hablar de la experiencia de Filipinas porque las pequeñas comunidades cristianas en Filipinas, especialmente en la década de 1970, estaban muy vivas. De lo que el Santo Padre está hablando ahora: “Vayan a los barrios y escuchen”. Sería como un renacimiento de las comunidades de base que tomaron diferentes formas, pero es eso, el retorno a las células básicas para animar todo el cuerpo.

Al recordar su propio llamado al sacerdocio, ¿qué le diría a un joven que está considerando el llamado a una vida religiosa?
Cardenal Tagle: Ya sea como sacerdote o laico, cada uno tiene un proceso único para determinar qué don le ha dado Dios. Una vocación es una respuesta a ese don. Lo que me gustaría decirles especialmente a los jóvenes es que no tengan miedo de involucrarse en el proceso de descubrir ese don, y confiar en algunas personas. Es bueno tener personas de confianza–amigos o incluso no amigos–con las que puedas hablar, que puedan reflejar lo que está pasando en tu mente y en tu corazón, hasta cuestionarte y desafiarte para que tu búsqueda se purifique. No hay una receta que les quede bien a todos porque a todos se les llama de una manera única. Le diría a la gente que no tenga miedo de participar en ese discernimiento, que confíen en la Palabra de Dios, escuchen la Palabra de Dios y vean en la Palabra de Dios la sabiduría que aclarará a cada uno: “¿Qué puede estar pasando en mí?” Con la ayuda de amigos y personas para llegar realmente a un punto de aclaración.

Pero incluso si ya han tomado una decisión, “Entraré en esta sociedad. Seguiré siendo laico. Me haré seminarista”, para no ver esa decisión como el final de todo discernimiento. Incluso después de tu decisión, tu comienzas a discernir nuevamente cómo vivirás ese llamado. Incluso si alguien ya está ordenado, “¿Qué tipo de sacerdote serás más adelante?” Esto sigue siendo un proyecto entre Dios y tú.

¿Qué piensa sobre la ordenación de mañana? John Siyumbu viene del extranjero, de un sitio misionero. ¿Qué piensa sobre la decisión de Maryknoll de aceptar candidatos seminaristas entre las personas a las que ha estado sirviendo?
Cardenal Tagle: Una de las razones por las que acepté la invitación de venir no es solo porque Maryknoll, como sociedad misionera, está estrechamente vinculada a mi oficina en Roma, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, sino que también porque estuve en Kenya hace años. Visité el Centro Maryknoll en Nairobi. La comunidad Maryknoll también me llevó a un hospital o una clínica, que fue instalada con la ayuda o colaboración de Maryknoll … Esto tocó una fibra sensible en mí, no solo por mi experiencia sino porque, como filipinos, celebramos el año pasado el 500° aniversario de la llegada del cristianismo a Filipinas. El tema fue “Dotados para dar”. Has recibido un regalo, ahora comparte ese regalo, no lo guardes para ti.

Esto es lo mismo que me viene a la mente. Kenya ha recibido un regalo en la persona de John [Siyumbu]. El regalo ahora seguirá siendo un regalo que Kenya ha recibido: Kenya ahora da el regalo de manera global. Veremos cómo Kenya, inspirada por Maryknoll, ahora dará un regalo a América Latina porque John servirá en América Latina. Habrá todo un intercambio de regalos, que es fantástico.

Cuénteme un poco sobre el 500° aniversario del cristianismo en Filipinas. ¿Cómo cree que están contribuyendo los cristianos asiáticos? ¿Cuáles son los dones que están compartiendo con el resto del mundo?
Cardenal Tagle: Asia, como el continente más grande, ocupa quizás 2/3 del mundo no solo en superficie sino también en población. Solo China e India, si los combinas, ya son más de la mitad de la población mundial. En Asia, el número de cristianos es aún bastante bajo en comparación con la población. Proporcionalmente, el aumento del número de cristianos ha sido bastante grande en Asia. Esto es una señal para nosotros de que, sí, con paciencia estamos recogiendo los frutos, pero como dije, deberíamos poder compartir, incluso si necesitamos personal en Asia. En la pobreza, tú tienes que compartir. No necesitas esperar a ser rico y tener en abundancia para compartir.

Por eso estamos muy contentos de ver hermanas asiáticas, laicos y sacerdotes sirviendo en otras partes del mundo. Para mí, como filipino, un gran movimiento misionero es la migración de trabajadores filipinos. Digo esto con un dolor en el corazón. Me duele, especialmente ver en los aeropuertos de Filipinas a madres que están saliendo del país para buscar trabajo en otras partes del mundo, escucharlas hablar con sus hijos cuando es hora de abordar el avión, asegurándoles: “No llores. Mamá volverá”. Te rompe el corazón; realmente te rompe el corazón. Uno dice: “¿Por qué no pueden encontrar empleo en nuestro país? ¿Por qué tienen que irse?”

Pero en las manos de Dios, esta triste historia se ha convertido en un movimiento misionero. No son solo los sacerdotes o hermanas filipinos los que son reconocidos como misioneros, [son] los laicos quienes llevan su fe, sus devociones populares dondequiera que estén. Me doy cuenta que para muchos cristianos filipinos, la parroquia o la iglesia es el segundo hogar. Cuando extrañan a sus familias, van a la iglesia y allí encuentran un hogar. Ahora que estoy en la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y viajo a algunos de los llamados “territorios de misión”, veo filipinos en esas iglesias. Algunos de los párrocos dirán: “Sin los inmigrantes, aquí no tendremos una parroquia completa”. Incluso el movimiento misionero no planificado, en las manos de Dios, podría serlo. En este caso, los migrantes.

Como usted menciona, las personas migran de un lugar a otro… y tienen que hacer cualquier trabajo que necesiten hacer. ¿Cómo les decimos que son hijos e hijas de Dios y cómo les damos esperanza?
Cardenal Tagle: Basado en mi experiencia, el ministerio de migrantes, especialmente de la Iglesia y de las organizaciones sociales y caritativas de la Iglesia, es el gran portador de esperanza para personas que se encuentran desarraigadas y se sienten perdidas en tierra extranjera. Cuando ven que hay individuos y comunidades que realmente se preocupan por ellos y no los dejarán solos, entonces su dolor se transforma en fortaleza. Saben que pueden contar con personas de buena voluntad. Si se sienten bienvenidos, se vuelven productivos en los lugares que los reciben. No se convierten en un problema. No se convierten en una carga, porque siempre escucho eso: “Los migrantes, van a crear un problema”. No, si se les hace sentir que son seres humanos respetados y se les brinda la oportunidad de florecer, se convierten en un activo para el país receptor. Ellos proporcionan mano de obra, brindan trabajo de calidad porque son aceptados y también pueden ayudar a sus familias en casa. Los trabajadores migrantes podrían convertirse en un puente humano entre dos o más países y culturas. No son sólo las embajadas las que hacen eso. Para mí, el vínculo más vital entre países son los trabajadores migrantes si son reconocidos por su valor.

 

El Cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, unge las manos de una mujer durante una visita al Hospital Elmhurst en el distrito neoyorquino de Queens el 2 de junio de 2022. (Foto de CNS/cortesía de las Obras Misionales Pontificias en los Estados Unidos)

El Cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, unge las manos de una mujer durante una visita al Hospital Elmhurst en el distrito neoyorquino de Queens el 2 de junio de 2022. (Foto de CNS/cortesía de las Obras Misionales Pontificias en los Estados Unidos)

Eso es cierto. ¿Cuál cree que es el papel de los sacerdotes misioneros hoy?
Cardenal Tagle: El ministerio ordenado es siempre un ministerio, un servicio de reunir al pueblo de Dios. Siempre vuelvo al discurso de San Pablo a los ancianos, los presbíteros en Mileto, donde sabía que su tiempo de apóstol estaba terminando, por lo que estaba encomendando las comunidades a los presbíteros, lo que ahora llamamos sacerdotes. Era muy claro incluso desde los tiempos apostólicos, el ministerio del presbítero era cuidar de la comunidad. Para que la comunidad crezca en su fe y en su identidad, y misión como Cuerpo de Cristo, como discípulos de Jesucristo. Eso nunca quedará obsoleto, incluso ahora.

Ahora bien, si llamamos al Padre John un sacerdote misionero, imagínense traer ese ministerio de reunir a un pueblo, cuidar de un pueblo y ellos dicen: “Pero tú no eres uno de nosotros por raza, por idioma, por nacimiento”. Eso habla del verdadero pastor, que el misionero ordenado sacerdote es el símbolo del verdadero pastor, Jesús. Este es el desafío, cómo en nuestra diferencia podemos reflejar, podemos dar un rostro a ese amor del pastor que puede unirnos a todos y romper las barreras de cada uno. Esta es una gran aventura para un sacerdote misionero.

Uno de sus libros es “I Have Learn from the Least”. En este libro, usted habló sobre su inspiración para convertirte en sacerdote. ¿Nos podría decir cuál fue su inspiración para su vocación?
Cardenal Tagle: Mi plan original era convertirme en médico, no sacerdote. Ya estaba involucrado en el grupo de jóvenes de la parroquia. Mi mente estaba enfocada en la medicina, pero … en la parroquia y el grupo de jóvenes al que pertenecía, teníamos mucho alcance a los niños pobres. Organizábamos festivales deportivos para los jóvenes. Teníamos devociones marianas. Una vez vendimos artículos para poder ayudar a la parroquia a comprar el primer ventilador eléctrico para la iglesia.

Incluso cuando mi mente estaba en la escuela de medicina, mi corazón estaba siendo. … Yo no lo sabía, [pero] uno de los sacerdotes de la parroquia me llevó a la universidad jesuita. Sentí que era un examen de ingreso a la escuela de medicina, pero era al seminario. Me hicieron una trampa. Pero tuvo éxito porque me dijo: “Te has decidido por la medicina. ¿Pero has considerado otras opciones?”. Eso me perturbó un poco y aunque inicialmente el seminario no me quería aceptar (porque yo aclaré en el examen que no quería ser seminarista), mi corazón se perturbó. De alguna manera, afloró este deseo de entregarme al servicio de los más pequeños. Había estado allí. Me di cuenta de que una manera–no la única–una forma que podría tomar para cumplir eso es a través del sacerdocio.

Por la gracia de Dios, aunque no era mi plan original, sucedió. Pero mantengo viva esa inspiración, tanto como puedo. Aunque sea obispo, ahora soy cardenal, siempre trato de aprender de los más pequeños. Aunque no pueda contribuir con ellos, puedo enseñar, pero debo ser un estudiante de los más pequeños porque tienen una sabiduría que los académicos no tienen. Ellos saben, desde su sufrimiento, lo que es la esperanza. Saben qué es el amor en compartir su pobreza, su necesidad. Saben que es fe, incluso cuando es tan difícil decir: “Padre nuestro, danos hoy nuestro pan de cada día”, porque saben que no habrá pan. Pero saben que hay fe, saben por su fe lo que eso significa. Tenemos que aprender de ellos.

¿Cómo empoderamos y damos esperanza a los más pobres y vulnerables del mundo?
Cardenal Tagle: Podemos hacerlo de muchas maneras y simultáneamente. Primero, realmente deberíamos trabajar para que las necesidades humanas básicas que todo ser humano digno merece se les den, no solo como promesas. Creo que eso es parte de nuestro servicio a ellos, no solo decir con palabras que son dignos, sino tomar medidas e incluso proponer algunos cambios en las mentalidades, en las políticas, en la economía que mantienen pobres a los pobres. Eso es parte de la afirmación de su dignidad.
La otra área es dar a los pobres el espacio para compartir su sabiduría. Incluso cuando era sacerdote u obispo, cuando hay convenciones, siempre insisto: “Tengamos algunos oradores, expertos en este tema, que provengan de los pobres. Aprendamos de los pobres”. Cuando comienzan a enfrentarse a la gran multitud y pueden hablar con ellos, o cuando organizamos conciertos benéficos, cuando invitamos a los hijos de los pobres a cantar y actuar, saben que hay algo en ellos, una riqueza, una riqueza en ellos, que podrían ser compartidos. … No es una promesa vacía. Les das la oportunidad de hacerlo y eso los transforma.

 

El Cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, aparece en una foto de archivo de 2019. El Cardenal Tagle entregó virtualmente la Conferencia de Cuaresma de Trócaire/St. Patrick’s College el 9 de marzo de 2021. (Foto CNS/Eloisa Lopez, Reuters)

El Cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, aparece en una foto de archivo de 2019. El Cardenal Tagle entregó virtualmente la Conferencia de Cuaresma de Trócaire/St. Patrick’s College el 9 de marzo de 2021. (Foto CNS/Eloisa Lopez, Reuters)

Leí en su libro que su abuelo murió en un bombardeo. ¿Qué mensaje daría ahora que Ucrania y Rusia atraviesan este conflicto? ¿Cuál sería su mensaje para las personas que están sufriendo en este momento, que se sienten sin esperanza?
Cardenal Tagle: En primer lugar, expresamos nuestra solidaridad con todas las personas que sufren en situaciones de conflicto, y la situación más traumática en este momento está en Ucrania. Pero hay (otros) conflictos en este momento en el mundo y algunos de ellos han sido olvidados. Como no reciben atención, parece que la violencia ha empeorado. Mi primera reacción cada vez que escucho esto, recuerdo las historias de mis padres. Ellos eran jóvenes durante la Segunda Guerra Mundial y cómo mi padre vio la muerte de su propio padre. Mi padre tenía 13 años en ese entonces. Estaba justo detrás de su padre cuando ocurrió la redada. Mi padre también estuvo a punto de morir. Él fue herido. Hasta ahora lleva en su cuerpo—tiene 92 años—las marcas de la guerra. Una mano está un poco deformada y siempre que le hacen radiografías muestra munición o trocitos de metal en el cuerpo. Para mí ya es un milagro que siga vivo, pero el trauma.

Mi madre también nos contaba historias de cómo huían al campo. En ese momento, no tenían psiquiatras, no tenían consejeros de trauma. Tenían que sobrevivir. Realmente aprecio la fuerza del espíritu humano, pero los escuchas y ves cómo los ha afectado la violencia. Estás contento de que todavía estén aquí, pero sientes pena de que su generación haya sido sometida a una experiencia tan traumática. Pero digo, ¿cuándo aprenderá la humanidad? ¿Por qué seguimos repitiendo la misma falta y error? ¿Cuándo diremos que las historias de terror y muerte del pasado nos enseñarán a no volver a hacerlo?

Supongo que es un proceso continuo para que las voces de la generación de mis padres continúen siendo escuchadas, y para que las personas de buena voluntad y paz sigan realmente trabajando por alcanzarla. Trabajar por la paz. Paz, no con mentalidad de conflicto, porque a veces, quien trabaja por la paz tiene en su mente no tanto la paz sino un método de violencia para lograr la paz. La violencia engendrará violencia. Si es paz, que sea paz.

Mi última pregunta es sobre su escudo de armas. En este usted tiene esta cita: “Es el Señor”. Sé que son las palabras de Pedro y Juan reconociendo a Jesús después de la Resurrección. ¿Por qué eligió esa cita?
Cardenal Tagle: El escenario de esa historia en la Biblia para mí es significativo. Esto fue después de la Resurrección. Pedro y sus amigos, siete de ellos, fueron a pescar y no pescaron nada. Luego, estaba esta persona que no reconocieron y les dijo: “¿Habéis cogido algo ahí dentro que podamos comer?”. Pedro dijo: “No. Estamos muy cansados”. Entonces (el extraño) dijo: “¿Por qué no tiras la red de este lado?” Tal vez, los discípulos pensaron simplemente, “No hay problema, hagámoslo”. Entonces, hubo una pesca milagrosa, dirigida ya no por el experto pescador Pedro, sino por este extraño. Fue el amado discípulo Juan quien reconoció y dijo: “Es el Señor”.

Es el Señor. Para mí, es significativo; cuando me convertí en obispo y me dijeron que cada obispo debería tener su escudo de armas y me vino a la mente. Tienes a Pedro, el llamado príncipe de los apóstoles, pero luego tienes a este sencillo y amado discípulo. Fue el discípulo amado quien reconoció al Señor. No es por ser un príncipe de discípulos sino por ser un discípulo sencillo, amado y amoroso.

El amor te abrirá los ojos especialmente durante los momentos de trabajo duro cuando no consigues nada. Es posible que sientas la tentación de desesperarte. Para mí, es un recordatorio de que cuando algunas cosas no me salen bien, tal vez estoy tirando las redes al lado equivocado, tal vez debería detenerme un poco y ver si una voz me dice: “Tíralo al otro lado”. Es una invitación a reconocer que no soy yo, es el Señor quien lo hace. En mi ministerio, en mi misión, solo estoy participando en lo que hace el Señor. No soy yo; es el Señor.

Imagen destacada: El Cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, posa para una selfie con jóvenes afuera de la Escuela Preparatoria y Seminario de la Catedral en el distrito neoyorquino de Queens el 2 de junio de 2022. El cardenal Tagle pasó un día de encuentro con trabajadores de la salud, pacientes y estudiantes en un seminario de secundaria en Nueva York. (Foto de CNS/cortesía de las Obras Misionales Pontificias en los Estados Unidos)

Sobre la autora/or

Giovana Soria

Giovana Soria nació y creció en Lima, Perú. Completó una licenciatura en Ciencias de la Comunicación/Periodismo en la Universidad de San Martín de Porres de Lima. Como redactora, ella escribe y traduce artículos para la revista Misioneros y Maryknoll magazine, nuestra publicación en Inglés. Sus artículos también han sido publicados en la revista bilingüe ¡OYE! para jóvenes católicos hispanos. Su trabajo ha sido premiado por la Asociación de Prensa Católica de Estados Unidos y Canadá. Vive en el condado de Rockland, Nueva York.

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