Hermano Maryknoll se convierte en parte de familia de refugiados paquistaníes en Bangkok.
Cuando el Hermano Maryknoll William Raible se presenta, con frecuencia tiene que explicar qué es lo que hace un hermano religioso.
Después de 45 años en una variedad de ministerios, él dice que se le ocurrió describir su trabajo de una manera sencilla: “Salir y forjar una comunidad con las personas con las que trabajamos”.
Esto es exactamente lo que hizo el misionero en Tailandia, donde sirvió recientemente. Mientras trabajaba con el personal de Maryknoll en Bangkok, ayudando a refugiados, el hermano Raible, conocido como el “hermano Tim”, se hizo amigo de seis familias católicas paquistaníes.
“Conocí a Pervaiz y a su hijo Mandy, en el programa de distribución de alimentos”, dice el hermano Raible. Mientras empaquetaban juntos los alimentos (y el pequeño Mandy comía fresas por primera vez en su vida), Pervaiz Ghouri le contó al misionero cómo habían huido de la persecución religiosa en Pakistán después de haber sido hostigados en ese país de mayoría musulmana.
“Estas familias lo perdieron todo. Sus negocios y sus casas fueron incautados. Sus reputaciones fueron arruinadas cuando se les acusó de blasfemia”, dice el hermano Raible. Tuvieron una vida precaria en Tailandia, con la esperanza de restablecerse permanentemente en un país anfitrión.
Al final de la conversación, Pervaiz se llenó de valor para preguntarle: “¿Podrías venir a mi casa para visitar a mi familia?”
“Me encontré con Pervaiz en el muelle cuando llegué. Tarda una hora y media llegar ahí en bote”, recuerda el hermano Raible. “Conocí a Lily, su esposa, a sus otros hijos, a los abuelos y a los tres hermanos de Lily, quienes llevaron a sus propias familias. Vinieron todos”.
Pronto, él también se volvió parte de esa familia extendida. El hermano Raible también conoció a otras dos familias católicas paquistaníes en una misa en inglés.
“Como hermano, encontré una familia en Tailandia”, continúa el misionero. “Sucedió de lo más normal y natural que se pudo”.
No es una sorpresa que el misionero, quien ahora tiene 69 años, se convirtiera en un hermano para refugiados paquistaníes en Bangkok. Él ya había formado tales comunidades en tres continentes.
Tim Raible nació en Oakland, California, y fue criado en las cercanías de Vallejo. Se suscribió a la revista Maryknoll porque le atraían las historias sobre los hermanos religiosos. Si bien él no se sintió llamado al ministerio sacerdotal, sabía que estaba llamado a la misión y a Maryknoll. Se unió a la sociedad en 1977.
La primera asignación en el extranjero del hermano Raible lo llevó a las islas de Mindanao en Filipinas.
Él indica que existe un patrón que corre a través de su ministerio. “Motivo a las personas a servir en sus comunidades para asegurar de que se satisfagan las necesidades”, dice. Él reclutó y capacitó a 145 catequistas de 98 estaciones remotas para el programa parroquial de educación religiosa para niños.
También fue asignado por siete años a Kenya. Allí, el hermano y una mujer llamada Mama Waithera empezaron a visitar a pacientes con VIH/SIDA en el vecindario de Soweto en Nairobi. “Había demasiadas personas enfermas para visitar”, recuerda el misionero. “Le dije, ‘tenemos que conseguir más ayuda’”. Antes que el hermano Raible se fuera, el programa de visitas ya había reclutado a 14 voluntarios.
En un barrio pobre de Nairobi, Kenya, el hermano Raible recibe una bendición de un amigo ciego a quien visitaba con frecuencia. (Sean Sprague/Kenya)
En un viaje de ayuda periódica a Myanmar, el hermano Raible y el voluntario Jim Mulqueen (derecha) van a distribuir colchonetas de dormir a los desplazados internos. (John Beeching/Myanmar)
El hermano Raible regresó a Estados Unidos para trabajar en vocaciones y en educación y promoción misionera. “Fui llamado a regar las semillas de la vocación misionera en otros”, dice. Instalado en Seattle, ayudó a las personas a unirse a Maryknoll como sacerdotes, hermanas, misioneros laicos y afiliados. También ayudó con viajes de inmersión y oportunidades de voluntariado a corto plazo en México, Tanzania, Tailandia, Myanmar y Timor Oriental.
Con respecto a las vocaciones al sacerdocio y la hermandad, el hermano Raible explica que “el enfoque principal para el discernimiento es el llamado a ser un misionero Maryknoll. El siguiente paso es cómo vivir ese llamado”.
Después de 12 años satisfactorios en Seattle, se le pidió al hermano Raible que abriera una casa Maryknoll en Washington, D.C. ¿Cómo fue mudarse al otro lado del país y comenzar un proyecto desde cero? “Era lo mismo, la misma vocación,” responde. “Sal y encuentra una comunidad. ¡Sé un hermano para otros!”
En 2016, el hermano Raible regresó a la misión en el extranjero. “Cuando llegué a Bangkok”, dice “ya había una base firme en que apoyarme”. Maryknoll tiene una historia vibrante de acompañamiento a refugiados y personas desplazadas en el sudeste asiático. Y fue realmente gratificante, dice, servir junto al director de su noviciado, el difunto Hermano John Beeching.
Desde Bangkok, los hermanos Beeching y Raible viajaban periódicamente a los pueblos más aislados en las montañas de Myanmar, ayudando a distribuir alimentos, medicamentos, mantas y colchones en los campamentos para desplazados.
En Bangkok, el hermano Raible usualmente enseñaba en las mañanas en el programa de inglés iniciado por el hermano Beeching en un monasterio budista, Wat Vorajanyuwat.
Por las tardes, él se unía a Keadkaw Boonkwan, Arlene Sale y Serge Auguste, de la oficina Maryknoll en Bangkok. Este equipo visitaba los centros de detención y ayudaba en el programa de distribución de alimentos en colaboración con Caritas Tailandia, Servicios Jesuitas para Refugiados, la Oficina Católica para Refugiados y Ayuda de Emergencia y cinco parroquias católicas en la Arquidiócesis de Bangkok.
“Trabajar en el programa de distribución de alimentos me permitió conocer a las familias y hacer una conexión para visitar sus hogares”, dice el hermano.
Establecer una relación de confianza es clave para ayudar a salir de las sombras a los refugiados en Bangkok.
Miles de cristianos paquistaníes han huido a Tailandia en los últimos años. Al carecer de las visas adecuadas y al no ser reconocidos como refugiados por el gobierno tailandés, muchos de ellos viven con el temor constante de ser arrestados y detenidos.
“A menudo, los inmigrantes indocumentados tienen miedo de solicitar el estatus de refugiado. Porque si no se les otorga asilo, las personas pueden ser devueltas a su país, donde su futuro es muy incierto”, dice el hermano.
Cuando el hermano Raible conoció a Pervaiz, los pasaportes de los miembros de la familia habían expirado. El equipo de Maryknoll los ayudó a solicitar unos nuevos y los acompañó de cerca para establecer sus solicitudes de asilo a través del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
En Tailandia, donde menos del 1% de la población es cristiana, el hermano Raible ofreció atención pastoral a las familias. “Les llevaba la Comunión”, dice el misionero. “Orábamos, leíamos las Escrituras, cantábamos himnos y compartíamos la Eucaristía. Después disfrutábamos de una maravillosa comida pakistaní preparada por Lily y sus hermanas”.
El hermano Raible cuenta el instante cuando supo que la amistad se había convertido en parentesco. “Estaban organizando una celebración de cumpleaños múltiple”, dice el misionero. “Y mi cumpleaños cae en septiembre. ‘Eres nuestro hermano’ me dijeron. ‘Tienes que estar allí’”.
Desde entonces, Lily, Pervaiz y sus cuatro hijos recibieron la aprobación para mudarse a Australia. También otras de las seis familias han sido aceptadas para su reasentamiento en Canadá e Inglaterra.
En abril, el hermano Raible comenzó una nueva asignación en Estados Unidos, ayudando a administrar la casa de la sociedad en la ciudad de Nueva York. Él planea mantenerse en contacto con las familias que lo consideran su “hermano”.
El hermano Raible dice que donde sea que sirva, aunque su lugar de misión cambie, su vocación no. Es el mismo llamado: “Sal y encuentra una comunidad. ¡Sé un hermano!”