Reflexión Maryknoll: Defender a los oprimidos

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Nov 4, 2022

Por Debbie Northern, MKLM

Domingo, 6 de noviembre, 2022
2 Macabeos 7,1-2; 9-14; Salmo 17, 1; 5-6, 8; 15; 2 Tesalonicenses 2,16-3; 5; Lucas 20, 27-38 

Debbie Northern, una misionera laica Maryknoll en El Paso, Texas, reflexiona sobre las lecturas del trigésimo segundo domingo del tiempo ordinario y el llamado cristiano a buscar justicia para todos los oprimidos.

Tanto la primera lectura como la lectura del Evangelio hablan de la promesa de la resurrección. En la primera lectura, la creencia en una vida más allá de esta da a la familia perseguida el coraje y la esperanza para enfrentarse al opresor. Uno de los hermanos dice: “Asesino, tú nos arrancas la vida presente, pero el rey del universo nos resucitará a una vida eterna, puesto que morimos por fidelidad a sus leyes”.

La familia eligió morir en lugar de desafiar la ley de Dios y postrarse ante las leyes humanas. Esta historia no es realmente sobre una ley dietética específica, como, por ejemplo, comer carne de cerdo, sino más bien sobre la injusticia de una ley específicamente calculada para hacer que el pueblo judío elija entre seguir su religión o no. Cada vez que un gobierno o institución hace una ley o regla discriminatoria, ya sea que esté dirigida a la religión, raza, etnia, sexo u orientación sexual de una persona, es injusta y desobedece la ley de Dios que nos dice que respetemos y amemos a nuestro prójimo.

A lo largo de los siglos, muchos santos han ejemplificado el coraje y la fidelidad al elegir la prisión, la tortura o incluso la muerte para hacerle frente a la injusticia y la tiranía. Su fe y creencia en la resurrección de la que Jesús habla en el Evangelio, le da a los profetas, mártires y a todos nosotros la fuerza para seguir la voluntad de Dios, sin importar las consecuencias.
Sin embargo, esta no es una decisión fácil. La mayoría de nosotros no desafiamos la injusticia públicamente, sino que somos más pasivos, firmamos peticiones, votamos o tal vez vamos a las protestas una o dos veces. Pero para hacer un cambio sistémico y decirle la verdad al poder, necesitamos hacer más o las cosas no cambiarán.

Algunos ejemplos de aquellos que han estado dispuestos a hacer esto son el Dr. Martin Luther King, Jr., la Hermana Dorothy Stang y Malala Yousafzai. Ellos estuvieron dispuestos a asumir riesgos para garantizar que las generaciones futuras pudieran tener más oportunidades y una vida mejor.

Al trabajar en la frontera entre Estados Unidos y México, a menudo escucho la retórica que afirma que los migrantes que desean venir a Estados Unidos son “criminales” y una amenaza. Al brindar ayuda en los refugios, donde ofrecemos a los migrantes comida, ropa y vivienda temporal, he escuchado sus historias de cómo huyeron de la violencia y la persecución. Los migrantes sólo desean un refugio seguro para ellos y sus familias. Quieren forjar una vida nueva y en paz.

Desafortunadamente, desde 2019, ha sido prácticamente imposible buscar asilo en la frontera debido a las regulaciones conocidas como los Protocolos de Protección al Migrante y, desde 2020, la regla de salud pública del Título 42. De acuerdo con el derecho estadounidense e internacional, los migrantes tienen derecho a solicitar asilo en territorio estadounidense, pero se les ha negado ese derecho debido a estas reglas y regulaciones.

En algunos estados, incluso es ilegal dejar comida y agua en el desierto para que los migrantes la encuentren mientras viajan por ese árido terreno. Cientos de migrantes mueren cada año tratando de llegar a la frontera de Estados Unidos. Como cristianos, estamos llamados a alimentar al hambriento, dar de beber al sediento y vestir al desnudo. Incluso si la ley humana dice que ayudar a los migrantes está mal, debemos desafiar las leyes injustas y nocivas para hacer lo que Dios quiere que hagamos para preservar y fomentar la vida.

En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús responde a un desafío hipotético a la creencia en la resurrección. La historia es paralela a la primera lectura donde hay siete hermanos que son perseguidos y entregan sus vidas, confiados en la vida eterna. En la lectura del Evangelio, hay siete hermanos que tienen la misma esposa y no tienen descendencia, y los saduceos quieren saber de quién será la esposa en el más allá. La respuesta de Jesús deja en claro que la vida después de la muerte no se parecerá a nuestras realidades actuales. No tenemos que saber exactamente lo que nos espera, solo necesitamos tener fe en que la promesa de Dios de la vida eterna es verdadera y vivir nuestras vidas consecuentemente en el aquí y en el ahora, fomentando la paz y la justicia para resucitar nuestras comunidades y naciones.

¿Cómo vamos, como cristianos, a desafiar y cambiar las instituciones y los gobiernos, incluida la Iglesia Católica, que se ven obstaculizados por los pecados del racismo, el sexismo y el nacionalismo que van en contra de la ley de Dios de amar a nuestro prójimo? ¿Quiénes son algunos de los mártires y santos que nos inspiran a hacerle frente a la injusticia y a vivir nuestra fe con valentía como personas resucitadas?

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Imagen destacada: Misionera Laica Maryknoll Debbie Northern con niños en El Salvador, 2006. (Foto cortesía de Maryknoll Mission Archives.)

Sobre la autora/or

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll

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