Miembros de la Comunidad de Empoderamiento de Jóvenes Adultos de Maryknoll de Los Ángeles fueron testigos de las realidades de los migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México el verano pasado.
El grupo de Empoderamiento de Jóvenes Adultos (YAE, por sus siglas en inglés) realizó un viaje de servicio en julio a la ciudad fronteriza de Mexicali, al otro lado de la frontera con Calexico, California. Trabajamos con Border Compassion, una organización sin fines de lucro que invita a comunidades religiosas a ofrecer una respuesta humanitaria a las familias migrantes.
Al salir de nuestro auto con aire acondicionado, el calor de julio era abrumador. Llegamos a Calexico después del atardecer, pero todavía hacía más de 110 grados. Ese día la temperatura alcanzó los 117 grados.
Pasamos la mayoría del tiempo al otro lado de la frontera en Mexicali en la Cobina Posada del Migrante, que alberga a unos 140 migrantes.
Las condiciones en el alberge son rudimentarias: una cocina al aire libre, refrigeración limitada y sin aire acondicionado. Organizamos unos juegos de agua para que los niños se refrescaran. Sin embargo, nos dimos cuenta que este calor abrasador es la realidad con la que viven los migrantes. Y nos enteramos que este verano, hubo 21 muertes por causas relacionadas con el calor solo en esta ciudad fronteriza.
Modesto León, un voluntario de Border Compassion, nos contó cómo por años dejó agua para ayudar a quienes cruzaban la frontera en el cruel calor del verano. Las estaciones de agua están marcadas, explicó, con banderas coloridas de 20 pies de alto que se pueden ver fácilmente en el desierto. Un día, Modesto conoció a alguien que había estado perdido en el desierto y sin agua durante muchas horas, hasta que vio la bandera de colores. El hombre le dijo a Modesto que él y sus compañeros solo tomaron un galón de agua cada uno, dejando las otras jarras en caso de que alguien más las necesitara.
En nuestra visita al albergue, tratamos de ayudar a aliviar las cargas y preocupaciones de los residentes. Por unos momentos, el calor pasó desapercibido.
Heidi Villaluz, miembro de YAE, tomó retratos familiares y los imprimió. “Este fue un tesoro fotográfico para las familias migrantes”, escribió la Hermana Suzanne Jabro, CSJ, quien fundó Border Compassion.
Mi esposa, Elizabeth, dirigió una actividad de pintura para niños y adultos. Estefani Crisóstomo, una de los miembros de YAE que es terapeuta familiar, habló con los niños sobre sus sentimientos. A través de un proyecto de arte, los niños del albergue dibujaron una representación de sus barreras emocionales. A pesar de las dificultades que retrataron, dijo Estefani, la alegría que vio en los niños la conmovió.
Los jóvenes emprendieron la inmersión en Mexicali para concluir nuestro programa de formación de dos años. Parte del programa les pide a jóvenes adultos que vayan más allá de atender las necesidades inmediatas de la gente. Les pedimos que analicen las causas de los males sociales a través de la identificación de redes causales.
Antes de nuestro viaje a la frontera, discutimos por qué los migrantes que buscan asilo han estado en un estado de limbo durante tanto tiempo. A muchos se les negó la posibilidad de solicitar asilo debido a políticas como los Protocolos de Protección al Migrante, que obligan a solicitantes de asilo a esperar en México mientras tramitan sus casos, o Título 42, una medida de la era de la pandemia que llevó a la expulsión de innumerables migrantes, muchos de los cuales no pudieron regresar a casa.
En nuestras reflexiones grupales, discutimos la inhumanidad que sufren muchos migrantes. Ser testigos de las consecuencias de estas políticas de Estados Unidos, dijeron los jóvenes adultos, los convierte en defensores mejor informados y más efectivos en su país de origen.
Concluimos el viaje preparando un desayuno en el albergue. El grupo distribuyó donaciones de ropa y juguetes. Cada niño recibió algo.
Juntos oramos: “Mientras reflexionamos sobre el difícil viaje que enfrentó la Sagrada Familia como refugiados en Egipto, ayúdanos a recordar el sufrimiento de todas las familias migrantes”.
Imagen destacada: Jóvenes adultos de la comunidad YAE de Los Ángeles, Jaime Perez y Heidi Villaluz, preparan un desayuno en un albergue de Mexicali al finalizar un viaje de inmersión/servicio a la frontera.
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Escenas del viaje de servicio/inmersión de Los Ángeles Young Adult Empowerment Community a la ciudad fronteriza de Mexicali:
1) Estefani Crisostomo (camisa naranja), terapeuta familiar y matrimonial, guió a los niños del refugio en un proyecto de arte para explorar las barreras emocionales. (Cortesía de Maryknoll YAE/México)
2) Los jóvenes adultos llegaron a una estación de agua para migrantes en el desierto marcada por una bandera alta y colorida, en las afueras de Calexico, en la ruta 98 del estado de California. (Cortesía de Nelson Villaluz a través de YAE/U.S.)
3) Los miembros de la comunidad YAE de Los Ángeles emprendieron el viaje de inmersión/servicio como culminación del programa de acompañamiento de dos años de Maryknoll. (Cortesía de Heidi Villaluz vía YAE/U.S.)