Por Fredrick Nzwili, OSV News
(OSV News) Obispos católicos se han unido a diplomáticos y otros líderes de todo el mundo a instar a las facciones enfrentadas en Sudán a deponer las armas, mientras el número de muertos continúa en aumento tras la violencia reciente.
Los enfrentamientos entre el ejército y un grupo paramilitar estallaron en el noreste del país africano el 14 de abril, con disparos de tanques, artillería y otras armas pesadas.
En Jartum, la capital, se vieron gigantescas nubes de humo mientras aviones de combate y helicópteros de ataque lanzaban bombas. En respuesta, se oyó el sonido de fuego antiaéreo. Los últimos enfrentamientos han creado el temor de una guerra civil en el país, el cual intenta recuperar la democracia tras décadas de gobierno militar.
“Hay combates por todo el país. Estamos bajo techo”, dijo el obispo Tombe Trille Kuku Andali de El Obeid a OSV News el 17 de abril desde Jartum. “Ahora mismo, hay disparos por todas partes. Gracias a Dios, estamos a salvo”.
De una población sudanesa de 46.8 millones de habitantes, el 5.4% son cristianos. Los católicos representan alrededor de 1.1 millones de personas. Sin embargo, las reacciones de los obispos reflejan la situación de millones de personas atrapadas por los intensos combates en sus hogares y otros lugares.
Tras semanas de tensión, la lucha por el poder entre el general Abdel Fattah al-Burhan, jefe de las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) que conforman el ejército, y el general Mohamed Hamdan Dagalo, más conocido como Hemedti, líder de la unidad paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), desembocó en combates el 15 de abril.
En la práctica, Burhan es el presidente sudanés y Dagalo su vicepresidente, pero “la gota que colmó el vaso”, dicen muchos, fue el intento de integrar a los paramilitares en el ejército del país. El líder del ejército dijo que esto formaba parte del esfuerzo por restaurar el gobierno civil.
Los dos generales saltaron a la fama como líderes de un gobierno de transición formado en 2019, tras la destitución del presidente Omar Hassan al-Bashir. Bashir había gobernado el país por 30 años, pero fue derrocado tras meses de levantamiento popular masivo.
Con Bashir fuera del camino, los líderes sudaneses formaron un gobierno híbrido compuesto de líderes militares y un primer ministro civil. Este acuerdo implicaba una transición gradual hacia un gobierno civil, pero dos golpes de Estado – en los que estuvieron implicados al-Burhan y Dagalo – obligaron a la parte civil del gobierno a dimitir en 2022.
El 17 de abril, los informes indicaron que Jartum – una ciudad de 6 millones de habitantes – se estaba quedando sin agua y alimentos. La mayoría de las familias no han podido reabastecerse, ya que los combates han obligado a cerrar tiendas y mercados.
En Yuba, el arzobispo Stephen Ameyu Martin Mula dijo que los obispos católicos del vecino Sudán del Sur estaban entristecidos por los combates en Jartum y otras ciudades. Expresó su profunda preocupación por la pérdida de vidas y propiedades.
“Somos conscientes de que muchas personas quedaron atrapadas lejos de sus hogares a causa de los combates, muchas en sus casas, sin acceso a las necesidades básicas para su supervivencia y la de sus familias. Muchos están heridos y otros han muerto”, escribió el arzobispo Mula en una declaración el 17 de abril. También pidió oraciones por Sudán en el espíritu de la Pascua. “Rezamos por la protección de todas las personas atrapadas en medio del conflicto”.
Según el arzobispo, la mayoría de la población sufre y anhela la paz. “Para preservar la unidad del país y no aumentar el sufrimiento de la población, pedimos el fin de los combates y (la vuelta) al diálogo”, instó el arzobispo Ameyu.
El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó los enfrentamientos e hizo un llamamiento a los líderes para que cesen inmediatamente las hostilidades, restablezcan la calma e inicien el diálogo para poner fin a la crisis. “La situación ya ha provocado una horrenda pérdida de vidas, entre ellas las de muchos civiles”, declaró Guterres.
El martes 17 de abril diplomáticos estadounidenses fueron atacados cuando se disparó contra un convoy en Sudán. Ese mismo día también fue atacado en su domicilio el embajador de la Unión Europea. Estos ataques se produjeron a la vez que los hospitales eran atacados y los estudiantes de Jartum quedaban atrapados en el interior de los edificios del campus. El número de víctimas mortales de los enfrentamientos se aproxima a las 200 hasta la fecha. Se calcula que también han resultado heridas 1,800 personas.
El 15 de abril, tres empleados del Programa Mundial de Alimentos de la ONU fueron asesinados y otros dos resultaron heridos mientras estaban de servicio en Kabkabiya, Darfur del Norte. La tragedia obligó a la agencia a interrumpir sus operaciones en Sudán.
“Cualquier pérdida de vidas en el servicio humanitario es inaceptable y exijo medidas inmediatas para garantizar la seguridad de los que quedan”, dijo Cindy McCain, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, en un comunicado el 16 de abril.
“Los trabajadores humanitarios son neutrales y nunca deberían ser un blanco. Las amenazas a nuestros equipos hacen imposible operar con seguridad y eficacia en el país y llevar a cabo la labor crítica del PMA”, declaró McCain, añadiendo que al personal del PMA le resultaba difícil operar después de que un avión del Servicio Aéreo Humanitario de la ONU sufriera “daños significativos” en el aeropuerto sudanés de Jartum durante un intercambio de disparos el 15 de abril.
Según las agencias, se han atacado hospitales y se han saqueado suministros médicos y de otro tipo en algunas partes del país. La Organización Mundial de la Salud está alarmada porque varios hospitales que tratan a civiles heridos en Jartum se han quedado sin sangre, equipos de transfusión, líquidos intravenosos y otros suministros importantes.
Imagen destacada: Sale humo de un avión en llamas en el aeropuerto de Jartum, Sudán, durante los enfrentamientos entre la unidad paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido y el ejército el 17 de abril de 2023. (OSV News/Reuters)