Por Kimberley Heatherington, OSV News
(OSV News) — Cuando la temperatura afuera es tan alta que incluso los tejanos bromean diciendo que se puede hornear pan en su buzón de correo, se puede decir que quizás haya algo más en la ola de calor en curso que el típico clima estival.
Más de 80 millones de estadounidenses están actualmente bajo avisos de peligroso calor excesivo. Las temperaturas en el Valle de la Muerte de California rondan los 120 grados Fahrenheit a medianoche. El 31 de julio, Phoenix batió un récord al registrar 31 días seguidos de calor por encima de los 110 grados Fahrenheit, la causa de 25 muertes, según confirmaron las autoridades de salud el 22 de julio.
España, Grecia e Italia han registrado temperaturas máximas sin precedentes. En varios países de Oriente Medio, el índice de calor a mediados de julio alcanzó los 152 Fahrenheit, considerados casi al límite para la supervivencia humana.
Por extraño que parezca, una parroquia católica del siglo XVI, sumergida casi por completo en un embalse de Chiapas, México, desde 1966, es ahora una atracción turística completamente expuesta debido a la falta de lluvia, las altas temperaturas y el descenso del nivel del agua, según las autoridades mexicanas.
Pero, ¿cómo se relacionan las cifras de los termómetros a punto de estallar con las preocupaciones más amplias sobre el cambio climático, el calentamiento de la Tierra y el llamamiento a la acción de la encíclica “Laudato Si‘” del Papa Francisco? ¿Y pueden los católicos individuales marcar la diferencia?
“Si quieren una prueba de cuál es la importancia de este fenómeno”, dijo José Aguto a OSV News, “invitaría a todo el mundo, si tiene confianza en la evidencia científica de un termómetro, a mirar las temperaturas que se han trazado desde al menos los años 1900 hasta ahora, y ver el aumento que se ha producido”. Aguto es director ejecutivo de Catholic Climate Covenant, un consorcio de 20 organizaciones nacionales con sede en Washington que fue formado en 2006 con la ayuda de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, la temperatura de la Tierra ha aumentado una media de 0,14 Fahrenheit, o 0,08 Celsius, “por década desde 1880″, o unos 2 F en total”. Sin embargo, la NOAA observa que “el ritmo de calentamiento desde 1981 es más del doble de rápido”: 0,32 F (0,18 C) por década y “los 10 años más cálidos en el registro histórico han ocurrido desde 2010”.
“Así que este es nuestro futuro a menos que reduzcamos drásticamente la quema de combustibles fósiles”, advirtió Aguto. “No tenemos tiempo para que el egoísmo político y el egoísmo financiero sean los motores determinantes de cómo, como civilización, vamos a trazar nuestro futuro”.
Entre esos intereses figuran los costos previstos de la transición a modelos energéticos renovables.
No obstante, el Foro Económico Mundial expresó su preocupación por la “necesidad de una transición hacia fuentes de energía limpias, fiables y neutras para el clima” en un artículo publicado en abril de 2023 en el sitio web de la organización. “Sencillamente, no basta con excavar más carbón o quemar más gas natural”, afirmaba; “debemos encontrar la manera de ofrecer seguridad energética sin poner en peligro el planeta y a quienes viven en él”.
Swiss Reinsurance Company Ltd. — una de las mayores reaseguradoras del mundo — publicó asimismo un informe para 2021 titulado “The economics of climate change: no action not an option” (La economía del cambio climático: no actuar no es una opción), en el que señalaba que las catástrofes naturales exacerbadas por el cambio climático podrían costar a la economía estadounidense casi 2 billones de dólares al año en 2050, y contraer la economía mundial un 10% en la misma fecha.
Mirando a las generaciones futuras, Aguto reflexionó: “Si nosotros, como católicos, creemos en la vida fundamental y la dignidad de toda persona humana, entonces tenemos la obligación de proteger la vida y la dignidad de toda persona humana, y eso incluye asegurarles una Tierra estable y próspera”.
El Papa Francisco hizo referencia a los recientes titulares sobre el calor durante su mensaje dominical del Ángelus del 23 de julio en Roma, al tiempo que hacía un llamamiento mundial.
“Renuevo mi llamamiento a los dirigentes de las naciones para que hagan algo más concreto para limitar las emisiones contaminantes”, dijo. “Es un reto urgente, inaplazable y que concierne a todos. Protejamos nuestra casa común”.
La elección de palabras del Papa refleja el título de su encíclica de 2015, “Laudato Si’, sobre el cuidado de nuestra casa común”, en la que dijo que “el clima es un bien común, de todos y para todo”.
The Associated Press, informando de los datos de un estudio del Global Carbon Project de octubre de 2022, cuyas cifras están secundadas por la Agencia Internacional de la Energía, indica que “los tres lugares más contaminantes de la Tierra son responsables del 53% de todas las emisiones de dióxido de carbono (CO2) liberadas a la atmósfera desde hace más de 60 años”. Estos son Estados Unidos (21,5%); China (16,5%); y la Unión Europea (15%).
Como señala NASA, “el dióxido de carbono en la atmósfera calienta el planeta, provocando el cambio climático. Las actividades humanas han aumentado el contenido de dióxido de carbono de la atmósfera en un 50% en menos de 200 años”.
Steven Coleman, un ingeniero mecánico jubilado que vive en Marshall, Wisconsin, ha estado abogando por el clima desde antes de la publicación de “Laudato Si'” y escribió una guía ampliamente utilizada, “Una respuesta católica al calentamiento global“. Líder del Equipo de Acción Católica del Lobby Ciudadano por el Clima y del Equipo de Cuidado de la Creación de la parroquia católica de St. Dennis, en Madison, Coleman admitió que, en el ámbito parroquial, “al principio era difícil mantener esa conversación, porque no sabías hasta qué punto iba a dividir a la gente”. Pero ha “visto un cambio significativo en eso durante ocho años”.
Según un estudio del Pew Research Center de febrero de 2023, el 57% de los católicos afirma que el cambio climático global es “un problema extremadamente o muy grave”.
Cuando se le cuestiona que el calentamiento global no puede considerarse crítico, ya que la temperatura de la Tierra sólo ha subido un par de grados en los últimos 140 años aproximadamente, Coleman pide a los oyentes que contemplen un equivalente biológico: “No parece mucho, pero si lo consideras como el cuerpo humano, si tu temperatura sube un par de grados, tienes fiebre”, dijo Coleman. “En nuestro clima, si la temperatura media global sube un par de grados, también es un gran problema, porque es un sistema afinado con precisión”.
Aunque tanto Coleman como Aguto dijeron a OSV News que los pequeños esfuerzos individuales – como compartir el coche, reciclar, ahorrar agua, limitar el uso de plásticos, promover la eficiencia energética ajustando los termostatos — son importantes, las conversaciones encabezan sus listas de compromisos climáticos.
“Tengan el valor de hablar sobre ello”, aconsejó Coleman, “aunque haya gente que lo encuentre políticamente divisivo, la realidad es que tenemos este calor global y la gente está sufriendo y muriendo por ello. Así que hablen de ello. En segundo lugar, hablen con sus legisladores. Asegúrense de que entienden que esto es importante para ustedes. … Esto marca la diferencia”.
Entre los diez primeros volúmenes de la lista de los más vendidos de no ficción en tapa dura de The New York Times se encuentra The Heat Will Kill You First: Life and Death on a Scorched Planet” (“El calor te matará primero: Vida y muerte en un planeta abrasador”, de Jeff Goodell.
“Escribí este libro casi como una guía de supervivencia para el siglo XXI”, dijo Goodell a OSV News. “Quiero ayudar a educar a la gente sobre el riesgo del calor, y hacerlo personal — y por eso el título es tan personal”.
No obstante, Goodell es realista.
“La verdad es que nunca va a haber un consenso universal al respecto, eso no va a ocurrir”, afirmó. “Pero lo que necesitamos es un mayor consenso político para actuar; un mayor sentido de la urgencia entre la gente que sí entiende esto… y la persona típica que entra en una librería y piensa que éste no es su problema”.
Y, sin embargo, es potencialmente su problema — porque como Goodell explicó, “en comparación con otros impactos climáticos y meteorológicos, el calor mata a muchas más personas que cualquier otro evento”.
“La gente no entiende el riesgo”, dijo. “No saben qué hacer cuando hace calor; los mensajes al respecto son escasos. Hay pocas infraestructuras construidas específicamente para el calor. No hemos entendido la amenaza inmediata que supone el calor para nosotros”.
Goodell teme que la población “simplemente se adapte al hecho de que decenas de miles de personas mueren cada verano a causa del calor extremo, y eso se convierta en parte de cómo pensamos que funciona el mundo”, dijo. “Nos limitaremos a aceptar que este clima extremo al que nos dirigimos es como son las cosas, y no entenderemos que éste es el mundo que hemos creado, y que aún tenemos mucho control sobre cómo es”.
Imagen destacada: Un bombero camina cerca de las llamas de un incendio forestal en la aldea de Vati, en la isla de Rodas, Grecia, Julio 25, 2023. Las olas de calor extremo han roto récords de temperaturas de todos los tiempos en Grecia, Italia y España, con el índice de calor llegando a 152 grados Fahrenheit en varios países del Medio Oriente, cerca al límite de la supervivencia humana. (OSV News photo, Nicolas Economou, Reuters)