Por Kimberley Heatherington, OSV News
(OSV News) — Cuando Enrique Alarcón García, presidente de Frater España — una fraternidad cristiana de personas con discapacidad en España — entró en el Salón de Audiencias Pablo VI del Vaticano como designado papal para el Sínodo sobre la Sinodalidad, una de las primeras cosas que notó fue la disposición de los asientos.
No dónde se sentaría, sino cómo se sentaría: en una mesa redonda con otros participantes del sínodo, “ocupando el mismo sitio y (sentándose) a la misma altura”, expresó Alarcón a los oyentes en una conferencia de prensa en el Vaticano el 14 de octubre.
Al igual que el individuo representado en el logo del Sínodo sobre la Sinodalidad, Alarcón usa una silla de ruedas, por lo que la decisión de los organizadores del sínodo de renunciar a los asientos estilo teatro para las mesas significó que él tendría acceso completo a la Sala de Audiencias Pablo VI.
“El Papa nos ha hablado a través de todo este proceso sinodal y nos dice: ‘No, como miembro bautizado de la Iglesia, eres miembro por derecho, y además estás llamado a ser miembro evangelizador'”, manifestó Alarcón. “Eso supuso una auténtica alegría en el corazón y está haciendo posible que las personas con discapacidad de todo el mundo empiecen a mirar a la Iglesia de otra manera”.
Sin embargo, ¿acaso la experiencia positiva de sinodalidad de Alarcón — la forma inclusiva de comunicarse, escuchar, y relacionarse con todos los fieles — es típica de aquellos con discapacidades en la Iglesia estadounidense?
“Existe lo ideal y lo real”, dijo Anne Masters, quien es directora de la Oficina para el Ministerio Pastoral de Personas con Discapacidades en la Arquidiócesis de Newark, Nueva Jersey.
Masters lleva 18 años intentando incansablemente modificar las discrepancias.
Ella dijo que a menudo esto comienza con un ajuste de actitud fundamental: las personas con discapacidades normalmente no quieren simpatía ni caridad. Quieren pertenecer, como cualquier otro feligrés.
“Ver la discapacidad como algo que debe ser diagnosticado y solucionado, o como un objeto de lástima y, por lo tanto, que requiere servicios humanos de apoyo, es condescendiente en el sentido de que generalmente proyecta lo que las personas necesitan”, explicó Masters, “en lugar de llegar a conocer a la persona y poder apoyar un desarrollo honesto”.
Masters sugiere que las parroquias primero se pregunten: “¿Quién falta entre nosotros? . . . ¿Y por qué?”
Un simple inventario puede ser revelador, acotó. “Simplemente mirando las diferentes áreas de la vida parroquial: cualesquiera que sean los diferentes grupos que haya, ¿cuántas personas con discapacidades están presentes allí?”
Masters dijo que en la Arquidiócesis de Newark hay programas parroquiales, así como recursos diocesanos y oportunidades de capacitación, incluyendo un programa piloto de formación, enfocado en la conversión general de mentes y corazones de personas con discapacidades.
“Ésa es la clave: romper con mentalidades y generar apertura”, afirmó Masters.
Ella considera que el propio cambio de actitud del Papa Francisco es una inspiración.
“El propio Papa Francisco ha pasado por esa conversión — que, en el tiempo de la Iglesia, es nanosegundos. Porque en 2016, en ‘Amoris Laetitia’, estaba totalmente atrapado en el modelo caritativo de la discapacidad”, dijo Masters sobre el documento papal conocido en español como “La alegría del amor”, publicado tras los sínodos sobre la familia.
El Santo Padre, Masters acotó, “fue criticado” por personas con discapacidades. “Y él escuchó . . . y continúa aprendiendo, creciendo, y cambiando su lenguaje”, señaló.
En la encíclica de 2020, “Fratelli Tutti“, el Papa Francisco habló explícitamente sobre sus propias expectativas cambiadas y los “exiliados ocultos” dentro de la Iglesia.
“Muchas personas con discapacidad ‘sienten que existen sin pertenecer y sin participar'”, escribió el pontífice. “Hay todavía mucho que les impide tener una ciudadanía plena. El objetivo no es sólo cuidarlos, sino ‘que participen activamente en la comunidad civil y eclesial’”, dijo el Papa Francisco, citando su mensaje para la celebración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad de 2019.
Jonathon Holland, analista de investigación de datos de la Universidad de Kentucky, y quien anteriormente trabajó en el Centro de Investigación Aplicada para el Apostolado (o CARA, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Georgetown, manifestó a OSV News que el estado de los ministerios de discapacidad varía mucho en la Iglesia Católica de Estados Unidos.
“Creo que definitivamente depende de dónde vayas”, dijo Holland.
Holland fue el investigador principal del informe de CARA de 2016, titulado “Disabilities in Parishes Across the United States: How Parishes in the United States Accommodate and Serve People with Disabilities” (“Discapacidades en las parroquias de Estados Unidos: Cómo las parroquias en Estados Unidos acomodan y sirven a las personas con discapacidades”
Entre sus principales hallazgos: el 96% de las parroquias cuentan con una entrada accesible para sillas de ruedas; el 43% de las parroquias tienen una lista de recursos para derivar a personas con discapacidades a recibir ayuda profesional; el 72% de las parroquias tienen personas con discapacidades que son voluntarias en la Iglesia; el 93% de las parroquias ofrecen adaptaciones para permitir que las personas con discapacidades participen en eventos sociales parroquiales; el 63% de las parroquias adaptan sus recursos actuales para estudiantes con discapacidad.
En la Diócesis de Arlington, Virginia, el obispo Michael F. Burbidge ha asegurado que en su rebaño de más de 450,000 católicos registrados las necesidades de las personas con discapacidad son una prioridad.
“Cuando hicimos nuestra sesión de escucha antes del sínodo — además de desarrollar nuestro plan estratégico para la diócesis — eso fue algo que escuchamos”, reveló el obispo Burbidge. “Escuchamos de algunas personas con discapacidades que tal vez podamos ser, como Iglesia, parroquia, diócesis, más atentos y sensibles a las necesidades de las personas con discapacidades”.
“Esa sesión de escucha nos recordó que debemos estar atentos y servir a nuestros hermanos y hermanas con discapacidades“, dijo. “Los queremos plenamente activos en todos los aspectos de la adoración y el servicio en la Iglesia”.
El crear conciencia continúa, afirmó. Una Misa anual para personas con discapacidad añade visibilidad. “El hecho de que no veas personas con discapacidad no significa que no haya personas con discapacidad en tu parroquia”, dijo. “Así que tenemos que estar evangelizando”.
“Es todo el Evangelio de la vida”, dijo el obispo Burbidge, presidente del Comité de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. “Es el respeto y el cuidado que cada persona merece como hijo de Dios. Esta conversación es una conversación sobre el respeto a la vida”.
El obispo Burbidge también está completando su primer año como moderador episcopal de la Asociación Católica Nacional sobre Discapacidad en Washington. Ese papel, dijo, “me ayuda a ser consciente de que las personas con discapacidades están en todas partes de nuestro país, en todas partes de nuestra Iglesia, y tenemos que asegurarnos de llegar a ellas”.
La Diócesis de Arlington da la bienvenida a niños con discapacidades del desarrollo en 19 de sus 41 escuelas parroquiales, y cada año se agregan más. Cada una de sus cuatro escuelas secundarias también cuenta con programas que incluyen e integran a jóvenes con desafíos intelectuales.
En la búsqueda de personal para cubrir puestos diocesanos, el obispo Burbidge pide que se anime a los solicitantes de empleo con discapacidades a ser candidatos. “Aquí en la cancillería tenemos tres empleados con discapacidades del desarrollo como parte de nuestro equipo”, compartió. “Simplemente han marcado una gran diferencia en la vida de la cancillería”.
El nombre del programa esencial de la Diócesis de Arlington para niños con discapacidad intelectual es Desarrollo de Educación Religiosa Especial (o SPRED, por sus siglas en inglés). Creado en la década de 1960 por un sacerdote de la Arquidiócesis de Chicago, SPRED ofrece actividades destinadas a enriquecer vidas y preparar para los sacramentos. Alrededor de una docena de las 70 parroquias de la Diócesis de Arlington cuentan con el programa, y algunas parroquias prestan servicios en su región.
“Siempre promuevo el programa SPRED en la diócesis”, dijo Nancy Emanuel, coordinadora de ministerios de necesidades especiales. “Cada vez que tengo la oportunidad de hablar con sacerdotes o líderes de otras iglesias, les recomiendo que inicien el programa SPRED, porque incluso si piensan que no tendrán participantes, se sorprenderían cuando la gente empiece a ir y esté agradecida con la idea de que se inicie un programa de este tipo”.
Al igual que su obispo, Emanuel está siempre atenta a las necesidades de las personas con discapacidad.
“Siempre les recuerdo a las personas que ser inclusivo, especialmente con personas con discapacidades, no es opcional. Es parte de la catequesis católica. Es parte de la doctrina, y deberíamos buscar activamente (servir a) personas con discapacidades”, dijo Emanuel. “Ellos son parte de la comunidad y deben ser un componente visible de cada parte de la vida parroquial”.
La inclusión total de las personas con discapacidad es, en la Iglesia Católica de Estados Unidos y en otros lugares, un trabajo en progreso. El modelo sinodal, sin embargo, ofrece un camino.
“Si realmente nos convertimos en una Iglesia de sinodalidad, y estamos dispuestos a participar en conversaciones difíciles y estar abiertos a pensar hacia dónde nos está impulsando el Espíritu y qué nos desafía el Evangelio a hacer, eso podría ser maravilloso”, dijo Masters. “Entonces no necesitamos una Oficina de Personas con Discapacidades porque reconocemos que debemos preocuparnos por los demás, y reconocer que todos tenemos dones”.
“Pero”, dijo, “probablemente tomará un tiempo hasta que eso evolucione”.
Imagen destacada: El Papa Francisco saluda a un hombre en un encuentro con personas discapacitadas durante la audiencia general en la Sala Pablo VI en el Vaticano el 5 de diciembre del 2018. (CNS/Paul Haring)