Casitas de impacto enorme

Tiempo de lectura: 7 minutos
Por: Paul Bork
Fecha de Publicación: Dic 4, 2023

Una parroquia en Ontario, Canadá, encuentra formas creativas para cuidar a personas que padecen de hambre y no tienen hogar

La parroquia de Nuestra Señora Santa María de los Siete Dolores en Kitchener, Ontario, es un ejemplo de lo que el Papa Francisco quería cuando se refirió a la iglesia como un hospital de campaña.

Al realizar una solicitud de apoyo para las misiones Maryknoll en Santa María, me deslumbró su congregación vibrantemente diversa y su iglesia bellamente mantenida, ubicada en el corazón de la ciudad. Me impresionó aún más cómo la parroquia toma en serio las palabras de despedida en la Misa: “Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz”.

Cinco noches de la semana, la parroquia abre su programa Casita de Comida para Llevar. Desde una casita de 8’x10’, un equipo de personal y voluntarios sirven 300 comidas con calidad de restaurante para llevar. Calzone italiano, pizzas o sándwiches, junto con un “refrigerio diario” (usualmente una ensalada en el verano o un guisado o sopa caliente en el invierno), se empaquetan para llevar.

Aquellos que pueden solventar dan una donación, pero las comidas están destinadas especialmente a las personas sin hogar. “Ya sea que estés viviendo en la calle, recortando tu presupuesto de comida para pagar las facturas o lleves una vida de clase media, Casita de Comida para Llevar se complace en brindarte comida a ti y tu familia”, dice la descripción del programa.

La génesis de esta creativa y compasiva iniciativa fue una inesperada tormenta de nieve a principios de noviembre del 2019. La mayoría de personas sin hogar y las organizaciones de servicio de la ciudad no estaban preparadas para el clima extremo que llegó antes de lo esperado.

Se les preguntó a las iglesias del área si podían ofrecer un refugio temporal. Un grupo de feligreses comprometidos y el párroco de Santa María, el Padre Resurreccionista Toby Collins, dijeron que sí. Abrieron el salón parroquial y acogieron a las personas sin hogar en el calor de su parroquia.

El Padre Collins y los feligreses pronto se dieron cuenta de que sus huéspedes también podían beneficiarse de alimentos nutritivos y del compañerismo que esto conlleva. Invirtieron en una cocina comercial completa y contrataron a la chef Amy Cyr. Al lado de la iglesia se instaló una casita para distribuir las comidas.

Una mujer que recibió ayuda del programa expresó su agradecimiento con estas palabras: “Esto significa amor, significa ser familia juntos. Es aquí donde vendría Jesús, hacia personas como nosotros”.

Pronto empezaron a surgir otras casitas en el área de Kitchener para ayudar a las personas sin hogar de otra manera.

Muchas de las personas sin hogar de la zona se alojaban en tiendas de campaña en lotes baldíos esquineros, explica el Padre Collins. Se enfrentaban a la precariedad y el peligro en estos campamentos improvisados e informales.

Junto a varios socios comunitarios, Santa María se unió al programa Una Mejor Ciudad de Carpas (ABTC por sus siglas en inglés). Este proyecto reemplaza tiendas de campaña y otros refugios improvisados con casitas bien construidas en un entorno seguro y de apoyo.

Las 42 casitas, con conexión eléctrica para calefacción y luz, se agrupan alrededor de estructuras más grandes con instalaciones para ducharse, lavar la ropa y cocinar.

Aproximadamente 50 residentes viven en ABTC. Este modelo de vecindario proporciona seguridad y la oportunidad de formar una comunidad entre los residentes y, al mismo tiempo, respeto por su privacidad e individualidad.

“Les concede dignidad. Les da su propia casa, donde pueden instalar estantes, personalizarla y pintarla”, dice el Padre Collins, quien se desempeña como secretario de la junta directiva de ABTC.

“Es también una herramienta que atrae a otros voluntarios”, continúa. “La gente dice: ‘Quiero hacer algo por las personas sin hogar’. Este [programa] les da puntos [de encuentro]”.

El Banco de Alimentos de la región de Waterloo realiza repartos semanales y la unidad móvil del Centro de Salud Sanguen visita la comunidad regularmente. Servicios de manejo de medicamentos y tratamiento se ofrecen en el lugar. El costo se cubre con donaciones, el apoyo de empresas y socios comunitarios, y con la colaboración de departamentos y agencias locales y estatales. “Todos ayudan”, dice el Padre Collins.

“Aún enfrentamos desafíos”, afirma el sitio web del programa Una Mejor Ciudad de Carpas. “Vivir en una cabaña de 8’x10’ no es la solución a la crisis de las personas sin hogar”. Los residentes tienen necesidades complicadas: desempleo, abuso de sustancias, problemas de salud física y mental.  Por muy exitoso que sea el proyecto, no es un sustituto para una vivienda permanente.

“No podemos resolver la falta de hogar”, agrega el sitio web. “Pero podemos marcar una diferencia en las vidas de 50 personas”.

El testimonio de servicio en Casita de Comida para Llevar y Una Mejor Ciudad de Carpas es valioso. Está presente entre los voluntarios que ayudan y las personas que se benefician. Está presente en cada comida servida y en cada pequeña casa habitada. Estas instalaciones son pequeñas, pero su impacto es enorme por el gran amor que se comparte allí.

La alegría del Evangelio se puede ver claramente a través de los ministerios de la parroquia Nuestra Señora Santa María de los Siete Dolores. El Papa Francisco estaría complacido.

El Diácono Paul Bork, de la Diócesis de Buffalo, Nueva York, trabaja para los Padres y Hermanos Maryknoll desde el año 2000. Actualmente es el gerente del Programa de Recaudo para la Misión de la Iglesia.

El personal y miembros de la junta, incluido el Padre Resurreccionista Toby Collins (a la derecha), sirven en Una mejor Ciudad de Carpas en Kitchener, Ontario. El proyecto cuenta con el<br />
apoyo de sus socios comunitarios como Santa María Nuestra Señora de los Siete Dolores. (Cortesía del Padre Toby Collins/Canadá)

El personal y miembros de la junta, incluido el Padre Resurreccionista Toby Collins (a la derecha), sirven en Una mejor Ciudad de Carpas en Kitchener, Ontario. El proyecto cuenta con el apoyo de sus socios comunitarios como Santa María Nuestra Señora de los Siete Dolores. (Cortesía del Padre Toby Collins/Canadá)

El Padre Collins y los feligreses pronto se dieron cuenta de que sus huéspedes también podían beneficiarse de alimentos nutritivos y del compañerismo que esto conlleva. Invirtieron en una cocina comercial completa y contrataron a la chef Amy Cyr. Al lado de la iglesia se instaló una casita para distribuir las comidas.

Una mujer que recibió ayuda del programa expresó su agradecimiento con estas palabras: “Esto significa amor, significa ser familia juntos. Es aquí donde vendría Jesús, hacia personas como nosotros”.

Pronto empezaron a surgir otras casitas en el área de Kitchener para ayudar a las personas sin hogar de otra manera.

Muchas de las personas sin hogar de la zona se alojaban en tiendas de campaña en lotes baldíos esquineros, explica el Padre Collins. Se enfrentaban a la precariedad y el peligro en estos campamentos improvisados e informales.

El programa Casita de Comida para Llevar de la parroquia Nuestra Señora Santa María de los Siete Dolores en Kitchener, Ontario, Canadá, está abierta cinco días a la semana y sirve comidas. (Penny Laurette/Canadá)

El programa Casita de Comida para Llevar de la parroquia Nuestra Señora Santa María de los Siete Dolores en Kitchener, Ontario, Canadá, está abierta cinco días a la semana y sirve comidas. (Penny Laurette/Canadá)

Junto a varios socios comunitarios, Santa María se unió al programa Una Mejor Ciudad de Carpas (ABTC por sus siglas en inglés). Este proyecto reemplaza tiendas de campaña y otros refugios improvisados con casitas bien construidas en un entorno seguro y de apoyo.

Las 42 casitas, con conexión eléctrica para calefacción y luz, se agrupan alrededor de estructuras más grandes con instalaciones para ducharse, lavar la ropa y cocinar.

Aproximadamente 50 residentes viven en ABTC. Este modelo de vecindario proporciona seguridad y la oportunidad de formar una comunidad entre los residentes y, al mismo tiempo, respeto por su privacidad e individualidad.

“Les concede dignidad. Les da su propia casa, donde pueden instalar estantes, personalizarla y pintarla”, dice el Padre Collins, quien se desempeña como secretario de la junta directiva de ABTC.

“Es también una herramienta que atrae a otros voluntarios”, continúa. “La gente dice: ‘Quiero hacer algo por las personas sin hogar’. Este [programa] les da puntos [de encuentro]”.

El Banco de Alimentos de la región de Waterloo realiza repartos semanales y la unidad móvil del Centro de Salud Sanguen visita la comunidad regularmente. Servicios de manejo de medicamentos y tratamiento se ofrecen en el lugar. El costo se cubre con donaciones, el apoyo de empresas y socios comunitarios, y con la colaboración de departamentos y agencias locales y estatales. “Todos ayudan”, dice el Padre Collins.

“Aún enfrentamos desafíos”, afirma el sitio web del programa Una Mejor Ciudad de Carpas. “Vivir en una cabaña de 8’x10’ no es la solución a la crisis de las personas sin hogar”. Los residentes tienen necesidades complicadas: desempleo, abuso de sustancias, problemas de salud física y mental.  Por muy exitoso que sea el proyecto, no es un sustituto para una vivienda permanente.

“No podemos resolver la falta de hogar”, agrega el sitio web. “Pero podemos marcar una diferencia en las vidas de 50 personas”.

El testimonio de servicio en Casita de Comida para Llevar y Una Mejor Ciudad de Carpas es valioso. Está presente entre los voluntarios que ayudan y las personas que se benefician. Está presente en cada comida servida y en cada pequeña casa habitada. Estas instalaciones son pequeñas, pero su impacto es enorme por el gran amor que se comparte allí.

La alegría del Evangelio se puede ver claramente a través de los ministerios de la parroquia Nuestra Señora Santa María de los Siete Dolores. El Papa Francisco estaría complacido.

El Diácono Paul Bork, de la Diócesis de Buffalo, Nueva York, trabaja para los Padres y Hermanos Maryknoll desde el año 2000. Actualmente es el gerente del Programa de Recaudo para la Misión de la Iglesia.

Imagen destacada: Un residente del programa Una Mejor Ciudad de Carpas en Ontario, Canadá, en la puerta de una casita. El proyecto ofrece refugio, privacidad y comunidad a 50 personas que se encuentran sin hogar de forma crónica. (Cortesía del Padre Toby Collins/Canadá)

Sobre la autora/or

Paul Bork

El Diácono Paul Bork, trabaja en educación misionera de Maryknoll en EE.UU.

Ediciones Archivadas