Espiritualidad Misionera: ¿Muérdago en el pesebre?

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Joseph Veneroso, M.M.
Fecha de Publicación: Dic 4, 2023

Mi recuerdo más preciado cuando era niño y celebraba la Navidad era la Misa de medianoche. La iglesia olía a pino fresco, cera derretida e incienso. El momento destacable empezaba cuando el sacerdote entonaba Gloria in excelsis Deo, ¡y de repente se detenía! Esa era la señal para que los monaguillos, con velas encendidas, se alinearan ante el altar. Debajo de un purificador, descansaba una estatua del Niño Jesús, esperando nacer.

En lugar de responder con el resto del Gloria, el coro estalló en el villancico italiano, Tu Scendi dalle Stelle o “Bajaste de las estrellas”. El oficiante destapó al niño y lo llevó en procesión por el pasillo hasta el pesebre que esperaba al fondo de la iglesia.

Por supuesto, esto rompía la tradición litúrgica, pero le daba a mi parroquia italoamericana la oportunidad de expresar nuestro amor por Jesús en nuestra lengua nativa. Mientras el Niño Jesús pasaba, fila tras fila de feligreses se arrodillaban. Una vez que el sacerdote colocó al Niño en el pesebre, el coro continuó el resto del Gloria.

A cada cultura, generación e incluso a cada individuo le gusta expresar el gozo del nacimiento de Cristo de maneras significativas. Hace algunos años, el monseñor Robert Ritchie, entonces rector de la famosa Catedral de San Patricio en Nueva York, colocó una réplica de tamaño natural de su amado perro labrador en el pesebre al lado de la Virgen María. La noticia atrajo a multitudes más grandes de lo habitual, especialmente de niños que apreciaban ver al “mejor amigo del hombre” velando lealmente por el salvador de la humanidad.

Esto me hizo pensar en cómo no sólo el pesebre, sino también nuestra propia celebración de la Navidad ha cambiado a lo largo de los siglos. Ni el muérdago ni las flores de nochebuena estuvieron presentes en la primera Navidad, pero ambos se asocian con la temporada.

El día y el mes del nacimiento de Jesús no se mencionan en la Biblia. En el siglo IV, el Papa Julio I declaró el 25 de diciembre para celebrar el nacimiento del Señor. Cerca del solsticio de invierno, marcó la época más oscura del año en el hemisferio septentrional y el regreso de la luz del sol.

Gracias a la celebración católica romana de la “Misa de Cristo”, la Navidad se extendió por todo el mundo, recogiendo costumbres locales a lo largo del camino.

Después de los pesebres, nada es más navideño que un árbol de Navidad decorado. Según la leyenda, los alemanes comenzaron a cultivar árboles perennes después de que San Bonifacio talara un roble “sagrado” y lo reemplazara con un pino. Se dice que Martín Lutero fue el primero en decorar un árbol de hoja perenne con velas. Esta práctica evolucionó hasta convertirse en la costumbre de colocar luces en los árboles de Navidad.

En México y otras partes del mundo de habla hispana, la gente celebra con posadas: una novena de ir de casa en casa con música, oración, comida y piñatas durante los nueve días antes de Navidad. Simbolizando a María y José en busca de hospedaje en una posada, la gente recibe la hospitalidad de los demás.

La entrega de regalos se originó entre los cristianos ortodoxos orientales, quienes intercambiaban regalos para conmemorar la visita de los Reyes Magos. En el día de Epifanía, estos astrólogos viajeros obsequiaron al Niño Jesús oro, incienso y mirra. Nosotros, reyes magos modernos, intercambiamos regalos.

Por supuesto, no todos pueden permitirse el lujo de recibir regalos. En el libro de Orbis Books El Evangelio en Solentiname de Ernesto Cardenal, los niños pobres de las islas Solentiname en Nicaragua describen la Navidad como la época “en la que los ricos se dan regalos entre sí”.

Hoy en día vemos a la sociedad secular centrarse en la parte comercial de la Navidad. Incluso en países no cristianos, los grandes almacenes están decorados con estrellas, árboles y coronas. Algunos cristianos bien intencionados añaden un Papá Noel arrodillado ante el Niño Jesús.

Recién me enteré que un grupo de jóvenes coreanos en la ciudad de Nueva York han encontrado una manera significativa de celebrar el espíritu de la temporada: compran regalos para bebés (mantas, chupetes, juguetes) y al azar se los entregan a madres con bebés en la calle.

¿Y tú? ¿Qué costumbres o tradiciones, nuevas o antiguas, sigues? ¿Cómo celebra tu familia o comunidad el milagro de la venida de Dios a la tierra como un bebé?

Imagen destacada: Durante los nueve días previos a la Navidad, las imágenes de María y José son llevadas en procesión a diferentes casas del vecindario según la tradición de Las Posadas en México. (Diego Lozano vía Unsplash/México)

Sobre la autora/or

Joseph Veneroso, M.M.

Joseph R. Veneroso, M.M., es el ex editor de la revista Maryknoll. Él sirvió como misionero en Corea y ahora vive en el Centro de Maryknoll en Ossining, Nueva York, y también atiende las necesidades pastorales de una comunidad coreana en una parroquia católica en New York City. Es autor de dos libros de poesía, Honoring the Void y God in Unexpected Places, una colección de columnas de la revista Maryknoll titulada Good New for Today y Mirrors of Grace: The Spirit and Spiritualities of the Maryknoll Fathers and Brothers.

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