Por Susan Gunn
Domingo, 31 de diciembre del 2023
Eclo 3:2-6, 12-14 | Colosenses 3:12-21 | Lc 2:22-40
El domingo 31 de diciembre, la Iglesia celebra la Fiesta de la Sagrada Familia durante los ocho días de celebración de la Navidad. El día de la fiesta celebra a la familia de Jesús, María y José como un modelo de amor, aceptación y fidelidad.
Cuando reflexionamos sobre todo lo que María y José pasaron durante el embarazo de María y luego, durante los primeros días de la crianza de Jesús, no podemos evitar preguntarnos cómo resistieron el impulso de huir de la responsabilidad, del miedo a lo desconocido y del uno del otro. Aceptaron el embarazo de María fuera del matrimonio sin entenderlo. Hicieron el viaje a Belén para inscribirse en el censo a pesar de los peligros a lo largo del camino, la tensión física de María y la falta de planes sobre dónde se quedarían. Y después del nacimiento de Jesús en un establo, huyeron a Egipto para salvarlo de la orden de Herodes de matar a todos los niños en Belén.
Antes de seguir adelante en la lectura del Evangelio, mantengámonos centrados en las circunstancias vulnerables de la familia que Dios eligió para Jesús, y preguntémonos: “¿Quién es la Sagrada Familia hoy?”
Tal vez la Sagrada Familia huye de los disparos en Israel o Estados Unidos, se arrastra fuera de los escombros en Gaza, huye de las milicias en Sudán, pide asilo en la frontera entre Estados Unidos y México o busca albergue un en campo de refugiados en Bangladesh o Kenia.
La lectura del Evangelio de hoy retoma la historia de la Sagrada Familia en el templo de Jerusalén, donde María y José llevaron al niño Jesús cuarenta días tras su nacimiento para su presentación formal. Como judíos devotos, los padres jóvenes y desesperados estaban allí para realizar rituales de acuerdo con la Ley de Moisés.
Pensando en todas sus dificultades, es fácil preguntarse por qué Dios permitió que las cosas fueran tan difíciles para ellos, y por qué Dios permite que las cosas sean difíciles para las personas de hoy. Pero esa es la pregunta equivocada. Con las virtudes del amor, la acogida y la fidelidad, cada uno de nosotros tiene el poder de transformar de alguna manera esas dificultades, tal como lo hicieron María y José.
Su historia en Jerusalén no termina con dificultades, sino con la revelación del amor de Dios. Lucas describe a María y José reuniéndose en el templo con dos judíos devotos, Simeón y Ana, quienes reconocen al niño Jesús como el cumplimiento de las promesas de Dios a Israel.
Esto es parte de la “narrativa de la infancia” de Lucas, que es su explicación del nacimiento de Jesús como el cumplimiento de las promesas de Dios a Israel: rescatarnos del castigo del pecado, liberarnos del poder del pecado, redimirnos para una vida con un propósito mayor y llevarnos a la familia gozosa de Dios.
Estas son las grandes promesas de una gran transformación. Cuando miramos alrededor del mundo de hoy y vemos a la Sagrada Familia viviendo entre nosotros, podemos inspirarnos en María y José y responder con amor, aceptación y fidelidad a Dios, confiando en las grandes promesas de Dios y en la posibilidad de una gran transformación.
Susan Gunn se unió a la Oficina Maryknoll de Asuntos Globales en 2012 y se convirtió en directora en el 2018. Previamente había trabajado en China e India. Ella y su esposo tienen tres hijos y viven en Maryland. Gunn tiene una maestría en Gestión de Desarrollo Internacional de la American University.
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Imagen destacada: Una escultura medieval en el Museo Metropolitano de Arte de la Sagrada Familia de Nueva York de camino a Egipto por el P. (Lawrence Lew, O.P. vía Flickr.)
