Una hermana Maryknoll ayuda a personas con discapacidad en las comunidades remotas de Timor Oriental
Alos 51 años, la Hermana Maryknoll Hyunjung Kim tiene aspecto juvenil y está comprometida con la vida religiosa.
Sin embargo, en Timor Oriental, una pequeña nación en la isla de Timor, al norte de Australia, la gente se dirige a la Hermana Hyunjung como abuela. “Me dicen Avo Malae”, dice. “¡Abuela extranjera!”
Trabajadora social de profesión, la Hermana Hyunjung ha trabajado en salud comunitaria en la región montañosa de Aileu desde 2014. El Obispo Carlos Belo de Dili invitó a las Hermanas Maryknoll allí en 1991, durante la lucha de la nación por independizarse de Indonesia.
Como encontraron que había pocos servicios en el campo empobrecido y accidentado, las Hermanas Maryknoll Susan Gubbins y Dorothy McGowan evaluaron el desafío y decidieron establecer una clínica de salud. “Teníamos en mente a las aldeas más remotas y sabíamos que necesitábamos un enfoque basado en la comunidad”, escribió más tarde la Hermana Gubbins. Capacitaron a la población local como promotores de salud, conocidos como “motivadores”, además de construir una clínica central.
“Me beneficio de los frutos de su trabajo y misión”, dice la Hermana Hyunjung. “Estoy trabajando en esa clínica, que lleva el nombre de Uma Ita Nian, Nuestro Hogar”.
La clínica Uma Ita Nian cuenta con un personal de 28 trabajadores, incluidos tres empleados del gobierno: un médico, una partera y un farmacéutico.
La Hermana Hyunjung sirve en varios ministerios con la clínica, la cual ofrece una amplia variedad de servicios. Ella trabaja particularmente de cerca con el equipo de Rehabilitación Basada en la Comunidad (CBR por sus siglas en inglés). CBR, que se originó con la Organización Mundial de la Salud, es “una estrategia que tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad y sus familias, y garantizar su inclusión y participación en la comunidad”.
Motivadores de Rehabilitación Basada en la Comunidad (CBR, por sus siglas en inglés) posan con la Hermana Hyunjung Kim (fila inferior, tercera de la izquierda) afuera de la clínica Uma Ita Nian (Nuestro Hogar). (Cortesía de Hyunjung Kim, M.M./Timor Oriental)
“Las visitas domiciliarias son parte del programa CBR”, explica la Hermana Hyunjung. “Dos veces a la semana visitamos a personas con discapacidad en aldeas remotas y les ofrecemos fisioterapia, referencias, tratamientos médicos, alimentos suplementarios, equipos, ayuda para la adaptación en el hogar, materiales higiénicos y asesoramiento”.
“Viven aisladas en zonas montañosas con insuficiencia de alimentos, agua o ropa y poco o ningún acceso a atención médica, educación u oportunidades de empleo”, continúa la misionera.
Una parte esencial del programa es la formación continua para la población local que trabaja como motivadores.
“Una vez al mes, los motivadores de CBR vienen a la clínica para capacitarse. Tenemos 18 motivadores”, dice la Hermana Hyunjung. “Ayudan a identificar clientes potenciales de CBR, facilitan los servicios y la comunicación entre la clínica y los clientes, e implementan su capacitación en la aldea donde están ubicados”.
Durante los largos y difíciles viajes a aldeas remotas, el personal de la clínica llega a conocerse mejor, intercambiando alimentos e historias. “Me siento parte de sus vidas”, dice la misionera.
La misión de servicio a los demás de la Hermana Hyunjung comenzó en su país de origen, Corea del Sur. “[Empezó] … cuando vi el hambre de esperanza de la gente, de una espiritualidad significativa y de un sentido de dignidad humana”, recuerda. “Me sentí llamada a caminar con ellos”.
Ella obtuvo un título en economía agrícola, pero luego comenzó a ayudar a sobrevivientes de trata de personas y abuso sexual en Casa Magdalena, ubicada en una zona roja de Seúl. El hogar era un lugar seguro para las trabajadoras sexuales y otras mujeres explotadas.
La Hermana Maryknoll Hyunjung Kim lleva a Rosalina a casa después de un programa semanal realizado en la clínica. La niña de 11 años de edad sufre de distrofia muscular. (Cortesía de Hyunjung Kim, M.M./Timor Oriental)
Esta experiencia, dice la Hermana Hyunjung, la motivó a estudiar una profesión para apoyar a las personas necesitadas. Regresó a las aulas y se graduó de la Universidad de Soongsil con una licenciatura en trabajo social y luego obtuvo una maestría en bienestar social de la Universidad Católica de Corea.
Regresó a Casa Magdalena para trabajar con su fundadora, la Hermana Maryknoll Jean Maloney. “Me inspiró la humilde y alegre vida que compartía con mujeres sobrevivientes de violencia como el abuso sexual, violencia doméstica y trata de personas”, dice la Hermana Hyunjung.
A medida que Hyunjung conoció a más Hermanas Maryknoll, se interesó en la vida religiosa y sintió curiosidad por la misión en el extranjero. “Como Hermana Maryknoll, puedo compartir mi vida y mis dones para ayudar a crear esperanza con las personas y buscar juntos un significado”, dice.
Después de completar el programa de orientación (noviciado) en la sede central de las Hermanas Maryknoll en Nueva York, la Hermana Hyunjung profesó sus primeros votos en 2011. Profesó sus votos perpetuos en 2016, cuando ya estaba en su asignación en Timor Oriental.
Según Oxfam, tres cuartas partes de la población de Timor Oriental vive en zonas rurales donde dependen de la agricultura de subsistencia. La pequeña nación con 1.3 millones de habitantes, también conocida como Timor-Leste, es uno de los países más pobres del mundo. La mitad de sus niños están desnutridos y muestran retraso en el crecimiento, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Como lo había hecho de joven en Corea del Sur, ampliando sus estudios para servir mejor a las personas necesitadas, Hyunjung obtuvo una licencia como asistente de enfermería en 2020 para usarla en Timor Oriental.
“Regresé con un mejor conocimiento de la atención médica”, dice, “conocimiento que puedo aplicar diariamente en el trabajo. Ese mismo año, nuestra clínica central ayudó a más de 7.000 personas de 12 aldeas y nuestra clínica móvil ayudó a más de 6.000 de nueve aldeas remotas”.
Fiel a su designación en el idioma tetun como abuela honoraria, la Hermana Hyunjung apoya iniciativas para construir un sentido de familia y comunidad.
Visitar a las personas en sus hogares, dice, fomenta la cercanía. Esto puede ser un desafío: “Aunque me gusta visitar y escuchar sus historias, a menudo sentía un gran peso por la preocupación de cómo encontrar esperanza para ellos”, dice.
Un día, visitó a un niño con parálisis cerebral y a su familia. “Me senté con mis preocupaciones y angustias en silencio, viéndolo recibir terapia física, tan dolorosa para este niñito de cuerpo pequeñito”, recuerda.
“De repente, su hermanita saltó sobre su cama con un divertido mono de juguete y jugó con él. Ella lo estaba consolando, poniendo suavemente su mejilla contra la de él y tocando suavemente su cabello, y haciendo gestos divertidos para hacerlo reír. Los gritos del niño se transformaron en una sonrisa brillante. Todos nos reímos de alegría y agradecimiento”.
En su corazón, dice la Hermana Hyunjung, sabía que Dios estaba allí, presente con esos niños y todos en la habitación. “Para estas personas”, dice, “la familia y el hogar son un lugar seguro y enriquecedor”.
Imagen destacada: La Hermana Maryknoll Hyunjung Kim (sostiene a un bebé recién nacido) se encuentra con los primeros invitados de Uma Esperansa, Casa de Esperanza, un hogar que apoya a los nacimientos seguros en Timor Oriental, un país con altas tasas de mortalidad materna e infantil. (Cortesía de Hyunjung Kim, M.M./Timor Oriental)