Reflexión Maryknoll: Un profeta entre nosotros

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Ene 26, 2024

Por Matthew Dulka

Cuarto domingo ordinario

Domingo, 28 de enero del 2024
Dt 18, 15-20| 1 Cor 7, 32-35| Mc 1, 21-28

Hay un viejo dicho que dice “cuidado con lo que pides cuando rezas” porque es posible que Dios te lo conceda. En la lectura de Deuteronomio, Dios le promete a la gente que les dará exactamente lo que pidieron: “El Señor Dios hará surgir en medio de ustedes, entre sus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharán”. Su experiencia directa con Dios cuando éste apareció en forma de truenos, relámpagos, trompetazos y humo en el Monte Sinaí los abrumó. Ellos querían que Dios se comunicara a través de uno de ellos.

No hay nada sorprendente acerca de esto. Durante la historia, la misión de Dios se ha llevado a cabo a través de gente como nosotros, sus mensajeros. Con frecuencia, Dios les ha dado un golpecito en el hombro a pastores, campesinos y personas ordinarias para que sean sus profetas. Y cuando la humanidad aún no conseguía ver la realidad de su amor, Dios encarnó su palabra en el humano que conocemos como Jesús. En palabras más sencillas, Dios se convirtió en uno de nosotros porque es más fácil identificarse con otra persona que con una nube relampagueante en una montaña.

La lectura de esta semana se sitúa al principio del Evangelio de San Marcos, justo cuando Jesús empieza su ministerio público en Campernaúm, un pueblo aledaño al suyo. La historia de San Marcos es similar a la versión de San Lucas en la que Jesús predica en Nazaret. En ambas historias, a la gente le sorprende que un hombre local, uno de los suyos, un carpintero de oficio, pudiera enseñar con tal claridad y autoridad. Así mismo, les sorprende ver cómo el espíritu maligno sale del pobre hombre al reconocer que este hijo de carpintero está hablando con el poder del Señor.

Es notable que inmediatamente después de este evento, Jesús busca a hombres y mujeres ordinarios para que se le unan en misión. Al final del Evangelio, él les pasa la misión a ellos, diciéndoles que vayan por todo el mundo a proclamar la Buena Nueva. De nuevo, vemos como Dios escoge a profetas como nosotros para hablarles a los nuestros acerca de la palabra de amor de Dios.

Este entendimiento de cómo Dios nos utiliza para la misión está arraigado a nuestro entendimiento de lo que ocurre en el bautismo. Limpios de pecado e iniciados en la comunidad, nos bautizamos en esa misma misión de Jesús para continuar el trabajo que él empezó y que llegó a la Iglesia.

Nos cuesta creer, sin embargo, que Dios pudiera utilizarnos para hablar de su palabra de amor. Seguro que hay alguien mejor calificado para hacer esto. Pero no es tan difícil como parece. San Francisco dijo “predica siempre; usa palabras sólo cuando sea necesario”. Con frecuencia, una de las maneras más efectivas e impactantes es ser la palabra de Dios a través de la acción. Ser un testigo del amor de Dios por la gente común.

Esta noción es evidente en los viajes de inmersión. Cuando un grupo de personas viajan de un país para encontrarse con sus hermanos y hermanas en otro país, hay frecuentemente un testimonio mutuo y un encuentro con el amor de Dios por y a través de la gente. Estos viajes a menudo comienzan con la gente fijándose en las diferencias en apariencia, lenguaje y cultura. Sin embargo, a través de la experiencia de hospitalidad y de compartir historias, al final del viaje hay aprecio de las diferentes maneras en que Dios trabaja a través de nosotros.

Recientemente, Maryknoll organizó un viaje de inmersión a Jamaica para un grupo de diáconos y sus esposas. Un momento profundo y sagrado ocurrió cuando visitamos un centro de cuidados paliativos para pacientes con VIH/SIDA. Los diáconos y sus esposas, quienes se consideraban ministros, recibieron ministerio de parte de los pacientes. Cuando rodearon la cama de una mujer jamaiquina que había perdido sus dos piernas y que luchaba contra una enfermedad terminal, ella los embelesó con su profunda alegría. Les dijo que ella ministra para los demás pacientes asegurándose de que sepan que Dios los ama, y usualmente lo hace cantando. Después dio una interpretación apasionada de “Sólo se necesita una chispa” y todos los quedaron asombrados y humildes por cómo Dios estaba hablando a través de esta mujer moribunda.

Alrededor nuestro, Dios sigue llamando gente común entre nosotros a transmitir la palabra de amor de Dios para que la misión continúe.

Matthew Dulka, diácono permanente de la diócesis de Oakland, es el director asociado de los Programas de Formación Misionera Maryknoll. Dulka tiene un doctorado en derecho de la Universidad Golden Gate y trabajó como abogado antes de unirse a los Padres y Hermanos Maryknoll en 1996. También obtuvo una maestría en teología de la Universidad de San Francisco.

Esta reflexión se publicó en el 2014 como parte del libro Un año litúrgico Maryknoll: Reflexiones de las lecturas para el año B de Orbis Books.

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Foto destacada: Misa dominical en Seaford Town, Jamaica, donde el Padre Maryknoll Leo Shea concelebró con el Padre Carl Clarke de Jamaica en 2007. (Sean Sprague/Jamaica)

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