Por Carol Glatz, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — La Cuaresma es un tiempo para liberarse de la esclavitud y actuar para liberar a otros que sufren las múltiples formas de esclavitud que afligen al mundo, dijo el Papa Francisco.
Aunque el bautismo ha iniciado un proceso de liberación, “queda en nosotros una inexplicable añoranza por la esclavitud. Es como una atracción hacia la seguridad de lo ya visto, en detrimento de la libertad”, dijo el Papa en su mensaje para la Cuaresma, que comienza el 14 de febrero para los católicos de rito latino.
Haciéndose eco de la tragedia de los antiguos israelitas, un faraón moderno “destruye incluso los sueños, roba el cielo, hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad y se niegan los vínculos auténticos. Es decir, logra mantener todo sujeto a él”, escribió el Papa.
“Lo que hay que denunciar es un déficit de esperanza. Es un impedimento para soñar, un grito mudo que llega hasta el cielo y conmueve el corazón de Dios”, escribió.
Publicado por el Vaticano el 1 de febrero, el texto del mensaje de Cuaresma del Papa se centraba en la llamada de Dios a dejar atrás las ataduras de la esclavitud, con el título “A través del desierto Dios nos guía a la libertad“, que procede del Libro del Éxodo (20,2).
Dios permite a las personas emprender un nuevo viaje y experimentar “un paso de la muerte a la vida”, escribió el Papa.
“Seguimos bajo el dominio del Faraón. Es un dominio que nos deja exhaustos y nos vuelve insensibles. Es un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro”, dijo. “Ha contaminado la tierra, el aire y el agua, pero también las almas”.
Y, escribió, más temibles que el Faraón son los ídolos que nos creamos, como el anhelo de ser todopoderosos, de que todos nos admiren y de dominar a los demás. “Podemos apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas”, todo lo cual no hace sino paralizar a las personas y crear conflictos.
La Cuaresma es un “tiempo de conversión, tiempo de libertad” durante el cual los cristianos tratan de redescubrir la llamada y la promesa de Dios, escribió. “Es tiempo de actuar, y en Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”.
A través de la oración, la limosna y el ayuno, los cristianos experimentan “un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan”, escribió el Papa.
El Papa Francisco invitó a todas las comunidades cristianas a pedir a sus miembros “reflexionar sobre los estilos de vida” y examinen su papel en la sociedad y la contribución que pueden hacer para mejorarla.
La Iglesia sinodal busca “decisiones comunitarias” que sean “capaces de cambiar la cotidianeidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados”, dijo el Santo Padre.
“Preguntémonos: ¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el viejo?”, escribió el Papa, invitando a los fieles a seguir buscando y estar dispuestos a asumir riesgos.
El cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, presentó el mensaje de Cuaresma en una conferencia de prensa en el Vaticano.
“Tradicionalmente, la Cuaresma es un tiempo para revisar nuestras vidas y afrontar individualmente la necesidad de conversión personal”, dijo. Sin embargo, el Papa desafía a los fieles a intentar también cambiar el mundo.
Como creyentes y como ciudadanos, dijo, los cristianos deben preguntarse: “¿Dónde estamos en el camino con tantos hermanos en casa y en todo el mundo que claman y nos piden que caminemos con ellos?”
“Acogiendo el don de la Cuaresma, cada comunidad cristiana puede acompañar a sus miembros a afrontar los desafíos de nuestro tiempo”, dijo el cardenal, porque “los cambios esperados en el mundo comienzan con el cambio en mí y en ti”.
Emilia Palladino, profesora del departamento de ciencias sociales de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, dijo que “las desigualdades presentes hoy son una abominación”.
Existe una brecha entre “los que tienen y los que no tienen” y una negación absoluta de “la dignidad humana y los derechos humanos básicos para porciones enteras de la humanidad mantenidas en la esclavitud”, afirmó.
En 2023, tres de cada diez personas carecerán de acceso a servicios sanitarios esenciales y, según la Organización Mundial de la Salud, se calcula que 2.000 millones de personas pasarán hambre para poder hacer frente a los gastos relacionados con la atención médica y los medicamentos.
En 2023, dijo, todavía hay 152 millones de niños y adolescentes que son víctimas del trabajo infantil, según la Oficina Internacional del Trabajo. Unos 40.000 de ellos trabajan en minas de la República Democrática del Congo, extrayendo coltán, necesario para fabricar teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores, herramientas que acaban siendo una forma de adicción para otros.
En 2021, añadió, 28 millones de personas estaban atrapadas en trabajos forzados y 22 millones en matrimonios forzados, además de las innumerables víctimas de la trata de seres humanos, según un informe de las Naciones Unidas.
Es aquí donde la falta de esperanza ejerce todo su poder, dijo, porque la enormidad y amplitud de estos problemas actúan como una deprimente justificación para la inacción.
“Pero podemos cambiar lo poco que se nos ha dado: un estilo de vida más respetuoso con uno mismo, con los demás y con el medio ambiente; volver a aprender la solidaridad y la fraternidad, en primer lugar, en nuestros propios hogares; trabajar juntos para construir un entorno laboral sano, promotores del bien común y no esclavos del beneficio a toda costa”, afirmó.
El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral pidió a Mauro Pallotta, un artista callejero italiano, conocido como “Maupal”, que ayudara a ilustrar el mensaje del Papa con un nuevo dibujo cada semana a lo largo del periodo de Cuaresma, que concluye el 28 de marzo, Jueves Santo.
Su primera ilustración, publicada antes de la Cuaresma, representa una imagen del Papa Francisco empujando una carretilla con un saco lleno de fe a través de un desierto de clavos “que representan ídolos antiguos y nuevos, y nuestro cautiverio”, dijo.
Los clavos en el camino pincharían la rueda de goma, deteniendo el viaje, pero “siguiendo al Papa Francisco, que abre el camino con la fuerza de la fe”, el camino se hace transitable para todos “y la meta alcanzable”, dijo.
Imagen destacada: Foto de una tajada de pan y un vaso de agua. (OSV News photo/Bob Roller)