Construir un futuro de Esperanza en Camboya

Tiempo de lectura: 7 minutos
Por: Mary Ellen Manz, M.M.
Fecha de Publicación: Mar 4, 2024

Hermanas Maryknoll ceden programas educativos a líderes locales después de tres décadas de servicio compasivo

La Hermana Maryknoll Regina Pellicore resume los 33 años de servicio de las Hermanas Maryknoll en Camboya así: “Durante todo el trayecto, nuestra misión ha sido dar el cuidado, amor y apoyo necesarios para una mejor vida”.

Camboya aún se recobraba del profundo trauma de los Campos de la Muerte cuando las Hermanas llegaron en 1991, tras los Acuerdos de París. Ellas formaban parte de Maryknoll Camboya, un equipo de sacerdotes, Hermanos, Misioneros Laicos y Hermanas Maryknoll destinados a ayudar con la restauración de la nación.

“Camboya emergía de uno los episodios más trágicos en la historia del mundo”, explica la Hermana Maryknoll Luise Ahrens, que fue una de las primeras Hermanas asignadas a la pequeña nación en el sureste asiático.

De 1975 a 1979, el régimen de los Jemeres Rojos causó la muerte de cerca de 2 millones de personas — casi una cuarta parte de la población. Se atacaba particularmente a aquellas personas que eran letradas: doctores, abogados, maestros y profesores.

“Les disparaban a aquellos que tenían manos suaves o llevaban gafas o hablaban francés”, recuerda la Hermana Luise que le contaban los supervivientes. Una generación entera de profesionales, continúa, “casi exterminados por completo”.

Las misioneras pronto determinaron que Camboya se podía beneficiar de varios ministerios.

Las Hermanas Patricia Ann Arathuzik, Dolores Congdon y Joyce Quinn, con experiencia en enfermería, se dedicaron a ofrecer atención médica. Después, las Hermanas Juana Encalada y Leonor “Len” Montiel, y por un tiempo la Hermana Bernadette Duggan, trabajarían en ministerios para el VIH/SIDA. Camboya tenía una de las tasas más altas de VIH en el mundo.

La Hermana Maryknoll Helene O’Sullivan imparte una clase a sus estudiantes del programa de capacitación Horizons para mujeres y niñas en riesgo de ser víctimas de trata de personas. (Cortesía de las Hermanas Maryknoll/Camboya)

La Hermana Maryknoll Helene O’Sullivan imparte una clase a sus estudiantes del programa de capacitación Horizons para mujeres y niñas en riesgo de ser víctimas de trata de personas. (Cortesía de las Hermanas Maryknoll/Camboya)

Dada su experiencia en el área educativa, el ministro de Educación le pidió a la Hermana Luise que trabajara en la Universidad Real de Phnom Penh, la institución más grande de educación superior. “Le pregunte: ‘¿Para hacer qué?’”, recuerda la Hermana Luise. “Él me contestó: ‘Lo que usted pueda’”.

Los colegas de la Hermana Luise le describieron cómo fue la apertura de la universidad una década antes, con apenas dos profesores y 36 estudiantes. “No había libros ni laboratorios. Los Jemeres Rojos tenían cerdos ahí para mostrar lo que pensaban de la educación”.

Por los siguientes 25 años, las Hermanas Maryknoll contribuyeron a consolidar programas en la Universidad Real. La Hermana Len, quien tenía experiencia con organización comunitaria, enseñó en el naciente Departamento de Ciencias Sociales. La Hermana Mary Little no sólo enseñó inglés, sino que también capacitó al personal camboyano para que gestionaran el programa de aprendizaje del inglés.

Al trabajar con el presidente de la universidad, la Hermana Luise recolectó fondos para los salarios del personal y oportunidades para que los camboyanos estudiaran en el extranjero. Reclutó y asesoró a los voluntarios internacionales. Las Hermanas también obtuvieron herramientas educativas y equiparon la biblioteca universitaria.

En otros ministerios, la Hermana Joyce había estado trabajando en asociación con tres enfermeras camboyanas. En 1994 las Hermanas se trasladaron a Boeng Tumpun, una gran área empobrecida en el punto sur de la ciudad capital. Allí, la Hermana Joyce empezó el Programa de Educación y Salud Basado en la Comunidad en los terrenos de la parroquia Child Jesus. La Hermana Regina, profesora, llegaría un año después.

Era evidente que además de servicios médicos, el entrenamiento en higiene básica y nutrición también era necesario. Sin embargo, los adultos — que trabajaban todo el día — no eran tan receptivos como los niños, incentivados por las canciones y los juegos. 

El programa internacional Niño-a-Niño era la respuesta.

La Hermana Maryknoll Ann Sherman comparte un momento cándido con sus estudiantes camboyanos. La Hermana enseñó inglés a niños empobrecidos en la aldea de Boeng Tumpun. (Cortesía de Ann Sherman, M.M./Camboya)

La Hermana Maryknoll Ann Sherman comparte un momento cándido con sus estudiantes camboyanos. La Hermana enseñó inglés a niños empobrecidos en la aldea de Boeng Tumpun. (Cortesía de Ann Sherman, M.M./Camboya)

Desde los años 70, la organización que administra este programa reporta que ha “trabajado en conjunto y entrenado a agencias líderes mundiales para que equipen a los niños con las destrezas para mantenerse seguros, sanos y lograr su potencial”, Sus metodologías dinámicas basadas en pares entrenan a líderes entre los niños para que difundan estas destrezas con sus familias y otros niños.

Se tuvo que convencer a administradores y maestros en las tres escuelas primarias en Boeng Tumpun para que consideraran el programa. Una vez que vieron los resultados, le dieron el visto bueno.

El programa también motivaba a los profesores a integrar más participación en el salón de clase. “Nuestra esperanza era que, al modelar otras maneras de enseñar, ellos adaptarían algunos de los métodos más creativos para sus propias materias”, recuerda la Hermana Regina.

El proyecto de las Hermanas se extendió rápidamente. “Dada nuestra presencia a largo plazo en Boeng Tumpun, los servicios de nuestros programas continuaron satisfaciendo las necesidades de la comunidad”, dice la Hermana Regina.

Dado que muchos niños mayores nunca fueron a la escuela o la abandonaron, se impartieron clases de alfabetización con la meta de preparar académicamente a estos estudiantes para integrarlos en una clase regular.

La competencia en el inglés es requerida para muchos trabajos y la educación superior. Por lo tanto, la Hermana Ann Sherman enseñó inglés por una década a estudiantes de escuela intermedia.

Se inició el Programa de Tutoría Escolar para ayudar a los estudiantes y darles útiles escolares y cubrir costos con un programa de becas.

“Ayudamos a muchos estudiantes cuyas familias viven al día”, dice la Hermana Regina. Ella explica que el enfoque es llegar a las 22.000 familias más pobres de Boeng Tumpun.

Algunas de estas familias son de refugiados vietnamitas.

Para servir a estas familias, la Hermana Mary — que ya había trabajado en el otro extremo del espectro educativo en la Universidad Real — fundó dos escuelas de preescolar. Los niños vietnamitas podían aprender jemer, el lenguaje oficial de Camboya, y así facilitar su transición a las escuelas públicas.

La Hermana Maryknoll Luise Ahrens conversa con estudiantes en la biblioteca de la Universidad Real de Phnom Penh. Las Hermanas Maryknoll ayudaron a equipar la biblioteca universitaria. (Sean Sprague/Camboya)

La Hermana Maryknoll Regina Pellicore motiva la participación de sus estudiantes con un juego de mesa didáctico en la aldea de Boeng Tumpun en Camboya. (Sean Sprague/Camboya)

Al trabajar en conjunto con organizaciones no gubernamentales y entidades camboyanas, los proyectos de las Hermanas pronto alcanzaron las cinco aldeas de Boeng Tumpun.

“Hemos estado construyendo los fundamentos de este país, especialmente en lo que respecta a la educación, al mantener a los niños en la escuela, desde los más pequeños hasta los universitarios”, dice la Hermana Regina. “Cada niño que aprendió a leer, escribir y a pensar con criterio acerca del futuro de Camboya tomó un paso en el camino correcto”. Añade: “Nosotras asentamos las bases para ese camino”.

Un ejemplo más de cómo las Hermanas Maryknoll trajeron educación a sus programas con base en la comunidad, se refleja en el trabajo de la Hermana Helene O’Sullivan. Durante sus 20 años trabajando con sobrevivientes de trata de personas, abuso sexual y violencia doméstica, la misionera incorporó entrenamiento vocacional en los refugios y programas donde servía.

After World Mission Sunday Mass at St. Ferdinand Church, pastor Father Jason Torba and Cardinal Blase Cupich greet the congregation, including all those who do mission in Chicago. (Julie Jaidinger, Chicago Catholic/U.S.)

La Hermana Maryknoll Luise Ahrens conversa con estudiantes en la biblioteca de la Universidad Real de Phnom Penh. Las Hermanas Maryknoll ayudaron a equipar la biblioteca universitaria.

Más recientemente, la Hermana Helene fundó Horizons, un programa vocacional para niñas. Allí las estudiantes reciben ayuda para mantenerse en la escuela hasta el grado noveno. Después pueden entrar a un curso de dos años que les permite ser empleadas en hoteles de lujo con buenos salarios y condiciones de trabajo aceptables.

El proyecto Horizons se transfirió al patrocinio de Caritas Camboya el año pasado.

Este año los programas pioneros de las Hermanas Maryknoll en Boeng Tumpun se trasferirán a organizaciones asociadas y a Caritas Camboya. Varios miembros del personal permanecerán para mantener continuidad.

Las Hermanas Maryknoll completarán su misión en Camboya en 2024. Sus tres décadas de servicio se hicieron posibles gracias a la estrecha colaboración de profesores, enfermeras y personal universitario camboyano.

Cuando se le pregunta cuál fue la contribución más grande de Maryknoll allí, la Hermana Regina dice: “Darles a tantos camboyanos como fue posible la oportunidad de una mejor calidad de vida”.

Añade, “esperamos que cada uno con el que trabajamos pase esta bendición a otros”.

Imagen destacada: La Hermana Maryknoll Mary Little cuida a una niña en un centro preescolar para niños refugiados vietnamitas. Las Hermanas Maryknoll han servido en Camboya por tres décadas. (Sean Sprague/Cortesía de las Hermanas Maryknoll/Camboya)

Sobre la autora/or

Mary Ellen Manz, M.M.

La Hermana Maryknoll Mary Ellen Manz de Jamaica, Nueva York, ingresó a la Congregación de las Hermanas Maryknoll en 1950 después de graduarse de The Mary Louis Academy. Sirvió 20 años como misionera en Chile y 25 años en el sur de Sudán. Ella es el enlace de las Hermanas con las revistas MISIONEROS y MARYKNOLL y ha escrito muchos artículos sobre las Hermanas para nuestras publicaciones.

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