Por Stephen Veryser
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor
Domingo, 24 de marzo del 2024
Mc 11, 1-10| Is 50, 4-7| Flp 2, 6-11| Mc 14, 1–15, 47
Donde yo crecí, en Michigan, la Cuaresma y la Pascua coincidían con el final del invierno y las primeras lluvias y la nueva vida de la primavera. Donde vivo ahora, en Tanzania, justo al sur del ecuador, la Cuaresma y la Pascua no coinciden con la primavera como en el hemisferio norte.
La estación más primaveral en Tanzania es cuando termina la estación seca con las primeras lluvias del año, normalmente a finales de octubre. Las primeras lluvias aquí, tras una calurosa y polvorienta estación seca de tres o cuatro meses, son un alivio. El agua que cae del cielo es una maravilla de la naturaleza y un regalo del cielo. Cuando empiezan las lluvias, el paisaje cambia rápidamente del marrón polvoriento a un verde exuberante.
Los artesanos que fabrican aceites aromáticos coinciden en que el olor de la lluvia fresca es el mejor olor del mundo. Muchos han intentado duplicar el olor de la lluvia fresca (podría ser lucrativo para los perfumistas, sobre todo si se añade a detergentes y limpiadores domésticos), pero ninguno lo ha conseguido. La razón de su fracaso suele ser la complejidad del olor.
El olor de la lluvia fresca, conocido por su nombre técnico petricor, combina muchos elementos. Las gotas de agua crean finos aerosoles al impactar, elevando al aire aceites y compuestos orgánicos destilados por las plantas y el suelo. Algunos de los olores que lo componen son aparentemente indeseables: aceite derramado en una carretera asfaltada, por ejemplo. En resumen, los artesanos afirman que el olor de la lluvia fresca es demasiado complejo para reproducirlo o capturarlo en una botella.
Aunque la leemos todos los años, la historia de la Pasión y Resurrección de Cristo nos llega como un alivio fresco, como la primera lluvia de la estación. Y como el olor de la lluvia fresca, la vida es una mezcla de muchos elementos, algunos de ellos indeseables. Sin sufrimiento, ¿reconocería yo la alegría? Sin pecado, ¿sabría que necesito la salvación?
En la lectura del Evangelio de hoy, oímos hablar de la mujer que ungió a Jesús con un perfume caro, enfureciendo a algunos hombres que argumentaban que podría haber ayudado a los pobres vendiéndolo con fines lucrativos. Pero Jesús dijo: “Lo que ha hecho conmigo está bien, porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo que podía. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evangelio, se recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo”.
Todos podemos identificarnos con la idea impulsiva de la mujer. Hay investigaciones sobre nuestros pensamientos que teorizan que no tenemos mucho control sobre las muchas cosas que “se nos vienen a la cabeza”. Tal vez la gracia que cae como lluvia sobre esa mezcla de pensamientos en nuestras mentes puede convertirlos en algo hermoso. No necesitamos suprimirlos, sólo dejar que el amor de Dios llueva sobre ellos.
Stephen Veryser, de Detroit, Michigan, se unió a los Misioneros Laicos Maryknoll en 2018 como director regional para las regiones del Este de África y Cambodia. Además de sus deberes administrativos, Veryser le enseña matemática a niños sordos usando lenguaje de señas tanzano. Vive con su esposa Loyce Veryser y sus tres hijos en Tanzania.
La Guia de reflexión para la Cuaresma 2024 de la Oficina de Asuntos Globales de Maryknoll contiene oraciones y pensamientos de misioneros de todas partes del mundo.
Imagen destacada: Justin, hijo del misionero laico Stephen Veryser, cosecha vegetales en el huerto familiar. (Cortesía de Stephen Veryser, Tanzania).
Preguntas para reflexionar
¿Hay ámbitos de tu vida, o en el mundo natural que te rodea, en los que coexisten elementos indeseables con otros más agradables?
¿Te imaginas la gracia de Dios transformándolos juntos en algo hermoso?
Oración
Estribillo: ¡Alabado seas!
Padre, te alabamos con todas tus criaturas.
Salieron de tu mano todopoderosa;
son tuyos, llenos de tu presencia y de tu tierno amor. ℟
Hijo de Dios, Jesús,
por ti fueron hechas todas las cosas.
Te formaste en el seno de María, nuestra Madre,
te convertiste en parte de esta tierra,
y contemplaste este mundo con ojos humanos.
Hoy estás vivo en cada criatura
en tu gloria resucitada. ℟
Espíritu Santo, por tu luz
tú guías este mundo hacia el amor del Padre
y acompaña a la creación en sus gemidos de dolor.
Tú también habitas en nuestros corazones
y nos inspiras a hacer lo que es bueno. ℟
Señor Trino, maravillosa comunidad de amor infinito,
enséñanos a contemplarte
en la belleza del universo,
porque todas las cosas hablan de ti.
Despierta nuestra alabanza y agradecimiento
por cada ser que has creado.
Danos la gracia de sentirnos profundamente unidos
a todo lo que es. ℟
Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo
como canales de tu amor
para todas las criaturas de esta tierra,
pues ni uno solo de ellos es olvidado ante tus ojos.
Iluminar a los que poseen poder y dinero
para que eviten el pecado de la indiferencia,
que amen el bien común, hagan progresar a los débiles,
y cuidar de este mundo en el que vivimos.
Los pobres y la tierra claman.
Oh Señor, acógenos con tu poder y tu luz,
ayúdanos a proteger toda la vida,
prepararse para un futuro mejor,
para la llegada de tu Reino
de justicia, paz, amor y belleza. ℟
Amén.
– Oración al unísono con la creación, Laudato Si’
