Por Kimberley Heatherington, OSV News
(OSV News) — Casi uno de cada 10 niños en el mundo se ve obligado a trabajar, y algunos de ellos a realizar trabajos peligrosos a través de la trata de personas. El 12 de junio, las instituciones humanitarias y la comunidad internacional, incluidas las organizaciones católicas, celebran el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, en un esfuerzo por llamar la atención sobre la magnitud del problema y los esfuerzos necesarios para eliminarlo.
Celebrado desde 2002, el Día Mundial contra el Trabajo Infantil tiene como lema para 2024: “Cumplamos nuestros compromisos: ¡Pongamos fin al trabajo infantil!”.
También marca el 25 aniversario de la adopción del Convenio n.º 182 de la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas (OIT), sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil (1999). En 2020, fue el primer convenio de este tipo ratificado universalmente.
Con el convenio de la OIT, “el mundo se comprometió solemnemente a tomar medidas inmediatas y eficaces para poner fin a las peores formas de trabajo infantil”, afirmó Benjamin Smith, especialista principal en trabajo infantil de la OIT. Esto “incluye la esclavitud y prácticas similares, la explotación sexual comercial, el uso de niños en actividades ilícitas como el tráfico de drogas, y el trabajo peligroso que afecta a su salud y seguridad”.
UNICEF informa de que aproximadamente 160 millones de niños — uno de cada 10 niños en todo el mundo — eran sometidos a trabajo infantil a principios de 2020, incluidos 63 millones de niñas y 97 millones de niños. En los países más pobres del mundo, UNICEF informa que un poco más de uno de cada cinco niños de entre 5 y 17 años están involucrados en el trabajo infantil, refiriéndose a “cuando son demasiado jóvenes para trabajar o están involucrados en actividades peligrosas que pueden comprometer su desarrollo físico, mental, social o educativo”.
“Ha habido un progreso importante”, dijo Smith a OSV News, aunque reconoció que “todavía tenemos un largo camino por recorrer”.
“Sabemos lo que funciona contra el trabajo infantil”, dijo Smith. “Promover un trabajo decente para los padres, de modo que puedan permitirse enviar a sus hijos a la escuela, no a trabajar; una educación universal de buena calidad; una protección social universal; y un marco jurídico sólido basado en los Convenios de la OIT”.
Y subrayó: “Lo que se necesita urgentemente es ampliar estas soluciones”.
Lucy Steinitz, asesora técnica principal para la protección en Catholic Relief Services, el brazo humanitario a nivel global de la Iglesia Católica en EE.UU., dijo a OSV News que la experiencia del trabajo infantil “es cruel, porque cercena el futuro del niño — pero no se hace necesariamente por crueldad. Se hace por necesidad; pueden ser familias divididas, uno de los padres puede haber muerto o era una familia monoparental para empezar”, dijo Steinitz. “Y luego, si hay una enfermedad en la familia — ya sea con la persona que es el sostén de la familia o un aumento de las necesidades debido a otras enfermedades —, lo más frecuente es que los niños se vean obligados a trabajar”.
Aunque CRS no gestiona programas especializados de prevención del trabajo infantil, ninguno de sus trabajos se realiza sin incorporar salvaguardias y protecciones contra el trabajo infantil.
La cultura, las costumbres y las leyes locales también varían, señaló Steinitz.
“En cada país hay una edad diferente a la que los niños pueden empezar a trabajar”, explicó. “Y algunas tareas domésticas y del campo, el trabajo voluntario de los niños, no es trabajo infantil per se; son quehaceres, pero serán más pronunciados en las familias con menos ingresos”.
No obstante, hay que proteger el acceso a la escolarización.
“Nuestra postura es que, mientras el niño pueda ir a la escuela con regularidad y tenga tiempo para hacer sus tareas como es debido — y dentro de las leyes del país —, ése es nuestro objetivo”, afirmó Steinitz.
Steinitz está preocupada por el futuro, sobre todo porque los cambios climáticos, como la sequía que sufre en Zimbabue, devastan los medios de subsistencia de familias que dependen sólo de “un par de cabras o incluso una vaca”.
“Mi temor es que la situación empeore”, afirmó.
Pero el trabajo infantil también está creciendo en EE.UU., y la Catholic Labor Network expresa su profunda preocupación por una “tendencia” de las legislaturas estatales a relajar las restricciones de las leyes sobre trabajo infantil.
“Si bien los adolescentes pueden beneficiarse de cierta experiencia laboral, muchas de las medidas actuales para flexibilizar las restricciones legales sobre el trabajo infantil hacen que los niños sean elegibles para trabajar en empleos peligrosos para adultos como la construcción o durante horas que comprometerán su escolarización”, dijo Clayton Sinyai, director ejecutivo de la RLC, a OSV News. “Y repetidas investigaciones han demostrado que son los hijos de inmigrantes y familias de bajos ingresos quienes son presionados para aceptar empleos peligrosos”.
En 2023, el Departamento de Trabajo de EE.UU. descubrió que habían 5.800 niños empleados en violación de las leyes de trabajo infantil, un aumento del 88% desde 2019. De los 955 casos de trabajo infantil completados por los reguladores federales en 2023, más del 50% involucraron a menores empleados en violación de las leyes de ocupación peligrosa.
El Papa Francisco — en 2022 dirigiéndose a la Quinta Conferencia sobre la Eliminación del Trabajo Infantil — lamentó que “demasiadas pequeñas manos están ocupadas arando campos, trabajando en minas, viajando grandes distancias para sacar agua y haciendo trabajos que les impiden asistir a la escuela”.
“La forma en que nos relacionamos con los niños, la medida en que respetamos su dignidad humana innata y sus derechos fundamentales, expresa qué tipo de adultos somos y queremos ser, y qué tipo de sociedad queremos construir”, afirmó.
El padre Mike Conway, director ejecutivo de Misiones Salesianas, hace eco de las preocupaciones del Papa Francisco.
“Los jóvenes, ante todo, necesitan ser jóvenes. Tienen que tener la oportunidad de ser niños y divertirse”, dijo el sacerdote salesiano. “Pero también tienen que poder recibir una educación que les asegure el futuro, y las habilidades que necesitan para tener éxito”.
Los Salesianos gestionan programas en los que trabajan en más de 130 países, al servicio de jóvenes que de otro modo no podrían acceder a ellos. En Bolivia, los estudiantes aprenden informática; en la India, los niños emigrantes reciben ayuda en educación, sanidad e integración social; en Nicaragua, los niños reciben becas escolares.
La misión de esta organización católica sin ánimo de lucro con sede en Estados Unidos — compuesta por sacerdotes, hermanos y hermanas, además de laicos — es recaudar fondos para programas internacionales que atienden a jóvenes y familias de comunidades pobres de todo el mundo.
“Ante todo, soy educador”, afirmó el padre Conway. “Para mí, la única forma de romper el círculo de la pobreza es proporcionar una buena educación a los jóvenes, no sólo para que adquieran conocimientos, sino también habilidades que les permitan triunfar en el futuro y mantenerse a sí mismos y a sus familias”.
De este modo, el padre Conway sigue los pasos del fundador de los Salesianos, San Juan Bosco, sacerdote católico, educador y escritor italiano del siglo XIX.
“San Juan Bosco comenzó su labor en Turín”, explicó el padre Conway, “caminando literalmente por las calles de Turín en busca de jóvenes que trabajaban de albañiles o en la construcción, chicos que realmente no tenían ninguna habilidad pero que se veían obligados a trabajar en esas situaciones porque venían de granjas de las afueras de la ciudad, buscando una oportunidad para ayudar a sus familias”.
Su presencia en los diferentes países ayuda a los salesianos a forjar alianzas sólidas, sobre todo con las autoridades locales.
“Cuanto más podamos convencerles de que lo que hacemos y lo que tenemos que ofrecer marca una diferencia positiva, más dispuestos estarán a colaborar también con nosotros”, afirmó.
El padre Conway dijo a OSV News que para combatir el trabajo infantil es esencial tomar conciencia de su realidad.
“Ya sea aquí en los Estados Unidos; o ya sea en Centroamérica; o en Asia o en África”, dijo, “cada continente, cada país, tiene situaciones que contribuyen al trabajo infantil hoy en día”.
Imagen destacada: Jóvenes filipinos sostienen pancartas durante la celebración de la Marcha Global en contra del Trabajo Infantil en Manila. Desde que se empezó a celebrar en 2002, la marcha lleva como lema: “Cumplamos nuestros compromisos: ¡Pongamos fin al trabajo infantil!”. La marcha se celebra este año el 12 de junio. (OSV News/Romeo Ranoco, Reuters)