Fung-Bing Ho se ha topado con muchos misioneros Maryknoll durante su vida y para ella eso es, sencillamente, la voluntad de Dios.
Nacida en 1951 en Guangzhou, China, Ho se mudó con su familia a Macao, donde asistió brevemente a una escuela católica. Cuando su familia se mudó a Hong Kong, ella perdió todo contacto con el catolicismo.
Un día, por coincidencia, Ho se encontró entre un grupo de personas rezando el rosario. Cuando empezaron a rezar el Padre Nuestro, Ho recitó la oración que había memorizado en su niñez. “Esa fue la invitación”, dice.
A los 16 años, Ho fue la primera católica en su familia al ser bautizada en la iglesia St. Teresa. La Hermana Maryknoll Mary Doretta Leonard servía ahí como catequista. “Era tan gentil, tan amable”, recuerda Ho, “que eso me dio una buena impresión de los católicos”.
Para ese entonces Ho ya trabajaba como operadora mecánica en una fábrica de semiconductores para mantener a su familia. Había empezado a trabajar a los 13 años después de que su padre muriera de cáncer. “Tantos adolescentes se ganaban la vida en las fábricas”, dice Ho. “Continué con mis estudios por las noches”.
En los setenta Ho se unió a la Juventud Obrera Cristiana Internacional (JOCI), un movimiento que defiende los derechos y la dignidad de los trabajadores. El Padre Maryknoll Thomas Danaher era el capellán del grupo en ese entonces.
“Él me ayudó a entender el valor del trabajo y la dignidad de la humanidad”, dice Ho. “Mi autoestima mejoró”.
El Padre Danaher se adhería a la metodología Ver-Juzgar-Actuar, la cual Ho, tras ser ascendida a supervisora, les enseñó a nuevos trabajadores adolescentes. “Tienes que preocuparte por los problemas y necesidades de tu lugar de trabajo y de tu familia”, dice Ho. “Incluso una pequeña acción puede cambiar la situación”.
Después de muchos años como coordinadora para JOCI, además de casarse y tener hijos, Ho quería dedicarse a un trabajo más gratificante. En 1993 fue contratada para ser cuidadora pastoral y trabajar junto a la Hermana Maryknoll Catherine Rowe en el Hospital de Nuestra Señora de Maryknoll.
Al principio el trabajo supuso un desafío. “Le dije a la Hermana Cathy que quería renunciar”, recuerda Ho. Acompañar a pacientes y acostumbrarse a los aspectos menos gratos del cuidado de enfermos era difícil.
“En la cultura china, cuando una persona muere, no solemos tocar su cuerpo”, explica Ho. “Por la gracia de Dios y el Espíritu Santo, he tocado tantos cuerpos porque muchas veces nadie más los acompañaba. Les decía: ‘Vete en paz. Estoy a tu lado’”.
Con el apoyo de la Hermana Rowe, Ho perseveró y sirvió en ese ministerio por 18 años antes de retirarse en el 2011.
Durante ese tiempo, Ho también estudió en el Holy Spirit Centre, donde recibió una licenciatura en estudios religiosos. El Padre Maryknoll Elmer Wurth fue uno de los fundadores de este centro.
Como feligresa de hace décadas en la Iglesia St. Mary en el distrito de Hung Hom, Ho se regocijó cuando supo que el Padre Maryknoll Daniel Kim se uniría al personal de la parroquia. “El Padre Kim tiene una actitud muy dispuesta”, dice ella. “Los ancianos, los jóvenes, e incluso los niños en la escuela dominical lo quieren mucho”.
Ella añade que las homilías del Padre Kim siempre se relacionan con las vidas de las personas y son fáciles de entender. “Los Padres Maryknoll evangelizan con sus palabras, actos y amor por la gente,” dice.
Para describir a los misioneros Maryknoll que ha conocido durante su vida, Ho utiliza una frase en cantonés: 恩人 (jan jan), que significa “benefactor”. El primer carácter significa bondad, misericordia, caridad y gracia. El segundo carácter significa, sencillamente, ser humano.
Ho prefiere describir el término en acción: “Gente que hace el bien a los demás”.
Imagen destacada: Fung-Bing Ho y el Padre Maryknoll Daniel Kim sirven juntos en la Iglesia St. Mary donde él es pastor asociado. Ho ha conocido a varias generaciones de misioneros Maryknoll en Hong Kong. (Cortesía de Fung-Bing Ho/Hong Kong)
