Por OSV News
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Los arzobispos de todo el mundo pueden proporcionar con su ejemplo la fraternidad y la unidad en la diversidad que toda la Iglesia Católica necesita hoy, dijo el Papa León XIV.
“Todos necesitamos de esa fraternidad. Lo necesita la Iglesia, lo necesitan las relaciones entre los laicos y los presbíteros, entre los presbíteros y los obispos, entre los obispos y el Papa”, dijo el Santo Padre durante su homilía en la Misa en la fiesta de San Pedro y San Pablo el 29 de junio.
“Así como lo necesitan la vida pastoral, el diálogo ecuménico y la relación de amistad que la Iglesia desea mantener con el mundo”, dijo el Papa.
“Comprometámonos a hacer de nuestras diversidades un taller de unidad y comunión, de fraternidad y reconciliación para que cada uno en la Iglesia, con la propia historia personal, aprenda a caminar junto con los demás”, dijo.
La celebración de la fiesta en la Basílica de San Pedro incluyó la tradicional bendición del palio, la banda de lana que los prelados que lideran de arquidiócesis llevan alrededor de los hombros sobre sus vestiduras de Misa y que simboliza la unidad de un arzobispo con el Papa y su autoridad y responsabilidad para cuidar del rebaño que el Papa le ha confiado.
El Papa León revivió una tradición iniciada por San Juan Pablo II en 1983 al colocar personalmente el palio sobre los hombros de los arzobispos recién nombrados.
El Papa Francisco había cambiado la ceremonia a partir de 2015. El difunto papa había invitado a los nuevos arzobispos a concelebrar Misa con él y a estar presentes en la bendición de los palios como forma de subrayar su vínculo de unidad y comunión con él, pero la imposición del palio en sí la realizaba el nuncio y tenía lugar en la arquidiócesis del arzobispo en presencia de sus fieles y de obispos de diócesis vecinas.
La Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice emitió una notificación formal el 11 de junio en la que informaba de que el 29 de junio el Papa León presidiría la celebración eucarística, bendeciría los palios y los impondría a los nuevos arzobispos metropolitanos.
La ceremonia del palio fue presidida por el papa León XIV
Según el Vaticano, 54 arzobispos de más de dos docenas de países que fueron nombrados en los últimos 12 meses recibieron los palios. Ocho de ellos procedían de Estados Unidos: el cardenal Robert W. McElroy de Washington; el arzobispo W. Shawn McKnight de Kansas City, Kansas; el arzobispo Michael G. McGovern de Omaha, Nebraska; el arzobispo Robert G. Casey de Cincinnati; el arzobispo Joe S. Vásquez de Galveston-Houston; el arzobispo Jeffrey S. Grob de Milwaukee; el arzobispo Richard G. Henning de Boston; y el arzobispo Edward J. Weisenburger de Detroit.
El Papa bendijo los palios tras sacarlos de la cripta sobre la tumba de San Pedro. A continuación, cada arzobispo se acercó al Papa León junto al altar y, arrodillados o inclinando la cabeza, el Papa les colocó el palio sobre los hombros. Cada uno compartió un abrazo con el Santo Padre e intercambiaron algunas palabras.
En su homilía, el Papa León reflexionó sobre los santos Pedro y Pablo, dos santos que fueron martirizados en días diferentes y que, sin embargo, comparten la misma fecha festiva en el calendario de la Iglesia.
Pedro y Pablo eran dos personas muy diferentes, con antecedentes, itinerarios de fe y modos de evangelizar distintos, dijo el Papa León. Estaban en desacuerdo sobre la forma adecuada de tratar a los gentiles convertidos y debatían sobre el tema.
Sin embargo, eran hermanos en el Espíritu Santo, y ambos “fueron llamados a vivir un único destino, el del martirio, que los asoció definitivamente a Cristo”, dijo.
Sus historias tienen mucho que decirnos a nosotros, “la comunidad peregrina de los discípulos del Señor en nuestro tiempo”, dijo, especialmente sobre la importancia de “la comunión eclesial y la vitalidad de la fe”.
“La historia de Pedro y Pablo nos enseña que la comunión a la que el Señor nos llama es una armonía de voces y rostros, no anula la libertad de cada uno”, dijo el Papa León.
Pedro y San Pablo, la riqueza que encontramos en la diferencia
“Nuestros patronos han recorrido caminos diferentes, han tenido ideas diferentes, a veces se enfrentaron y discutieron con franqueza evangélica. Sin embargo, eso no les impidió vivir la ‘concordia apostolorum’, es decir, una viva comunión en el Espíritu, una fecunda sintonía en la diversidad”, dijo.
“Es importante aprender a vivir la comunión de ese modo, como unidad en la diversidad, para que la variedad de los dones, articulada en la confesión de la única fe, contribuya al anuncio del Evangelio“, dijo el Papa León.
Los santos Pedro y Pablo desafían a los católicos a seguir su ejemplo de fraternidad y a reflexionar sobre “la vitalidad de nuestra fe”, dijo. “En la experiencia del discipulado, de hecho, siempre existe el riesgo de caer en la rutina, en el ritualismo, en esquemas pastorales que se repiten sin renovarse y sin captar los desafíos del presente”.
Los dos apóstoles estaban abiertos al cambio, a nuevos acontecimientos, encuentros y situaciones concretas en la vida de sus comunidades, dijo el Papa, y siempre estaban dispuestos dejarse “interrogar por los acontecimientos, los encuentros y las situaciones concretas de las comunidades, de buscar caminos nuevos para la evangelización partiendo de los problemas y las preguntas planteados por los hermanos y hermanas en la fe”.
En la lectura del Evangelio del día, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen que soy yo?”, que sigue preguntando a sus discípulos hoy, desafiándonos a examinar si nuestra vida de fe conserva su energía y vitalidad, y si la llama de nuestra relación con el Señor sigue ardiendo, dijo el Papa.
“Si no queremos que nuestro ser cristiano se reduzca a una herencia del pasado, como tantas veces nos ha advertido el Papa Francisco, es importante salir del peligro de una fe cansada y estática”, dijo, y preguntarse: “¿Quién es hoy para nosotros Jesucristo? ¿Qué lugar ocupa en nuestra vida y en la acción de la Iglesia? ¿Cómo podemos testimoniar esta esperanza en la vida cotidiana y anunciarla a aquellos con quienes nos encontramos?”.
“Hermanos y hermanas, el ejercicio del discernimiento, que nace de estos interrogantes, le permite a nuestra fe y a la Iglesia que se renueven continuamente y que experimenten nuevos caminos y nuevas prácticas para el anuncio del Evangelio. Esto, junto a la comunión, debe ser nuestro primer deseo”, afirmó.
“Su grandeza se forjó con el perdón”, afirma León XIV
Siguiendo una larga tradición, una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, encabezada por el metropolita ortodoxo Emmanuel Adamakis de Calcedonia, estuvo presente en la Misa. También asistieron miembros del Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana.
El Papa y el metropolita ortodoxo bajaron también las escaleras bajo el altar mayor para rezar ante la tumba de San Pedro.
“Quiero … confirmar en esta fiesta solemne que mi servicio episcopal es servicio a la unidad y que la Iglesia de Roma está comprometida por la sangre de los santos Pedro y Pablo a servir, en el amor, a la comunión entre todas las Iglesias”, dijo el Papa León antes de rezar el Ángelus con los reunidos en la plaza de San Pedro.
“El Nuevo Testamento no esconde los errores, las contradicciones, los pecados de aquellos que veneramos como los más grandes apóstoles. Su grandeza, en efecto, ha sido modelada por el perdón”, dijo. “El Resucitado los fue a buscar, más de una vez, para traerlos de nuevo a su camino. Jesús no llama una sola vez. Es por esto que todos podemos esperar siempre, como también nos recuerda el Jubileo”.
De hecho, “quien sigue a Jesús se encuentra recorriendo el camino de las bienaventuranzas, en el que la pobreza de espíritu, la mansedumbre, la misericordia, el hambre y la sed de justicia, y el trabajo por la paz encuentran oposición e incluso persecución“, dijo. ” Y, sin embargo, la gloria de Dios brilla en sus amigos y a lo largo del camino los va modelando, cada vez que se convierten”.
Imagen destacada: El papa León XIV entrega el palio al cardenal Robert W. McElroy, de Washington, durante la misa celebrada en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, el 29 de junio de 2025, festividad de San Pedro y San Pablo. El palio, que simboliza la autoridad de un arzobispo y su unidad con el papa, se entrega a los arzobispos metropolitanos. (CNS/Lola Gómez)