Trata de personas: A más víctimas, mayor violencia y ganancias

Tiempo de lectura: 6 minutos
Por: Heidi Cerneka, MKLM
Fecha de Publicación: Jul 30, 2025

Una misionera laica Maryknoll que es abogada trabaja en varios países para combatir la trata de personas.

Mariana partió de México con una visa que le permitiría cruzar la frontera y aceptar una oferta laboral de cuidar a una anciana en El Paso, Texas. Había trabajado y servido a su país en el ejército y estaba criando a su nieta, pero descubrió que en México ya no le alcanzaba el dinero. Antes de abordar el avión, le garantizaron que el trabajo sería legal y su empleador le tramitaría un permiso legal para trabajar en Estados Unidos.

Meses después no le pagaban casi nada, le cobraban por todo lo que usaba y trabajaba las 24 horas del día. Cuando pidió un aumento de sueldo, el empleador la amenazó con llamar a la policía o a inmigración. Mariana se dio cuenta de que todo era una mentira. No se le permitía salir sola, y por lo tanto no podía buscar ayuda y además temía represalias. Un día finalmente agarró a su nieta y huyó. Mariana es una sobreviviente de la trata de personas.

El 30 de julio es el Día Mundial contra la Trata de Personas. Como abogada de inmigración y misionera laica Maryknoll, trabajo con organizaciones aliadas en varios países para erradicar la trata de personas. Los Misioneros Laicos Maryknoll luchan por migrantes que abandonan sus hogares en busca de seguridad o supervivencia y son explotados con fines de trabajo forzado, comercio sexual, actividades ilícitas forzadas y otras actividades coercitivas para el beneficio del traficante.

A menudo, la imagen que se me ocurre cuando se oye hablar de trata de personas es la de “adolescentes fugitivos”. La realidad es mucho más compleja y mucho más matizada dentro de la población migrante. La trata de personas se caracteriza por un acto (como el reclutamiento, el transporte o la acogida de personas) y un medio específico (amenazas o uso de la fuerza, engaño, fraude, abuso de poder o abuso de la condición vulnerable de una persona) con fines de explotación (por ejemplo, abuso sexual o trabajo forzado).

No existe una característica que defina a todas las víctimas de trata de personas: cualquiera podría ser un objetivo. Sin embargo, los traficantes se aprovechan con frecuencia de los migrantes, quienes son vulnerables debido a diferencias culturales y lingüísticas, dificultades en el país que dejaron atrás y promesas vacías en el país de destino, como empleos y relaciones románticas falsas.

La mayoría de los traficantes, el 74%, operan dentro de grupos de crimen organizado que trafican con más víctimas, durante más tiempo, a través de mayores distancias, con mayor violencia y para obtener mayores ganancias, según la Campaña 2025 contra la Trata de Personas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

La trata aumenta a medida que los migrantes vulnerables se ven obligados a tomar rutas más peligrosas y a ser explotados por políticas restrictivas y el cierre de fronteras. La ONU aboga por vías regulares para los migrantes que propicien viajes seguros y dignos.

Enrique decidió abandonar su región con la esperanza de encontrar trabajo para mantenerse a sí mismo y a su familia en Guatemala rural. Pero él no eligió lo que le sucedió en el camino, incluyendo secuestro y violencia. Cuando finalmente se vio obligado a trabajar limpiando la residencia de sus secuestradores para salvar su vida, también sufrió la trata de personas mediante trabajos forzados.

 

Heidi Ann Cerneka, a U.S. Maryknoll lay missionary who works with the Brazilian bishops' Prison Pastoral Office, gestures during a Feb. 28 interview with a Catholic News Service reporter in Washington. On March 1 Cerneka gave testimony on conditions in Brazilian prisons for women to the Inter-American Commission on Human Rights in Washington. (CNS/Bob Roller)
La misionera laica Heidi Cerneka, quien trabajaba en el momento de esta foto con la oficina pastoral de prisiones en Brasil, habla durante una entrevista con Catholic News Service en Washington, donde prestó testimonio sobre las condiciones de las prisiones brasileñas para mujeres ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington. (CNS/Bob Roller)

Al igual que Enrique, muchos migrantes emprenden el difícil viaje migratorio. Esto dificulta reconocer cuándo la situación cambia y pierden su libertad para tomar decisiones o incluso para circular físicamente. Pueden verse obligados a trabajar, a ofrecer servicios sexuales o incluso a transportar drogas a través de la frontera. El Protocolo de Palermo de la ONU establece que es irrelevante si una víctima de trata consintió inicialmente en la explotación prevista. Sin embargo, con frecuencia, los migrantes que emprenden el viaje en busca de seguridad y asilo se culpan a sí mismos por haber aceptado una situación de riesgo.

En El Paso, Texas, trabajo con el Centro de Defensa de Inmigrantes Las Américas para representar a migrantes que han sufrido trata de personas y que buscan protección y asistencia migratoria. Pueden calificar para una visa “T” (visa para víctimas de tráfico), que les permitirá permanecer seguros en EE. UU. si aceptan colaborar con las fuerzas del orden para detener la trata de personas. Además trabajamos con agencias locales en Ciudad Juárez y El Paso para identificar a sobrevivientes y ayudarles a acceder a sus derechos.

En mi trabajo como misionera laica Maryknoll, he visto la trata de personas en diversas formas en todo el mundo. En São Paulo, Brasil, defiendo a mujeres migrantes que se han visto obligadas a transportar drogas. Desde hace más de 25 años, el Instituto Terra (Trabalho e Cidadania) acompaña a mujeres de más de 60 países que llegan a São Paulo bajo engaños para ofertas de trabajos y romances falsos  para luego verse obligadas a intentar sacar drogas del país.

Las amenazas de muerte contra sus hijos o familiares los dejan sin opción. Una mujer nos contó que, cuando se negó a transportar drogas, el hombre tomó su celular e hizo una llamada. En el teléfono escuchó a sus hijos jugando en Venezuela. Alguien estaba afuera de su casa.
El Informe Mundial sobre la Trata de Personas de la UNODC de 2024 ahora identifica la trata con fines delictivos forzados como la tercera causa en términos de número de víctimas detectadas. Puede entenderse como “trata de personas con fines de explotación, forzándolas u convenciéndolas de otro modo a cometer actos delictivos para obtener ganancias económicas o de otro tipo de los traficantes o explotadores”.

En Sudáfrica, Cheryl aceptó una oferta de trabajo. Después de dos entrevistas y de completar la documentación con su información personal, le ofrecieron un trabajo que consistía en comprar y vender zapatos, y se emocionó porque el trabajo incluía viajes internacionales para realizar las compras. Viajó a Brasil para su primer trabajo. Al llegar, descubrió que el trabajo era falso y que tendría que llevar una maleta con drogas de regreso a Sudáfrica. Cuando se negó, amenazaron a su familia. Recordó que la solicitud de empleo requirió toda su información personal, incluyendo el nombre de la escuela de sus hijos. Temiendo por su familia, Cheryl tomó la maleta y se dirigió al aeropuerto, donde fue arrestada y posteriormente condenada a cuatro años de prisión por tráfico de drogas.

Nuestro trabajo consiste en desafiar a los jueces, fiscales y al público en general para que reconozcan que Cheryl es una víctima de trata de personas y no una narcotraficante. Según la legislación brasileña y el Protocolo de Palermo de la ONU, firmado por Brasil, debería ser protegida, no condenada.
Al conmemorar el Día Mundial contra la Trata de Personas, comprometámonos a salvaguardar los derechos de las personas más vulnerables en todo el mundo. Los migrantes no son mercancías que los contrabandistas y traficantes puedan usar y desechar. Como personas de fe y como seres humanos, sabemos que cada uno de nosotros es bendecido, amado e igualmente merecedor de derechos y protección.

Heidi Cerneka, Misionera Laica de Maryknoll, obtuvo una maestría en estudios pastorales y un doctorado en derecho en la Universidad Loyola de Chicago. Se unió a los Misioneros Laicos de Maryknoll en 1996 y ha servido en Kenia y Brasil. Actualmente trabaja como abogada de inmigración pro-bono en El Paso, Texas, así como en un proyecto internacional para combatir la trata de personas.

Sobre la autora/or

Heidi Cerneka, MKLM

Heidi Cerneka, de St. Louis, Missouri, se unió a los Misioneros Laicos Maryknoll en diciembre de 1996 y sirvió en Brasil hasta mediados de 2014, cuando ingresó a la escuela de leyes. Fue admitida al colegio de abogados de Illinois y ahora está sirviendo como misionera laica Maryknoll en Kenya.

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