Por Jennifer Tomshack, Misioneros Laicos Maryknoll
Cuando Celine y Don Woznica salieron de México en 1992 después de más de una década de servir como misioneros laicos Maryknoll, sus vecinos les organizaron una fiesta de despedida. “Ellos sabían que regresábamos a Chicago para continuar trabajando con la población mexicoamericana”, recuerda Don. “Fue casi como una despedida en una ceremonia misionera, como diciendo: ‘Por favor, cuiden a nuestros paisanos en Chicago'”.
Más de 30 años después, los Woznica siguen cumpliendo esa promesa.
Ahora desde Oak Park, Illinois, la pareja lidera una de las respuestas más notables a la crisis actual que los migrantes están experimentando en los Estados Unidos. El Ministerio a Migrantes de las Parroquias Católicas de Oak Park ha atendido a más de 18.000 migrantes desde 2023.
Por su extraordinario testimonio de servicio y solidaridad arraigados en el Evangelio, Celine y Don han sido galardonados con el premio Obispo John E. McCarthy al Espíritu de la Misión que otorgan anualmente los Misioneros Laicos Maryknoll en los Estados Unidos para reconocer a misioneros veteranos que encarnan el espíritu de misión en su vida.
El premio se entregó durante la celebración del 50 aniversario de los Misioneros Laicos de Maryknoll el 15 de agosto en Ossining, Nueva York.
“El Espíritu Santo está trabajando a través de los Woznica”, dice Elvira Ramírez, directora ejecutiva de los Misioneros Laicos Maryknoll. “Su historia nos recuerda que la misión no sucede solo en el extranjero, sino en cualquier lugar donde más se necesite. Don y Celine han pasado sus vidas viviendo el llamado a dar la bienvenida al extraño con amor y compasión radicales”.
Esto es ser Iglesia
Este capítulo en la vida de los Woznica comenzó en junio de 2023, después de que migrantes recién llegados comenzaran a llegar en autobús a Chicago en cantidades asombrosas.
Para el verano de 2023, el gobernador de Texas Greg Abbott transportaba cerca de 2.000 migrantes por semana a la ciudad de Chicago, según el canal de noticias regionales WTTW.
Entre los recién llegados, la mayoría de las familias eran de Venezuela, pero también de Colombia y Ecuador, así como de otros lugares, que caminaron hasta la frontera entre Estados Unidos y México, huyendo de la violencia y las dificultades económicas extremas. Muchos llegaron casi sin ninguna pertenencia.
Con los refugios de la ciudad a capacidad, muchos migrantes optaron por dormir sobre los pisos de las estaciones de policía, incluido la del Distrito 15, ubicada en los límites de la ciudad.
Celine, que durante mucho tiempo había soñado con ser voluntaria en la frontera, de repente descubrió que la frontera había llegado hasta donde ella estaba.
Se unió a un grupo de voluntarios que respondían a la emergencia humanitaria en WhatsApp. En apenas una cuestión de días, ya estaba ayudando a entregar colchones de aire, ropa y alimentos, además de coordinar atención médica y dental.
Una pregunta seguía incomodándola: ¿Dónde se pueden duchar los migrantes? Celine adoptó lo que ella llama en broma un enfoque de “dar lata”, combinando persistencia, apoyo y defensa. Y así logró el uso de una rectoría cerrada en la calle St. Catherine, en la parroquia Saint Lucy.
Los migrantes comenzaron a venir dos veces por semana para ducharse con agua caliente, desayunar, buscar ropa y recibir servicios sociales. A medida que crecía la necesidad, el ministerio se fue expandiendo al mismo edificio de la iglesia.
El ministerio a migrantes finalmente encontró un hogar permanente en la antigua Escuela St. Edmund, ahora llamada Centro San Edmundo. El ministerio, patrocinado por las Parroquias Católicas de Oak Park, está dirigido por voluntarios en su totalidad, con un estimado de 500 voluntarios, el 95% de ellos jubilados.
Dos veces por semana, el centro abría sus puertas a las 7 a.m. a cientos de migrantes.
Los servicios se expandieron para incluir “tiendas gratuitas” de ropa y suministros, salas de juegos para niños, asistencia legal de inmigración, clases de ESL (inglés como segundo idioma) y comidas calientes. Un sacerdote claretiano ofreció apoyo espiritual, preparación matrimonial y bautismos.
El ministerio a migrantes, aunque arraigado en las parroquias católicas de Oak Park, es profundamente interreligioso en espíritu y ejecución. Los voluntarios y donantes provienen no solo de las parroquias católicas locales, sino también de iglesias protestantes, sinagogas judías, la Asociación Unitaria Universalista y comunidades musulmanas y bahá’ís.
“Ya no estamos tan aislados”, dice Celine. “Este ministerio se ha convertido en un espacio donde personas de muchas religiones, así como aquellos que no afirman una religión en particular, se reúnen con un propósito en común”.
Los aportes han llegado en forma de campañas de colecta de alimentos, recolección de ropa, apoyo financiero y horas semanales de voluntariado. Como dice Don: “Es genuinamente un esfuerzo comunitario: fe en acción desde todas las direcciones”.
El liderazgo de los Woznica también ha obtenido reconocimiento más allá de Maryknoll. En diciembre de 2023, la Arquidiócesis de Chicago honró a las parroquias católicas de Oak Park con el Premio Camino a Emaús de la Pastoral Migratoria, presentado por el Cardenal Blase Cupich. El premio reconoce a las personas y comunidades que ejemplifican el compromiso de dar la bienvenida al extranjero y empoderar a los inmigrantes para que vivan con dignidad.
Celine y Don Woznica en 2019 llegan a la Catedral de Santiago de Compostela tras recorrer 800 kilómetros a pie por el Camino de Santiago. (Cortesía de los Misioneros Laicos Maryknoll).
Toda una vida de misión
Las semillas de vocación de los Woznica fueron plantadas décadas atrás. Don, un médico oriundo de Chicago, y Celine, experta en salud pública de Missouri, se conocieron en la Universidad de Notre Dame.
Después de casarse, se unieron a los Misioneros Laicos Maryknoll en 1981 y partieron en misión a Nicaragua con su hijo de 3 meses. Fueron asignados a Ciudad Sandino, un gran barrio en las afueras de Managua, donde eran una novedad para sus vecinos. Al principio, los lugareños llamaban a Celine “madre” y a Don “padre”. Con el tiempo se dieron cuenta de que los Woznica eran una pareja casada laica, algo nuevo para ellos.
Celine recuerda un conmovedor momento cuando la pareja se despedía de su comunidad nicaragüense: Un vecino levantó a su hija Maura, que había nacido allí, y dijo: “Hicieron cosas maravillosas. Pero tuvieron a su bebé aquí. ¡Ella es nicaragüense!” Celine dice que ese acto de solidaridad fue el gesto más significativo que pudieron haber recibido.
Los años que pasaron en Nicaragua y más tarde en Oaxaca, México, estuvieron marcados por relaciones profundas y transformación mutua.
“Sales pensando que vas a evangelizar”, dice Don, “y eres tú el que termina evangelizado”.
Después de regresar a los Estados Unidos, los Woznica criaron a su familia en Oak Park a la vez que se dedicaban al trabajo con inmigrantes y comunidades marginadas. Don ejercía como doctor en el Centro Médico Alivio, que atiende a familias mexicoamericanas. Celine trabajaba con derechos del niño y salud pública.
Su experiencia en la misión, basada en la comunidad, la simplicidad y el acompañamiento, moldeó profundamente la forma en que abordaron el ministerio de migrantes. “No hay separación entre tu trabajo y tu vida”, dice Celine. “Todo es misión”.
Don describe cómo su experiencia en América Latina continúa guiándolos. Recuerda a una mujer nicaragüense que donó todo el dinero que tenía para que un vecino pudiera recibir atención dental. “Yo di de lo que me sobraba”, dice. “Ella dio todo su sustento”.
La pareja sabe hacer limonada cuando solo hay limones. Relatan que se han quedado sin electricidad durante días, vivido inundaciones y disturbios políticos, incluso se han recuperado de hepatitis y dengue con un bebé a cuestas, con el apoyo de sus vecinos que se convirtieron en su familia.
“En la misión, tú también serás el receptor, y eso no siempre es fácil para los norteamericanos, que quieren siempre darlo todo. Sin embargo, recibir también es un regalo para quien lo da”, explica Don. “Tienes que esperar lo inesperado en la misión y aceptarlo”.
Caminando entre gigantes
Hasta la fecha, los Woznica y su equipo han atendido a más de 18.000 migrantes. Sin embargo, los números no cuentan la historia completa.
El National Catholic Reporter recientemente presentó el trabajo de los Woznica y relató la historia de un candidato a la Confirmación de 13 años llamado Alec, un voluntario junto a los Woznica y quien había ayudado a una madre venezolana. La mujer había cargado a su hijo adulto con parálisis cerebral, primero a través del “intransitable” Tapón del Darién entre Colombia y Panamá, y luego en un viaje de 20 millas a través de Chicago. Alec encontró un carro plegable para ella, lo acolchó con un saco de dormir y ayudó a montar al hijo. “¿Cómo se llama?” preguntó Alec. La madre respondió: “Jesús”.
Los Woznica cuentan las historias de mujeres que se despertaban a las 4 a.m. y caminaban más de ocho millas para conseguir ropa para sus hijos y de los migrantes que insistieron en que los habitantes locales sin hogar fueran los primeros en recibir alimento.
Y están los voluntarios que se presentaban dos veces por semana con un nivel de compromiso que la mayoría de las organizaciones soñarían tener. “Me trae alegría”, ellos les dicen a los Woznica. “Me da un propósito”.
Hablando sobre aquellos que encarnan la esperanza y que recorrieron numerosos países, incluso por zonas de cárteles de droga y traficantes, Celine le dijo al National Catholic Reporter: “Siento que camino entre gigantes”.
Recorrer la distancia
Durante un tiempo, el Centro San Edmundo recibía a casi 1.000 migrantes mensualmente. Pero en el 2025, esos números han disminuido drásticamente.
El popular Equipo de Servicios de Apoyo a la Inmigración del centro, que alguna vez estuvo abrumado con pedidos de ayuda para solicitudes de asilo, fechas en la corte y permisos de trabajo, ahora solo atiende a un puñado de personas.
“Hoy solo vinieron tres personas para recibir apoyo de inmigración”, dijo Don un día de julio. “Suponemos que se está corriendo la voz de que personas migrantes están siendo arrestadas y deportadas cuando se presentan a sus citas en la corte. Entonces, ¿para qué molestarse en enviar sus solicitudes? Lo mejor es pasar desapercibido”.
Para aún más dificultades, la parroquia que alberga el centro enfrenta tensiones financieras y ha tenido que despedir personal. A pesar del apoyo inquebrantable de su pastor, a los Woznica se les ha dicho que el edificio no se podrá calentar este invierno, lo que significa que el ministerio probablemente tendrá que cerrar a fines de septiembre, o tal vez unas semanas más tarde si la temperatura se mantiene.
Puede que algunos servicios como el de apoyo a migrantes tengan que trasladarse a un centro comunitario cercano. Aun así, es posible que una gran porción de su ministerio tenga que cesar.
Y, sin embargo, los Woznica no se dan por vencidos. Celine explora nuevas formas de canalizar el entusiasmo de sus leales voluntarios, posiblemente para que acompañen a migrantes a tribunales o ampliando los servicios de defensa y apoyo a migrantes.
Tomaron la decisión de caminar con los pobres hace 40 años, y los Woznica aún siguen caminando.
“A través del premio Obispo John E. McCarthy al Espíritu de la Misión, los Misioneros Laicos de Maryknoll reconocen que Don y Celine demuestran que la misión es realmente una forma de vida”, dice Ramírez.
Imagen destacada: La Oficina de Misiones Globales de la Arquidiócesis de Chicago presenta un programa mensual sobre el espíritu misionero en todo el mundo, y en 2025 entrevistó a los misioneros laicos de Maryknoll Celine y Don Woznica, que habían regresado de su misión. (Cortesía de los Misioneros Laicos Maryknoll).